Era una tarde como cualquier otra a orillas del Misisipi, en la tranquila localidad de Sartell, Minnesota. Dos amigos habían salido a pescar, como tantas veces. Pero aquel 9 de agosto de 2025, la rutina se vio interrumpida por algo inesperado. En la pantalla del sonar que utilizaban para rastrear peces apareció una forma inusual, alargada, sólida, que no correspondía con las habituales formaciones del fondo del río. Lo que parecía un bulto sin importancia se convirtió, días después, en un suceso histórico que ha conmocionado a toda la región: la posible resolución de una desaparición ocurrida en 1967.
Con la ayuda de la tecnología de sonar y el instinto de unos pescadores atentos, se localizó un automóvil antiguo sumergido a unos seis metros de profundidad en el cauce del Misisipi, justo a la altura de la cuadra 300 de Riverside Avenue North, en Sartell. El vehículo, un Buick Electra de los años 60, fue extraído del agua el 13 de agosto por el equipo de buceo conjunto de los condados de Stearns y Benton, en colaboración con los servicios locales de emergencia y una grúa especializada. Pese a estar cubierto de sedimentos y mostrar el deterioro esperable tras tantos años sumergido, el coche mantenía su estructura reconocible.
Pero lo más impactante vendría al inspeccionar su interior. Dentro del vehículo, las autoridades hallaron restos humanos, junto con efectos personales que permitieron identificar rápidamente al propietario del automóvil: Roy Benn, un vecino de Sauk Rapids desaparecido misteriosamente en septiembre de 1967.
Un caso olvidado que vuelve a la luz
Roy Benn tenía 59 años cuando fue visto por última vez. Dueño de un negocio local de reparación de electrodomésticos en St. Cloud, acababa de enviudar y, según las escasas pistas disponibles en su momento, llevaba consigo una cantidad significativa de dinero el día de su desaparición. Su último paradero conocido fue un club de cenas al norte de Sartell, pero después de eso, el silencio.
Durante años, la investigación se mantuvo activa, con numerosos intentos por localizar al desaparecido. Sin embargo, ni los rastreos, ni las entrevistas, ni los avisos de búsqueda dieron resultados concluyentes. Roy Benn fue declarado legalmente muerto en 1975. Desde entonces, el caso pasó a formar parte del archivo de personas desaparecidas del estado de Minnesota, uno de tantos enigmas sin resolver que con el tiempo se diluyen en el olvido colectivo.
Sin embargo, el destino —y el Misisipi— guardaban todavía la verdad.

Una cápsula del tiempo bajo el agua
El descubrimiento del coche ha sido tratado como una escena forense de alto valor histórico. Después de su extracción, el vehículo fue llevado a las instalaciones del Departamento de Policía de Sartell, donde fue procesado cuidadosamente por el equipo de criminalística del Buró de Aprehensión Criminal de Minnesota, en coordinación con los investigadores de los condados de Stearns y Benton. El número de identificación del vehículo (VIN) confirmó su conexión con el expediente de Roy Benn.
La confirmación definitiva de la identidad de los restos humanos dependerá de los análisis del Midwest Medical Examiner’s Office, que ya trabaja con muestras de ADN proporcionadas por familiares lejanos de Benn desde hace años, en previsión de un eventual hallazgo. Aun así, las autoridades han expresado una “alta certeza” de que se trata del empresario desaparecido hace casi 58 años.
El hallazgo no solo ha generado una fuerte respuesta emocional entre los descendientes de Benn, sino que ha reactivado el interés público por la historia local y por el valor que puede tener la tecnología —y la casualidad— a la hora de esclarecer casos históricos.
¿Accidente o crimen?
A pesar de las especulaciones que han surgido en redes sociales y foros comunitarios, no hay indicios claros de que Roy Benn fuera víctima de un crimen. Algunos sugieren que pudo haber sido víctima de un robo, mientras que otros, entre ellos familiares del desaparecido, creen más probable que se tratase de un accidente: una salida de carretera durante la noche, un deslizamiento fortuito, una tragedia sin testigos.
La zona donde fue hallado el vehículo coincide con un tramo del río de corriente moderada, rodeado de vegetación y sin mucha visibilidad desde la orilla. No es difícil imaginar cómo un coche pudo pasar desapercibido durante décadas, especialmente antes del uso extensivo de tecnologías como el sonar.
Y aquí es donde la historia se tiñe de cierto simbolismo: el caso de Roy Benn, al igual que muchos otros, no fue resuelto por grandes operativos policiales ni por confesiones tardías, sino por la casualidad de un pez mordiendo un anzuelo y una pantalla que mostró algo que no debía estar allí.

Historia, memoria y justicia tardía
Lo sucedido en Sartell es mucho más que un hecho policial. Es una historia con raíces profundas en la memoria colectiva del estado. En muchas familias del centro de Minnesota, el nombre de Roy Benn circulaba como un susurro, como parte de esos relatos que se transmiten con cierta melancolía, sin saber si pertenecen al pasado real o a la leyenda local.
Ahora, con este hallazgo, se cierra un ciclo. No solo para los parientes de Roy Benn, sino también para una comunidad que durante décadas vivió con una historia inconclusa. Saber qué ocurrió, aunque no se tenga aún una versión definitiva, tiene un poder simbólico enorme. Da sentido al esfuerzo de generaciones de investigadores, al compromiso de quienes no olvidan y, en este caso concreto, también al papel que pueden desempeñar ciudadanos comunes —como unos simples pescadores— en la recuperación de la historia.
Este caso, por improbable que parezca, es también un recordatorio de que los ríos no solo arrastran agua: también guardan secretos, verdades olvidadas, historias pendientes de ser contadas.
Cortesía de Muy Interesante
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