Desde Londres
El reconocimiento del estado palestino, anunciado por el gobierno británico esta semana, es tan tibio y ambiguo como el primer ministro Laborista Sir Keir Starmer y dejó insatisfechos a sirios y troyanos. Este viernes Starmer reafirmó que va a reconocer en la Asamblea de la ONU de septiembre al estado palestino “a menos que Israel dé pasos sustantivos” para terminar con la guerra en Gaza y “se comprometa a un genuino proceso de paz”. En el concierto internacional 147 de las 193 miembros de las Naciones Unidas han venido reconociendo al estado palestino desde 1998, pero en Europa solo tres lo han hecho: España, Irlanda y Noruega. El resto del mundo desarrollado, liderado por Estados Unidos, se ha negado a este paso. En las últimas dos semanas esta ecuación diplomática comenzó a alterarse.
Francia se convirtió en el primer país del G7 en anunciarlo, seguida – a su manera – por el Reino Unido y más enfáticamente por Canadá mientras que Portugal está estudiando sumarse a este nuevo pelotón. En la semana una quincena de países tras una conferencia especial de la ONU, convocada por Francia y Arabia Saudita para llegar a a una solución del conflicto en base a los dos estados, había exhortado a la comunidad internacional a un reconocimiento global.
La diferencia británica no calma a Trump
La propuesta del gobierno británico es condicional: depende de lo que haga Israel y de que Hamas libere a los rehenes. “Por eso dije que a menos que las cosas cambien en lo material en el terreno, tendremos que evaluar en septiembre si reconoceremos al estado palestino en la Asamblea general de Septiembre”, dijo Starmer el jueves.
Es un pronunciamiento lleno de agujeros negros y ambigüedades. En primer lugar más que un anuncio efectivo al estilo de Francia y Canadá es una posibilidad que se decidirá en septiembre de acuerdo con la situación en ese momento. ¿Qué pasa en el caso altamente improbable que Israel cese el fuego y facilite la ayuda humanitaria?, ¿le retirará el gobierno británico el reconocimiento al estado palestino, es decir, lo castigará diplomáticamente porque Israel los ha dejado de asesinar y hambrear?
A Donald Trump, que concluyó el viernes una visita que dio vergüenza ajena por la genuflexión británica y de la Unión Europea, le dio lo mismo que la cosa fuera con o sin condiciones. Tal como había dicho ante el pronunciamiento de Francia – una “pésima idea” que no “cambia nada” – el semi-monarca dijo que Starmer se equivoca totalmente y está “premiando a Hamas”. El mismo argumento utilizó el primer ministro israelí Benjamin Netaniaju y, en declaraciones a la prensa, la sobreviviente británico-israelí Emily Damari, secuestrada durante 471 días por la organización islamista, quien acusó a Starmer por el “fracaso moral” que representa su propuesta. A los rechazos se sumó el alicaído Partido Conservador.
Balfour, paredón y después
En la ONU, el canciller británico, David Lammy, defendió a Starmer y calificó de “histórica” la propuesta del gobierno para lidiar con las “espantosas escenas” que se viven en Gaza y “aliviar el sufrimiento palestino”. Lammy destacó la trascendencia de este reconocimiento vinculándolo con el origen moderno del conflicto palestino-israelí: la declaración de Balfour de 1917.
En ese año el canciller James Blafour reconoció el derecho de los israelíes a un estado en palestina, aunque su declaración manifestó que dependía de que “nada se hiciera que pudiera perjudicar los derechos civiles y religiosos de comunidades no judías en Palestina”. Esta declaración, formulada con la típica irresponsabilidad colonialista de las grandes potencias, es la raíz contemporánea del conflicto. El mismo canciller Lammy reconoció el martes que “Gran Bretaña tiene en sus hombros un enorme grado de responsabilidad histórica en el objetivo de alcanzar una solución con dos estados”.
La propuesta fue en realidad forzada por las espantosas imágenes de niños esqueléticos, el rechazo mayoritario de la población británica, una rebelión interna partidaria y una carta firmada por una tercera parte del parlamento en representación de nueve fuerzas políticas. A la zaga del candidato de ultraderecha Nigel Farage en los sondeos, perdiendo diariamente miembros y apoyos ante la formación de una nueva fuerza de izquierda anunciada la semana pasada y que ya tiene 600 mil miembros y entre el 10 y el 20% de intención de voto, Starmer no pudo sostener su duplicidad ni siquiera frente a su gabinete que ya le está costando el voto de la comunidad musulmana, crucial en unas 30 circunscripciones electorales, y una buena parte del voto progresista.
Los límites de la diplomacia
El reconocimiento diplomático no le dará comida a los hambrientos ni frenará el asesinato de civiles palestinos, más de 60 mil al día de hoy. Según el analista político senior de Al Jazeera, Marwan Bishara, la realidad es que tanto el Reino Unido como Francia siguen apoyando a Israel en su guerra con Gaza. “Necesitamos medidas concretas más que retórica porque son países que no tienen derecho a hablar de paz y justicia cuando han sido cómplices del genocidio. Cuando hablan, por ejemplo, de reconocer a un estado palestino, ¿a qué se refieren?, ¿al 10 por ciento de Cisjordania?, ¿a los estados ocupados en 1967 por Israel que incluyen Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza?”, dijo Bishara.
Sobre la posición pro-israelí de Starmer no caben dudas. El primer ministro se opuso el año pasado a un cese el fuego en medio de la incipiente catástrofe humanitaria desatada por la desproporcionada respuesta militar israelí. En las calles del Reino Unido ha habido protestas semanales contra Israel que el gobierno condenó, obstaculizó, en una oportunidad llegó a prohibir y que coronó en julio con la proscripción del grupo “Palestina Action” calificándolo de organización terrorista por haber pintado con graffiti dos aviones de guerra británicos.
La ONG Global Justice (a la que en tiempos de Macri se le impidió el ingreso a Argentina durante la conferencia de los G20 en Buenos Aires) resumió lo que, en realidad, tendría que hacer el gobierno británico si realmente quiere el fin de la catástrofe humanitaria. “El reconocimiento del estado palestino no es más que un gesto simbólico que no hace nada para frenar el genocidio. El Reino Unido es uno de los cinco países que más comercian con Israel, pero se opone a usar el comercio como herramienta de presión. Y continúa suministrando equipamiento militar para que Israel ejecute el genocidio. Lo mínimo es que haya una prohibición del comercio con los asentamientos ilegales israelíes, una prohibición de ventas de armas y sanciones a empresas que participen en la ocupación de Palestina. Cualquier otra cosa es complicidad”, dijo Tim Bierley de Global Justice.
¿No sirve para nada la iniciativa diplomática? En declaraciones a Al Jazeera un ex diplomático estadounidense, William Lawrence, reivindicó esta vía. “Está claro que la hambruna en Gaza no va a solucionarse con este discurso diplomático y político. Pero si todo el mundo se pone de acuerdo, esto impactará en Donald Trump y presionará a Israel. Es un paso en la dirección correcta, aunque no solucione el problema”, dijo Lawrence a Al Jazeera.
Cortesía de Página 12
Dejanos un comentario: