
A veces, la idea de invertir puede parecer una tarea pesada, porque hay que considerar plazos, riesgos, diversificación, costos, volatilidad mientras se intenta adivinar qué pasará en la economía global. Pero si se mira desde otro ángulo, se puede hacer una analogía con un deporte que lo resume muy bien: el fútbol americano.
Este deporte no es solo fuerza física y velocidad, sino estrategia pura. Cada jugada implica decisiones rápidas, coordinación y un plan que puede cambiar en segundos. Hay una ofensiva que busca avanzar, una defensiva que protege y jugadores especiales que entran en momentos clave para marcar la diferencia. Todo bajo la guía de un “entrenador” y su equipo que diseñan, ajustan y ejecutan la estrategia para ganar.
Algo muy similar sucede con los fondos multiestrategia con gestión activa. Estos fondos no están limitados a una sola “jugada” de inversión, sino que combinan distintas estrategias y clases de activos:
● Renta variable: busca crecimiento de capital mediante acciones de sectores como tecnología, consumo, salud, energía, entre otros. No solo en el mercado local, sino también en otras regiones, lo que amplía oportunidades y reduce riesgos de un solo país.
● Renta fija: desde bonos gubernamentales de alta calidad hasta corporativos, con duraciones cortas para reducir riesgo o largas para capturar mayores tasas de interés.
● Coberturas y derivados: que ayudan a gestionar riesgos y proteger la inversión frente a movimientos bruscos del mercado.
● Activos alternativos: como bienes raíces o fondos de infraestructura, que pueden aportar diversificación adicional.
La gran ventaja es su flexibilidad. Un fondo multiestrategia puede aumentar su exposición a acciones tecnológicas si detecta un ciclo alcista en innovación, reducirla en momentos de volatilidad, o reforzar posiciones en bonos de largo plazo cuando las tasas de interés bajan. En otras palabras, actúa como un mariscal de campo que lee el terreno y ajusta la jugada en tiempo real.
Eso es la gestión activa: interpretar el “campo de juego” que son los mercados, adaptarse y tomar decisiones tácticas en función de las oportunidades y riesgos del momento.
En un entorno económico incierto, esta capacidad de reacción puede ser la diferencia entre perder terreno o avanzar hacia la zona de anotación.
Además, existen diferentes versiones para cada tipo de inversionista:
● Conservadores: priorizando estabilidad y preservación del capital.
● Moderados: equilibran crecimiento y riesgo.
● Dinámicos o de crecimiento: mayor exposición a renta variable y activos de alto potencial.
Todos estos fondos requieren un “entrenador” experimentado: un “gestor de activos”. Este equipo de profesionales que analizan la economía global, identifica tendencias, ajustan posiciones y mantienen disciplina para evitar decisiones impulsivas. Operar bajo un fondo multiestrategia ayuda a simplificar decisiones y ser más eficientes en costos comparado a que si un inversionista intentara replicar esa diversificación por su cuenta.
En conclusión, invertir no tiene que ser un proceso abrumador si se cuenta con una estructura estratégica y un equipo profesional que actúe como su entrenador en jefe. Los fondos multiestrategia ofrecen la combinación de ofensiva, defensa y adaptabilidad que necesita un portafolio para enfrentar los retos del mercado.
Antes de hacer la próxima jugada financiera, se recomienda revisar si en el portafolio hay espacio para un instrumento así. Puede que no se note a primera vista, pero incorporar un fondo multiestrategia bien gestionado —con una mezcla equilibrada de acciones, bonos y otros activos— puede convertirse en la pieza que equilibre su estrategia y lo acerque, paso a paso, a su propia zona de “gol de campo”.
*Director de Oficina | Banca Patrimonial y Privada Inxignia
Cortesía de El Economista
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