En Guadalajara, la música orquestal vivió una noche histórica. La sala Plácido Domingo del Conjunto Santander fue testigo del regreso de Juan Pablo Contreras, compositor y director tapatío que, tras consolidar su carrera en escenarios internacionales, volvió a su ciudad natal para dirigir a la Orquesta Latino Mexicana en la gala titulada Sinfonía Mexicana. Con un programa íntegramente compuesto por él, Contreras hizo vibrar a un público que lo recibió de pie y que lo escuchó con atención durante una velada que trascendió lo meramente musical.
El concierto celebró la trayectoria del joven creador y marcó un momento simbólico, ya que después de 75 años, un compositor mexicano volvió a dirigir en Guadalajara un programa completo con su propia música. El último en hacerlo había sido José Pablo Moncayo, referencia obligada de la música nacional.
La función comenzó pasadas las 19:30 horas. Sobre el escenario, 72 músicos acompañaban a Contreras, quien, además de dirigir, asumió el papel de narrador. Con micrófono en mano, explicó al público el origen de cada obra, los sonidos que la componían y las emociones que lo llevaron a escribirla. Su cercanía y sencillez transformaron el concierto en una especie de viaje compartido entre creador e intérpretes con una audiencia expectante.
La primera pieza fue La Silla, presentada en México por primera vez. Antes de que sonara la música, el propio Contreras detalló su génesis.

“Generalmente, cuando llegas al top, los compositores escriben obras por encargo: te dicen para qué la quieren, qué instrumentos estarán disponibles y te dan fecha de entrega. En el caso de La Silla, me la encargó un empresario de Monterrey que compite en salto ecuestre; quería un himno para entrenar. Lo primero que pensé fue en un toque de huapango, lo mezclé con tintes de vientos franceses y creé algo muy rítmico, como de caballo galopando en medio de fanfarrias”.
El público lo escuchó atento y luego estalló en aplausos al finalizar la interpretación.
La segunda obra fue MeChicano, escrita en 2022 tras obtener la ciudadanía estadounidense. Contreras compartió con sinceridad lo que significó para él esta composición:
“Hace un par de años, cuando me convertí en ciudadano americano, compuse esta pieza. Pensé en Selena, en ese sonido tan especial de la cumbia texana mezclada con la polka, con la trompeta como elemento principal. Además, descubrí que en los años ochenta los mexicoamericanos organizaban bailes donde mezclaban la música mexicana con ritmos estadounidenses, y fue ahí, en esa fusión, donde empezaron a sentirse orgullosos de su identidad. MeChicano es algo de lo que se escucharía en uno de esos bailes”.
El viaje continuó con Alma Monarca, obra inspirada en Janitzio, Michoacán, y en el nacimiento de su hijo. La emoción fue evidente al explicar.
“La comencé a escribir en un verano aquí en Guadalajara, pensando en nuestros antepasados, en nuestras raíces. Mi hijo nació en Estados Unidos, pero su mamá y yo somos de Guadalajara. Mi abuelo paterno era de Pátzcuaro, donde inició la tradición del Día de Muertos, y decidí escribir sobre esto porque, en realidad, esta celebración honra el ciclo de la vida”.
La pieza conmovió a los presentes, que escucharon en silencio y se levantaron para aplaudir al final.
Al cierre de la presentación aún quedaban por sonar dos momentos esperados: la Sinfonía No. 1 My Great Dream (2005), dividida en cuatro movimientos —Sueño Americano, Heavy Heart, Orgullo Mexicano y Dos Patrias—, así como Mariachitlán, considerada su obra más popular y que ha llevado el sonido del mariachi a escenarios sinfónicos internacionales.

YC
Cortesía de El Informador
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