¿El ITAM aplaude a Genaro Lozano?

El 11 de septiembre de 2001 vi los ataques terroristas contra las Torres Gemelas de Nueva York en las pantallas de televisión de la cafetería del ITAM en San Ángel. Me encontraba en un receso de una clase que impartía a mis alumnos de la carrera de Relaciones Internacionales.

FERIA DE SAN FRANCISCO

Al salir del campus del ITAM caminé hacia avenida Revolución y poco antes de llegar, frente a un pequeño restaurante, escuché la voz de Rafael Fernández de Castro en una televisión que transmitía imágenes de las Torres impactadas por dos aviones.

Fernández de Castro se desempeñaba como jefe del Departamento de Estudios Internacionales del ITAM, y si no me equivoco, desde ese día, diversos medios de comunicación mexicanos rompieron con su etnocentrismo costumbrista y comenzaron a abrir sus ojos al mundo de manera sistemática a través de análisis de contextos.

Las peticiones de entrevistas que realizaban medios de comunicación a profesores del Departamento de Estudios Internacionales del ITAM ocurrían todos los días. Olga Pellicer, Duncan Wood, Rossana Fuentes-Berain, Jesús Velasco y Stephan Sberro, entre otros académicos, analizaban el cambio de rumbo de la geopolítica que terminarían provocando los ataques terroristas del 11-S.

Los alumnos de Relaciones Internacionales estudiaron la tragedia que acababa de ocurrir de manera práctica. No era la historia sino los sucesos del presente los que terminarían por marcarlos de por vida. Muchos de los alumnos decidieron ingresar al Servicio Exterior Mexicano (SEM).

Tenían la convicción meritocrática de escalar puestos y funciones dentro de la diplomacia mexicana. Nunca se imaginarían que 17 años después, el presidente López Obrador declararía una doble guerra: ideológica, en contra del ITAM, y diplomática, erosionando el Servicio Exterior Mexicano.

En efecto, y sin rodeos, AMLO fue un personaje que dañó al ITAM y a sus estudiantes. Por lo que toca a los diplomáticos, incumplió su promesa de no contaminar al SEM con nombramientos de políticos impresentables. AMLO premió a gobernadores priístas que entregaron la estafeta a Morena. El más grotesco: Quirino Ordaz, nombramiento con el que AMLO castigó a España porque el rey Felipe VI ignoró su petición del “perdón” a los pueblos originarios.

Por lo anterior, me sorprendió con desagrado el mensaje en X de la carrera de Relaciones Internacionales del ITAM (@RRII_ITAM) felicitando a Genaro Lozano por su designación como embajador en Italia.

Los aplausos de la carrera de Relaciones Internacionales, cuya jefa del departamento es Natalia Saltalamacchia, representan una profunda frustración para cientos de estudiantes que llevan 20 años en el SEM, y no han logrado ser promocionados como embajadores. La excepción es Gisele Fernández Lodlow, una estudiante brillante, nombrada embajadora en Nigeria; lleva 20 años en el SEM y tiene el rango de Consejera.

Casos de éxito son: Patricia Pinzón, cónsul titular en Albuquerque, y Roberto Nicolás, en Detroit.

El nombramiento de Lozano ocurre en uno de los peores momentos de la diplomacia mexicana en los últimos 50 años: sueldos pauperizados, alianzas con dictaduras que conllevan violación sistemática a los derechos humanos (decisiones que violan la Constitución), nombramientos políticos en exceso y, en general, una diplomacia dogmática.

En el ITAM, siendo subdirector de la revista Foreign Affairs Latinoamérica, a Lozano lo recuerdan como “berrinchudo”, “protagónico” y “obsesivo por ser el centro de atención”.

En una ocasión intentó romper con la estructura editorial de la revista publicando una carta editorial, adicional a la escrita por el director. “Si no sale como está prefiero que no vaya mi carta, en todo caso, escribo yo una carta en Reforma o en alguno de los medios en los que escribo”.

El rector Arturo Fernández y el profesor José Ramón Benito, tomaron distancia.

Así es el nuevo embajador.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de El Economista



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