El “tsunami secreto” que hace más de 80 años destruyó una población en Kamchatka, la región rusa donde ocurrió el último megaterremoto

Fuente de la imagen, Getty Images

    • Autor, Redacción
    • Título del autor, The Conversation*
  • FERIA DE SAN FRANCISCO

El 30 de julio, uno de los terremotos más grandes jamás registrados sacudió el frente de la península de Kamchatka, en el extremo oriente de Rusia. En cuestión de minutos, se emitieron alertas de tsunami en Rusia, gran parte de Asia y a través del Pacífico en Hawái, Nueva Zelanda y California.

Pero esta no fue la primera vez que un gran tsunami golpeó Kamchatka. En 1952, un terremoto aún más poderoso afectó la misma falla geológica, pero fue mantenido en secreto para el resto del mundo.

Kamchatka no es ajena a la actividad sísmica, con un gran terremoto ocurrido tan recientemente como en 2020 (el cuarto más potente en todo el mundo ese año). Sin embargo, solo los terremotos más grandes pueden generar tsunamis destructivos y provocar alertas en todo el Pacífico, como ocurrió el miércoles.

En un límite de placas, donde se encuentran dos piezas de la corteza terrestre, estos grandes terremotos suelen ocurrir en escalas de tiempo consistentes conocidas como “ciclos sísmicos”. En algunas zonas, estos ciclos son largos: en el límite de Cascadia, frente a la costa del Pacífico de América del Norte, por ejemplo, el último gran terremoto generador de tsunamis fue en el año 1700.

Sin embargo, las placas se mueven mucho más rápido cerca de Kamchatka (alrededor de 8 centímetros por año), y el ciclo es mucho más corto. Grandes tsunamis fueron generados por terremotos en 1737, 1841, 1952… y ahora 2025 es una continuación de ese ciclo.

Una poderosa ola azota un edificio situado cerca de la costa, tras un fuerte terremoto que sacudió la península de Kamchatka, en Severo-Kurilsk, región de Sajalín, Rusia, el 30 de julio de 2025.

Fuente de la imagen, Reuters

Poco después del mediodía del 5 de noviembre de 1952, olas de tsunami de hasta 2,4 metros golpearon Hawái. Este fue uno de los primeros ensayos reales para el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, que había sido establecido recientemente en las islas en respuesta a un tsunami ocurrido en 1946 tras un terremoto en Alaska.

Ese mismo día, sismólogos de todo el mundo detectaron señales de un terremoto localizado en el noroeste del Pacífico, cerca de Kamchatka. Cuando la ola llegó a Hawái, los científicos allí usaron rápidamente la hora exacta del impacto y la velocidad conocida de los tsunamis (en aguas profundas, comparable a la de un avión a reacción) para deducir que había sido generado por ese enorme terremoto en el Pacífico noroccidental. Pero desde Kamchatka solo había silencio.

No hubo reportes de terremotos ni tsunamis en la prensa soviética. Ni una sola palabra fue publicada en el periódico estatal Pravda, que en cambio se enfocó en los preparativos para el aniversario de la Revolución de Octubre, que se celebraría dos días después.

Pasaron días y meses sin ningún reconocimiento del tsunami ni del terremoto. Incluso una entrevista con un vulcanólogo ruso, Alexander Evgenievich Svyatlovsky, fue clasificada como “secreto de Estado”, a pesar de que él solo explicaba cómo se había originado el tsunami.

Ese tipo de secretismo era común en el apogeo de la Guerra Fría, con Chernóbil y otros desastres frecuentemente minimizados o silenciados por las autoridades soviéticas. Solo después de la apertura de los archivos estatales a principios de los años 2000 se pudo conocer toda la historia.

La devastación en Severo-Kurilsk

La aislada ciudad pesquera de Severo-Kurilsk se encuentra en una isla justo al sur de la península de Kamchatka. Según los archivos estatales, en 1952 vivían allí unas 6.000 personas, distribuidas a lo largo de la costa.

En la mañana del 5 de noviembre, los habitantes fueron despertados por un gran terremoto, el más fuerte que jamás habían sentido. Unos 45 minutos después, una ola llegó, desacelerando y elevándose al acercarse a la orilla. Soldados apostados como vigías lograron alertar a la población del peligro, y muchos huyeron hacia zonas más altas.

Pero los tsunamis son trenes de olas compuestos por una serie de crestas y depresiones. Se comportan de manera similar a las olas que se experimentan en la playa, excepto que estas se extienden por miles de metros en el océano y no llegan a la costa cada pocos segundos, sino con intervalos de decenas de minutos entre una y otra.

Minutos después de que algunos residentes hubieran regresado a sus casas, una segunda ola, aún más grande, golpeó. Se elevó unos 12 metros de altura -tan alta como un edificio de tres pisos- y azotó el pueblo desde la parte trasera. Una tercera ola llegó poco después, arrasando gran parte de lo que aún quedaba en pie.

En total, el tsunami causó 2.336 muertes de una población de 6.000 personas. Los sobrevivientes nunca compartieron los detalles por temor a represalias, y la historia permaneció como un secreto de Estado.

Hoy, Severo-Kurilsk se encuentra a 20 metros sobre el nivel del mar, reconstruido y reforzado. Videos del tsunami de 2025 muestran inundaciones en el puerto, pero no se han reportado víctimas fatales, un testimonio de los sistemas modernos de alerta y la planificación urbana.

Sin embargo, persiste un problema: la reubicación del pueblo lo ha colocado en la trayectoria de peligrosos flujos de lodo provenientes del cercano volcán Ebeko (a solo 7 km de distancia). Para Severo-Kurilsk, los tsunamis son solo una de las muchas amenazas que enfrenta en este rincón del Pacífico.

*Patrick David Sharrocks, es doctorando en Riesgos Geológicos por Tsunamis de la Universidad de Leeds (Reino Unido).

Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido aquí bajo la licencia creative commons. Puedes leer la versión original en inglés aquí.

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Cortesía de BBC Noticias



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