Nuevas evidencias genéticas demuestran movilidad de larga distancia entre África occidental e Inglaterra medieval a partir del ADN antiguo

La genética se ha convertido en una herramienta decisiva para iluminar aquellos episodios del pasado que apenas dejaron huella en los registros arqueológicos. La identificación de ascendencia africana en varios restos humanos procedentes de la Inglaterra del siglo VII se ha convertido en uno de esos hallazgos capaces de transformar nuestra comprensión de los patrones de movilidad y las interacciones sociales en la temprana Edad Media. Así lo afirma un reciente estudio, publicado en Antiquity por Leslie Aiello y su equipo, que se ha centrado en el análisis de dos individuos, uno procedente de Kent y otro de Dorset. Para sorpresa de la comunidad científica, sus perfiles genómicos han revelado conexiones directas con África occidental. Los sorprendentes resultados plantean cuestiones fundamentales sobre el alcance de los contactos intercontinentales en un momento en el que comenzaban a formarse las identidades políticas y culturales de la Europa noroccidental.

Durante el siglo VII, Inglaterra se encontraba en plena transformación. Los reinos anglosajones estaban consolidando sus estructuras de poder, el cristianismo comenzaba a expandirse y los contactos con el continente europeo se intensificaban. En este marco histórico, la idea de que pudiera existir un vínculo directo con África occidental puede parecer sorprendente. Sin embargo, el análisis de los restos humanos hallados en Kent y Dorset muestra evidencias genéticas que cuestionan las narrativas tradicionales: la Europa del siglo VII, por tanto, no fue un espacio aislado.

En este contexto, el área de Kent, por su proximidad al continente, fue un punto clave de intercambio comercial y cultural. Dorset, por su parte, contaba con asentamientos que mantenían conexiones marítimas con otros puntos del Atlántico. Por su posición geográfica, ambos lugares se convirtieron en espacios propicios para el tránsito de personas y mercancías. Sin embargo, hasta ahora se había subestimado la posibilidad de que se hubieran producido contactos tan lejanos como los que sugieren los datos genómicos.

Análisis de ADNa. Fuente: Sayer et al. 2025

Las evidencias del ADN antiguo

La investigación se centró en el ADNa (ADN antiguo) extraído de los restos óseos, una técnica que ha revolucionado los estudios arqueológicos al permitir reconstruir genealogías y linajes con gran precisión. El equipo se apoyó en técnicas de secuenciación de última generación. En el caso de estos dos individuos, las secuencias genéticas mostraron un patrón inequívoco: la presencia de un componente de ascendencia procedente de África occidental.

El individuo de Kent presentaba un perfil genético mixto, con una proporción significativa de ascendencia africana, junto a componentes europeos. El hallazgo resulta aún más relevante en el caso del individuo de Dorset, cuyos datos genómicos también confirman la misma procedencia. Estos resultados se obtuvieron mediante análisis comparativos con amplias bases de datos poblacionales que permitieron trazar las afinidades genéticas con precisión.

La metodología empleada, además, incluyó controles estrictos para descartar posibles contaminaciones modernas. El rigor de los análisis refuerza la solidez de la conclusión: en la Inglaterra anglosajona vivieron personas con vínculos genéticos claros con África occidental.

ADNa
El cementerio de Worth Matravers, en Dorset. En negrita aparecen los enterramientos usados para obtener muestras de ADNa. Fuente: Sayer et al. 2025

Implicaciones históricas del hallazgo

El descubrimiento plantea interrogantes sobre las dinámicas de movilidad en el mundo altomedieval. ¿Cómo llegaron estas personas o sus ancestros a Inglaterra? Una de las hipótesis más plausibles apunta a las redes comerciales de largo alcance, en las que el Mediterráneo, el norte de África y el Atlántico habrían jugado papeles clave. Puesto que el comercio de objetos de lujo, marfil, oro y esclavos vinculaba distintas áreas geográficas, no es improbable que individuos de origen africano se desplazaran a través de estos circuitos.

Otra posibilidad que han propuesto los investigadores apunta a que las conexiones se produjeron a través del Imperio bizantino y de las rutas marítimas que enlazaban África con el Mediterráneo oriental, desde donde los contactos habrían podido extenderse hasta el norte de Europa. En cualquier caso, el hallazgo demuestra que la movilidad humana en la Edad Media temprana fue mucho más amplia y compleja de lo que se suponía.

Cementerio de Updown, Kent
Tumbas de Updown, en Kent. Fuente: Sayer et al. 2025

Repercusiones para el estudio de la Inglaterra anglosajona

El estudio publicado en Antiquity obliga a repensar las nociones de identidad y diversidad en la Inglaterra anglosajona. La historiografía tradicional ha tendido a imaginar sociedades relativamente homogéneas y, en el caso de Inglaterra, a enfatizar el peso de las migraciones germánicas desde el continente europeo. Sin embargo, la presencia de individuos con ascendencia africana muestra que el paisaje humano de las islas fue mucho más rico y variado.

Estos resultados también sugieren que la diversidad biológica y cultural fue una característica estructural de las comunidades medievales, incluso en regiones periféricas del noroeste europeo. Reconocerlo no solo amplía la comprensión del pasado, sino que también contribuye a matizar los discursos actuales sobre las identidades nacionales y los supuestos orígenes “puros”.

Individuos medievales
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

La importancia del ADNa en la arqueología contemporánea

Los hallazgos de Kent y Dorset ofrecen un ejemplo paradigmático del papel del ADNa en la investigación arqueológica contemporánea. Gracias a estas técnicas, hoy es posible reconstruir biografías invisibles en las fuentes escritas. El análisis genómico abre un nuevo camino para explorar historias de movilidad, mestizaje y contacto que, de otro modo, permanecerían ocultas. En este caso, el ADN antiguo ha permitido documentar por primera vez conexiones genéticas entre África occidental y la Inglaterra medieval. Este resultado habría sido impensable hace apenas dos décadas.

El estudio de los individuos de Kent y Dorset, por tanto, constituye una aportación fundamental para la historia de la Inglaterra altomedieval y, más ampliamente, para la comprensión de las conexiones globales en el pasado. La detección de ascendencia africana occidental en los restos óseos de dos individuos del siglo VII demuestra que los destinos de la Europa atlántica y África estuvieron unidos en fases muy tempranas de la historia.

Referencias

  • Sayer, D., J. Gretzinger, J. Hines et al. 2025. “West African Ancestry in Seventh-century England: Two Individuals from Kent and Dorset”. Antiquity:1-15. DOI: 10.15184/aqy.2025.10139
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