El hallazgo de un artefacto explosivo en una casa de la provincia china de Hubei no habría sido noticia si no fuera por el hecho de que había sido utilizado como herramienta doméstica durante dos décadas. La protagonista, una mujer de 90 años identificada solo por su apellido Qin, lo encontró en su granja hace aproximadamente veinte años. Lo que creyó que era un martillo resultó ser una granada de mano del tipo 67, todavía activa. Su historia, difundida por medios locales como la televisión pública de Hubei y recogida por el South China Morning Post, combina un alto riesgo inadvertido con la aparente normalidad de la vida cotidiana en zonas rurales.
El episodio no es solo una anécdota pintoresca: revela cómo la familiaridad con un objeto puede enmascarar su verdadero peligro y cómo la falta de información o acceso a educación en seguridad puede derivar en situaciones de riesgo extremo. Según la televisión local, Qin lo usó “para machacar pimiento, cascar nueces y clavar clavos”, sin que en todo ese tiempo se produjera una detonación. La situación se resolvió cuando obreros que demolían su casa en junio de 2024 reconocieron el artefacto y alertaron a la policía, evitando así un accidente potencialmente mortal.
El hallazgo y la identificación del artefacto
En junio de 2024, en el municipio de Huangbao, condado de Baokang, unos trabajadores de demolición descubrieron el peligro oculto. Mientras retiraban escombros y muebles, uno de ellos observó que el “martillo” que la anciana guardaba tenía una forma y peso inusuales. La sospecha creció al ver la estructura cilíndrica y el mango de madera, lo que llevó a contactar de inmediato con la policía local.
Agentes del destacamento de Huangbao acudieron acompañados de un equipo especializado en explosivos. La inspección confirmó que se trataba de una granada de mano Tipo 67, un modelo fabricado en China a partir de finales de la década de 1960 y fácilmente reconocible por su mango de madera y su tapa metálica protectora. Aunque el mango estaba alisado por el uso, el detonador y la carga explosiva seguían intactos, lo que significaba que el peligro era real.

La granada Tipo 67: diseño y peligrosidad
La granada Tipo 67, apodada también “granada de mango” por su forma alargada, es una versión china que toma como base el diseño de la granada alemana Modelo 24 (Stielhandgranate), ampliamente utilizada en las guerras mundiales. La granada Modelo 24, desarrollada durante la Primera Guerra Mundial, empleaba un mango de madera hueco que alargaba el alcance del lanzamiento —unos 24 metros frente a los aproximadamente 14 metros de las granadas británicas— y facilitaba apuntar mejor. Siguiendo este principio, la Tipo 67 incorpora un mango similar que permite generar mayor fuerza y distancia al lanzarse. En su interior lleva una carga explosiva de TNT y un mecanismo de encendido por fricción, y destaca por su diseño robusto y mejor sellado, lo que aumentaba su fiabilidad respecto a generaciones anteriores. No obstante, pese a estas mejoras, el mecanismo sigue siendo altamente sensible si se manipula de forma inadecuada, ya que impactos fuertes o movimientos bruscos podrían detonar la munición, lo que subraya lo peligroso que resultaba usarla inadvertidamente como herramienta doméstica durante veinte años.
En el caso de Qin, los años de golpes no habían activado la carga, posiblemente por la forma en que se transmitía la fuerza a través del mango y por la protección parcial de la tapa metálica. Sin embargo, los expertos de la policía local subrayaron que cada impacto pudo haber sido el último: “Un golpe en el punto exacto habría provocado la detonación”. Este tipo de granada contiene suficiente explosivo para causar daños letales en un radio de varios metros.
Veinte años de uso doméstico
La rutina de Qin incluía machacar pimientos secos, abrir nueces y clavar clavos con el artefacto. En un entorno rural donde el acceso a herramientas es limitado y se reutiliza cualquier objeto que pueda ser útil, el hallazgo de un “martillo” metálico parecía una suerte. La mujer lo conservaba como una herramienta más, sin imaginar su verdadera naturaleza.
La propia Qin relató a los medios locales que lo había encontrado mientras trabajaba en el campo y que su forma le resultó práctica para las tareas del hogar. No percibió ningún peligro durante dos décadas, lo que da una idea de lo alejada que estaba la comunidad de información sobre munición o explosivos remanentes. En su casa, la granada permanecía al alcance, usada sin precauciones y guardada junto a otros utensilios.

La intervención policial y la destrucción segura
Tras la identificación, la policía acordonó la zona y evacuó a los presentes. El equipo antibombas trasladó el artefacto a un lugar seguro para su destrucción controlada. Según informó la televisión de Hubei, el proceso incluyó medidas estrictas para minimizar riesgos y se siguieron los protocolos para este tipo de armamento.
Una vez neutralizada, las autoridades organizaron una sesión de educación en seguridad para los vecinos, explicando cómo reconocer munición no explotada y qué pasos seguir en caso de encontrarla. La charla insistió en no manipular ni mover objetos sospechosos y dar aviso inmediato a la policía. El caso sirvió como ejemplo claro de la necesidad de este tipo de formación, incluso en comunidades donde se cree que no hay riesgo de encontrar artefactos militares.
Riesgos de la munición sin detonar en entornos civiles
La presencia de munición sin detonar en zonas rurales no es exclusiva de China. Conflictos pasados, entrenamientos militares y almacenamiento inadecuado pueden dejar un rastro de artefactos peligrosos. Las granadas, en particular, pueden conservar su poder destructivo durante décadas si no han sido dañadas por la corrosión.
En entornos civiles, el desconocimiento sobre estos objetos puede convertirlos en herramientas improvisadas o juguetes peligrosos. Las autoridades militares y de protección civil insisten en que cualquier objeto metálico de origen desconocido que presente mecanismos o piezas móviles debe tratarse como potencialmente peligroso. En el caso de Qin, la ausencia de accidentes fue una cuestión de azar, no de seguridad intrínseca.
Educación en seguridad y prevención de accidentes
Uno de los puntos más destacados por las autoridades tras este incidente fue la importancia de la educación comunitaria. En zonas rurales, donde los artefactos antiguos pueden encontrarse al arar campos o demoler edificaciones viejas, reconocer las señales de un explosivo es vital para prevenir tragedias.
El caso de Hubei ha servido para reforzar campañas en escuelas y asociaciones vecinales. La televisión local enfatizó que este tipo de charlas ya se habían realizado antes, pero la historia de Qin ha demostrado que la memoria colectiva sobre los peligros puede desvanecerse con el tiempo. El refuerzo de la información y la inclusión de ejemplos reales aumenta la eficacia del mensaje.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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