El descubrimiento de monumentos en lugares remotos siempre ha fascinado, sobre todo cuando parecen haber sido colocados a propósito donde casi nadie va. En lo alto de las montañas de Armenia, en paisajes hoy vacíos y fríos gran parte del año, descansan grandes estelas de piedra con formas de pez o de piel extendida. No están alineadas como los menhires europeos ni parecen casuales. Durante generaciones, los pastores locales las llamaron “vishaps”, que en armenio significa “dragones“, y su origen estuvo envuelto en leyendas. Ahora, un estudio científico realizado por un astrofísico y un arqueólogo ofrece una explicación más concreta y no menos sorprendente.
El artículo, firmado por Vahe Gurzadyan (astrofísico) y Arsen Bobokhyan (arqueólogo), presenta una investigación detallada sobre estas estelas prehistóricas, su distribución en altitud, su forma y su posible función. Los autores combinan herramientas arqueológicas clásicas con métodos cuantitativos modernos para responder una pregunta clave: ¿por qué estas piedras tan grandes se colocaron en lugares tan difíciles? La respuesta podría estar en el agua, y en un posible culto milenario a su presencia en las alturas.
Qué son los vishaps y dónde se encuentran
Los vishaps son monumentos de piedra tallados que se encuentran en las regiones montañosas de Armenia, a altitudes que van de los 1000 hasta más de 3000 metros sobre el nivel del mar. Pueden medir desde poco más de un metro hasta más de cinco. Según los investigadores, “la mayoría de los vishaps son estelas caídas o situadas en posición horizontal, pero todos presentan tallados en todas sus caras, salvo en la parte inferior, lo que indica que originalmente estaban erguidos”.
Existen tres tipos principales:
- Piscis, con forma de pez
- Vellus, que simulan pieles de buey extendidas
- Hybrida, una combinación de los anteriores.
Lo más llamativo es que la iconografía del pez predomina en las zonas de mayor altitud, lo que sugiere una conexión simbólica con el agua. Estas piedras no están aisladas. Se concentran en ciertas áreas como Tirinkatar, Gegharda Lich o Sakhurak, y se relacionan con otros restos arqueológicos como plataformas, asentamientos, sepulturas y petroglifos.

Cuándo fueron construidos
Determinar la antigüedad de estas estructuras ha sido un reto. Algunos investigadores propusieron fechas en la Edad del Bronce, pero nuevas excavaciones y análisis de carbono han aportado información más precisa. En el yacimiento de Tirinkatar, se tomaron 46 muestras orgánicas en distintos niveles de excavación. Dos de ellas permitieron fechar la erección de vishaps entre 4200 y 4000 a.C., es decir, en pleno Calcolítico, hace más de 6.000 años.
Estas fechas no se pueden generalizar a todos los vishaps, pero indican que al menos algunos pertenecen a una época muy temprana de organización social. La zona continuó siendo usada durante milenios y acumuló otros monumentos, lo que sugiere un paisaje cultural mantenido a lo largo del tiempo. Los autores afirman que Tirinkatar “puede considerarse un modelo para el estudio del uso del paisaje y la datación de los vishaps”.

¿Por qué se colocaron en lugares tan altos?
Uno de los aspectos más sorprendentes del estudio es el análisis estadístico de la altitud a la que se encuentran los vishaps y su tamaño. Lo intuitivo sería pensar que las piedras más grandes se construyeron en zonas accesibles, donde el clima permite trabajar durante más tiempo. Pero los datos no apoyan esa suposición. “No se observa una disminución del tamaño con el aumento de altitud”, señalan los autores. De hecho, algunos de los más grandes están en zonas muy elevadas.
Mover y tallar estas piedras requería un esfuerzo enorme. Solo su transporte podría implicar mover bloques de entre cuatro y siete toneladas. Según el análisis, el trabajo implicado en cada vishap se puede estimar en función de su volumen y peso, y su colocación en altura implica una decisión intencional. Esto lleva a los investigadores a plantear que los vishaps no eran estructuras funcionales simples, sino monumentos ligados a un fuerte significado simbólico.

Una posible conexión con el culto al agua
Los datos recopilados muestran que la mayoría de los vishaps están situados cerca de fuentes de agua: manantiales de altura, zonas húmedas o sistemas de irrigación prehistóricos. Esto no es menor. En una región donde el agua es un recurso limitado y su distribución depende del deshielo, ubicar monumentos cerca de su origen parece tener una intención clara. “La motivación natural para ubicar los vishaps en alturas podría estar relacionada con un culto al agua como fuerza vital en los valles inferiores”.
Además, los autores identificaron un patrón interesante: una distribución bimodal en la altitud de los vishaps, con picos en torno a los 1900 y 2700 metros. Esta doble concentración sugiere que no se trata de una dispersión aleatoria, sino de un patrón estructurado que podría estar relacionado con la migración estacional o con peregrinaciones rituales. En ambos casos, la conexión con el agua y su control como fuente de vida es un eje fundamental del análisis.
Un estudio con herramientas modernas
El trabajo combina el uso de GPS, sistemas de información geográfica (GIS), análisis estadístico, modelado en 3D y datación por radiocarbono. Los autores recopilaron datos de 115 vishaps repartidos por toda Armenia, midiendo con precisión sus dimensiones y localización. Aplicaron modelos de regresión y distribuciones gaussianas para encontrar patrones ocultos en la altitud y el tamaño.
Una de las conclusiones más claras es que “la existencia de vishaps grandes a gran altitud sugiere que hubo motivaciones culturales importantes para su construcción, más allá de la accesibilidad o la facilidad de trabajo”. Lejos de ser monumentos dispersos sin patrón, los vishaps parecen formar parte de un sistema simbólico complejo, posiblemente vinculado a las primeras formas de religiosidad ligadas al paisaje natural.
Lo que nos enseñan los vishaps sobre el pasado humano
Este estudio aporta una visión valiosa sobre cómo los seres humanos prehistóricos usaban el paisaje no solo para sobrevivir, sino también para expresar ideas colectivas. La elección de lugares remotos, el esfuerzo invertido y la iconografía empleada apuntan a una cosmovisión en la que el agua, las estaciones y la montaña formaban parte de un sistema simbólico esencial.
Como concluyen los autores, “los cultos suelen estar asociados a un esfuerzo social considerable, lo cual también se refleja aquí”. El estudio de los vishaps, además de abrir nuevas preguntas sobre el pasado de Armenia, permite comparaciones con otros paisajes rituales de altura en el mundo, como los Andes o el Himalaya. En todos ellos, la combinación de aislamiento, altura y elementos naturales parece haber servido como marco para la expresión religiosa de las primeras comunidades humanas.
Referencias
- Vahe Gurzadyan, Arsen Bobokhyan. Vishap stelae as cult dedicated prehistoric monuments of Armenian Highlands: data analysis and interpretation. DOI: https://doi.org/10.48550/arXiv.2401.00634.
- Marr, N. Y., & Smirnov, Y. I. (1931). Les vichaps. Mémoires de l’Académie d’Histoire de la Culture Matérielle, tome I. Leningrad: Maison d’édition de l’Académie d’Histoire de la Culture Matérielle.
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: