
Cuando Donald Trump ataca al presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, por no bajar las tasas de interés como él quisiera, encuentra eco en su feligresía que está de acuerdo en querer pagar menos por sus créditos.
Resulta relativamente sencillo desde una postura populista irresponsable señalar a lo que por acá llaman a un tecnócrata que, además, se atrevió a gastar en la remodelación de las instalaciones del propio banco central.
El discurso de hoy de Jerome Powell en el Simposio Económico de la Reserva Federal en Jackson Hole, Wyoming, será lo más puntual y seguramente acertado para entender la trayectoria inflacionaria y de la economía de los Estados Unidos.
Pero para Trump lo que importa es lo que él imagine, en los términos en los que él lo quiera ver y que busca conseguir al costo que sea, porque al modo populista le acompaña un pulso autoritario.
Sin embargo, hay un indicador que para una mayoría resulta más influyente que Powell y más determinante que lo que quiera Donald Trump, ese marcador es la etiqueta de los precios al momento de comprar.
¿Qué dice Trump? Que su política arancelaria no afectará los precios y que, por lo tanto, pueden bajar las tasas de interés hasta en 175 puntos base.
¿Qué dice Powell? Que hay que esperar a ver el impacto real de los aranceles y que la Fed prioriza la estabilidad de precios y el máximo empleo sin prisas.
¿Qué ven los consumidores en los supermercados y tiendas departamentales? Lo que han visto hasta ahora es un impacto menor al esperado en los precios.
La realidad es que la expectativa inicial que planteó el presidente Trump era la aplicación masiva de altas tasas de impuestos de importación que provocarían efectos inmediatos en la cadena de suministros.
Lo cierto es que la política TACO (Trump Always Chickens Out) en materia arancelaria ha moderado el impacto del sobrecosto impositivo y las cadenas de ventas al menudeo mantuvieron altos inventarios que les permitieron moderar los incrementos.
Sin embargo, este fenómeno en el que los comercios adelantan las importaciones de bienes duraderos y muchos consumidores también se apuran a realizar sus compras antes del impacto arancelario, no puede durar por siempre.
Walmart, referente obligado del comercio al menudeo, no solo reportó un incremento en sus ganancias en términos anuales, sino que modificó al alza su expectativa de incremento en las ventas para este año fiscal, de esperar hasta 4.0% de incremento ahora podría llegar al 4.75 por ciento.
Pero el propio CEO de esta empresa, Doug McMillon, acepta que cada semana se incrementan sus costos.
Con el final del verano empieza también la etapa de compras al mayoreo para la temporada alta de ventas del cierre de año y ahí podría ser inevitable absorber los incrementos para no afectar al consumidor.
Si bien la política TACO ha contenido los precios de manera temporal, esta circunstancia tiene fecha de caducidad. Los inventarios se agotan y las cadenas de suministro ajustan sus costos.
Y así como hoy lo saben los directivos de las cadenas comerciales, así se enterarán pronto los consumidores, porque las compras navideñas seguro traerán menos regalos y el reflejo en el bolsillo de las ocurrencias arancelarias de Donald Trump.
La política TACO (Trump Always Chickens Out) en materia arancelaria ha moderado el impacto del sobrecosto impositivo y las cadenas de ventas al menudeo mantuvieron altos inventarios que les permitieron moderar los incrementos.
Cortesía de El Economista
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