
Brian Cogan, juez del Tribunal del Distrito Este de Nueva York contestó y rechazó la petición hecha por Joaquín el Chapo Guzmán Loera para que éste pueda hacer contacto con su abogado, Israel José Encinosa.
En un documento de dicha corte estadounidense se explicó que la petición del narcotraficante mexicano y cofundador del Cártel de Sinaloa deber ser enviada en otra corte.
“Este no es el tribunal adecuado para solicitar dicha reparación y, en cualquier caso, dado que el acusado tiene un abogado recién designado en este caso, el demandado no puede buscar dicha reparación pro se en esta Corte”.
El Chapo Guzmán, se quejó en una carta al juez que le condenó a cadena perpetua por narcotráfico en Estados Unidos de que no le dejan recibir visitas ni hablar con su abogado, lo que para él es “vital”.
En una carta manuscrita, el narcotraficante le dice a Cogan que pese a que “hace tres semanas” aprobó que su nuevo abogado Israel José Encinosa pueda visitarle, hablarle por teléfono o escribirle, “hasta el día de hoy no le han autorizado”.
Guzmán Loera se queja además de que no le han entregado “las dos cartas” que le escribió su abogado. Encinosa “tiene alrededor de 10 meses vatallando (sic) que le autorice el gobierno poder visitarme, hablar por teléfono”, apuntó.
Por eso, vuelve a solicitar al juez que intervenga para que le permitan ver a su defensor. “Para mí es vital”, dijo en la misiva fechada el 15 de julio y de la que la AFP obtuvo una copia.
Encinosa representa al narco sinaloense desde el 1 de julio, según un documento de la corte firmado por el abogado con sede en Florida.
Otra quejas
No es la primera vez que se queja desde la cárcel de máxima seguridad.
Además de solicitar la realización de un nuevo juicio, lo que le ha sido denegado repetidamente, había denunciado sufrir un “tormento psicológico en la cárcel” porque no le dejan salir a tomar el sol, ni a comunicarse con otros presos, ni los guardias le hablan en español.
También se ha quejado de que le impedían hablar o recibir visitas de sus hijas y de su esposa Emma Coronel.
Cortesía de El Economista
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