Cada mes de septiembre es inevitable recordar los desastres naturales que causaron tragedias y horror entre la población de México. El 19 de septiembre es una fecha que trae a la memoria 2 terremotos que cambiaron para siempre a México.
El primero, de magnitud 8.1 en la escala de Richter, ocasionó severos daños, especialmente en la capital del país, el entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Curiosamente, también un 19 de septiembre, pero de 2017, otro movimiento telúrico, este de magnitud 7.1, ocasionó daños importantes a la ciudad y cientos de muertes.
A causa de estos sismos, cada 19 de septiembre se realiza en México un simulacro nacional en el que participan instituciones gubernamentales y privadas; en torno a esta fecha también se suelen promover acciones de prevención entre la población en diversos entornos.
En este sentido, es importante recordar que México es uno de los países con mayor actividad sísmica en el mundo debido a su contexto geológico, que entre otras cosas, se caracteriza por la interacción de 5 placas tectónicas: la Norteamérica, la del Pacífico, la de Cocos, la de Rivera y la del Caribe.

México, un país entre fallas geológicas
Entre las fallas más notables destaca la de San Andrés, localizada en Baja California, cuya fama mundial se debe a su alto potencial sísmico. A esta se suman los sistemas de fallas de Mexicali-Imperial y Bavispe, en el norte del país, así como las fallas que atraviesan el Eje Neovolcánico en estados como Jalisco, Colima y Michoacán. En el sur, en estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas presentan fallas asociadas al proceso de subducción de la Placa de Cocos, lo que explica la frecuente actividad sísmica en esa zona.
De acuerdo con el Servicio Sismológico Nacional (SSN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al 22 de agosto de 2025, se han registrado 21,824 sismos en lo que va del año, una cifra menor respecto a 2024, cuando se contabilizaron más de 29,000. La mayoría de los movimientos telúricos se ubicaron entre las magnitudes de 3.0 a 4.9 en promedio, mientras que solo se reportaron unos cuantos mayores a 6.0.
Al respecto, Sergio Almazán, geólogo del Instituto Politécnico Nacional (IPN) explicó que México es considerado un país altamente sísmico debido a su ubicación dentro del llamado Cinturón o Anillo de Fuego del Pacífico, zona donde se genera cerca del 90% de los terremotos más poderosos del planeta.
“México se encuentra en un territorio moldeado por 5 placas tectónicas. La más peligrosa para nosotros es la placa de Cocos, que se hunde poco a poco por debajo de la de Norteamérica y es responsable de los sismos más devastadores”, indicó en entrevista para El Heraldo de México.

Sismos intraplaca, otra amenaza latente
Sergio Almazán detalla que el territorio nacional se encuentra sobre la placa de Norteamérica, pero interactúa con otras cuatro: la de Cocos, la de Rivera, la del Pacífico y la del Caribe.
“La placa de Rivera, aunque más pequeña, genera sismos sobre todo en Jalisco y Colima”, explicó y añadió que la placa del Pacífico produce un límite transformante con la de Norteamérica, lo que ocasiona movimientos sísmicos principalmente en California, pero también en Baja California. Sobre el sureste del país, detalló: “La placa del Caribe afecta a la península de Yucatán, aunque de acuerdo con los registros no representa un riesgo sísmico tan alto como en otras zonas”.
El geólogo señaló que México también experimenta sismos intraplaca dentro de la placa de Norteamérica, como el de Acambay, en el Estado de México, ocurrido en 1912. “No son tan violentos ni frecuentes como los de subducción, pero pueden ser significativos”, apuntó.

Riesgos para la CDMX y formas de prevención
Sergio Almazán explicó que la Ciudad de México percibe con mayor intensidad los movimientos debido a que una buena parte está construida sobre el lecho de un antiguo lago. “El terreno funciona como una especie de gelatina. Con cualquier movimiento, la energía se amplifica”, dijo.
Sobre los microsismos que en los últimos años se han registrado en el Valle de México, el especialista aclaró que “como ocurren a muy poca profundidad, prácticamente debajo de nuestros pies, no hay manera de que sean alertados por los sistemas sísmicos. Se perciben de inmediato”. En contraste, los grandes terremotos originados en la costa pueden anticiparse entre uno y dos minutos gracias a la alerta sísmica. “Ese tiempo, aunque breve, es valioso para tomar medidas de protección”, añadió.
Almazán subrayó la necesidad de la prevención y de la cultura de protección civil. “Lo primero es que cada persona se ubique en el espacio físico que la rodea. Si vives en Guerrero, Michoacán o Chiapas, sabes que estás en riesgo por sismos; en la península de Yucatán, el riesgo son los huracanes; en Colima, la actividad volcánica”.
Asimismo, recomendó realizar simulacros de manera constante, preparar un kit de emergencia y conocer las rutas de evacuación y zonas seguras en viviendas, escuelas y centros de trabajo. También advirtió que en las zonas costeras es fundamental identificar las áreas altas, en caso de que ocurra un tsunami.
“Los simulacros son muy importantes. Siempre hay que saber actuar en el momento en que se dé la indicación y no olvidar que la prevención es nuestra mejor herramienta frente a cualquier fenómeno natural”, concluyó.
Cortesía de El Heraldo de México
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