El terremoto que sacudió a la Ciudad de México cuando Francisco I. Madero entró a la capital

En la historia de los sismos en la Ciudad de México, hay terremotos que causaron daños considerables, pero que por varias razones han pasado desapercibidos. Entre los sismos más fuertes que se recuerdan destacan los de 2017 y 1985, por sus efectos devastadores en la fisonomía de la ciudad y por la pérdida de vidas humanas.

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Sin embargo, hace más de 100 años hubo un terremoto en la capital del país que, a la luz de los acontecimientos de la época, marcó el final de una era y el inicio de otra. Este sismo ocurrió el 7 de junio de 1911, el mismo día que Francisco I. Madero entró triunfante a la Ciudad de México, casi 6 meses después de haber proclamado el Plan de San Luis desde su exilio en Estados Unidos y que dio inicio al movimiento revolucionario; por esa razón pasó a la historia como el “terremoto maderista”.

Apenas unos días antes de que Madero volviera a la capital del país, el 25 de mayo, Porfirio Diaz había renunciado a la presidencia luego de 26 años y 175 días en el poder, poniendo fin a una era marcada por los contrastes entre la modernización del país y una creciente desigualdad e inconformidad social que terminó por ser un factor determinante en la caída del régimen que encabezó por casi 3 décadas.

No obstante la magnitud de la tragedia, más de 100,000 personas se volcaron a las calles del centro de la ciudad para recibir a Francisco I. Madero. Foto: Archivo General de la Nación.

Cuando Madero llegó, la ciudad tembló

Tras la renuncia de Porfirio Díaz, se convocó a nuevas elecciones y Madero pudo volver de su exilio; el 7 de junio de 1911, unas horas antes de que llegara en ferrocarril a la antigua estación Colonia, en la calle de Sullivan, donde actualmente se encuentra el Monumento a la Madre, un fuerte sismo sacudió a la capital del país.

El terremoto, cuya magnitud se estimó en 7.6 con epicentro en las costas de Michoacán, ocasionó el colapso de casas, muros y columnas; derrumbó el cuartel de San Cosme y el altar de la Iglesia de San Pablo, entre otras edificaciones; dobló rieles de tranvía y produjo grietas en las calles, mientras las personas salían de sus casas gritando y rezando mientras buscaban ponerse a salvo, según crónicas periodísticas de la época. De acuerdo con cifras oficiales de entonces, 45 personas perdieron la vida en la Ciudad de México; otras 80 fallecieron en Jalisco: 49 en Ciudad Guzmán y 31 en Zapotlán.

No obstante la magnitud de la tragedia, más de 100,000 personas se volcaron a las calles del centro de la ciudad para recibir al héroe revolucionario que llegaba para inaugurar una nueva época. Según las crónicas periodísticas de entonces, centenares de personas de todas las clases sociales se reunieron en la estación Colonia, algunas con flores en mano, para dar la bienvenida al prócer, quien llegó en punto de las 12:20 horas, vestido de traje oscuro y sombrero de bola.

La euforia por ver al jefe revolucionario colmó las calles, desde el Paseo de la Reforma hasta el Palacio Nacional, sin embargo, el terremoto que apenas unas horas antes había devastado la ciudad fue un anuncio premonitorio de los años convulsos que estaban por venir, ya que lejos de haber terminado, la Revolución Mexicana recién comenzaba.

¿Qué ocurrió después?

Tras haberse convocado a nuevas elecciones, el 15 de octubre de 1911 Francisco I. Madero resultó vencedor en los comicios y el 6 de noviembre asumió la Presidencia de la República. No obstante su idealismo y su entusiasmo, Madero no contaba con la suficiente experiencia administrativa en el ámbito de las instituciones públicas. Y aunque planteó un programa basado en la no reelección y el respeto a las libertades, no modificó de fondo la estructura social y económica que había prevalecido en el porfiriato.

Durante los 15 meses que duró su gobierno, el régimen de Madero enfrentó rebeliones armadas, huelgas, conspiraciones e intrigas. Entre quienes se sublevaron contra su gobierno estuvieron los generales Bernardo Reyes, quien fue ministro de Guerra y Marina durante el porfiriato, y Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz. Ambos fueron encarcelados en distintos momentos, en la Ciudad de México, luego de haberse pronunciado contra el gobierno de Madero: Bernardo Reyes en la prisión militar de Santiago Tlatelolco y Félix Díaz en la cárcel de Lecumberri.

La Decena Trágica y el fin del régimen maderista

El 9 de febrero de 1913 otro general en retiro, Manuel Mondragón, logró movilizar artillería y militares a su mando para liberar a Bernardo Reyes y a Félix Díaz, y dirigirse los 3 al Palacio Nacional para consumar un golpe de estado, dando inicio al periodo conocido como Decena Trágica, un periodo de 10 días de combates que mantuvieron a la Ciudad de México bajo el fuego cruzado de los sublevados y las fuerzas leales al régimen.

Este oscuro episodio en la historia de México terminó con el arresto del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, quienes fueron obligados a renunciar y posteriormente fueron asesinados cerca de la Penitenciaría de Lecumberri

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Cortesía de El Heraldo de México



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