¿Puede la IA acabar con la soledad en la tercera edad? Esto señala análisis sobre su uso

Un análisis del Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, habla sobre un panorama prometedor en la lucha contra uno de los problemas más apremiantes de nuestro tiempo: la soledad en los adultos mayores. 

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Según el análisis, titulado “Aplicaciones de IA para reducir la soledad entre los adultos mayores: una revisión sistemática de la eficacia y las tecnologías”, que revisó varios estudios sobre el uso de las tecnologías de inteligencia artificial, señala que éstas no solo ofrecen una esperanza, sino que ya demuestran ser una herramienta efectiva para mitigar el aislamiento y mejorar la calidad de vida de esta población.

IA, el nuevo aliado contra un mal silencioso

De acuerdo con el documento, en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos se advierte que el aislamiento social en adultos mayores se asocia con un mayor riesgo de demencia, enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares e incluso muerte prematura. 

Las intervenciones tradicionales, aunque valiosas, a menudo luchan por llegar a quienes más las necesitan.

En este contexto, las aplicaciones de IA emergen como una solución escalable y rentable. Según un análisis publicado en la base de datos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (PMC) bajo el título “AI Applications to Reduce Loneliness Among Older Adults: A Systematic Review of Effectiveness and Technologies” revisó la literatura científica disponible hasta enero de 2024. Los hallazgos apuntan a una conclusión clara: la IA tiene el potencial de transformar la forma en que brindamos apoyo emocional y compañía.

Robots sociales: más que una máquina

El estudio del NCBI, que analizó nueve investigaciones sobre el tema, identificó a los robots sociales como los protagonistas indiscutibles de esta revolución. Estos dispositivos no son simples asistentes, sino que están diseñados para interactuar de forma significativa, fomentar el compromiso emocional y ofrecer una compañía personalizada.

Tecnologías como el reconocimiento de voz, la simulación de emociones, y el procesamiento del lenguaje natural (NLP) les permiten entender y responder de manera contextualmente relevante, creando una interacción que se siente genuina. 

El análisis cita ejemplos como los robots Paro y PIO, que se utilizaron para facilitar la narración de historias y actividades físicas, y mostraron una reducción significativa en los niveles de soledad entre sus usuarios. 

Aunque otros dispositivos como asistentes de voz personales también mostraron potencial, los robots sociales destacaron por su capacidad para generar un compromiso emocional más profundo.

Efectos medibles y áreas de oportunidad

De los estudios revisados, seis reportaron una reducción significativa en la soledad, mientras que tres no mostraron efectos concluyentes. Los investigadores atribuyeron la falta de resultados en estos últimos a la corta duración de las intervenciones o a la baja frecuencia de interacción, lo que sugiere que la clave del éxito de la IA radica en el compromiso a largo plazo.

El análisis también subraya que la tecnología es solo una parte de la ecuación. Para que la IA sea verdaderamente efectiva, debe ser capaz de adaptarse y ofrecer un apoyo contextualizado. 

La investigación futura, según los autores, se debe enfocar en desarrollar soluciones a largo plazo y culturalmente competentes, que integren los avances de la IA con el apoyo humano para optimizar su eficacia y escalabilidad.

El futuro de la compañía artificial

Los resultados de este estudio no solo validan el potencial de la IA, sino que también señalan el camino a seguir. Con el rápido avance de tecnologías como los modelos de lenguaje a gran escala (como ChatGPT) y la disminución de los costos de producción de robots, la compañía artificial podría ser una realidad accesible para un número creciente de personas mayores.

En una sociedad donde la longevidad es cada vez mayor, la IA no se presenta como un sustituto del contacto humano, sino como un complemento vital. 

El reto ahora es refinar estas herramientas, diseñar intervenciones más prolongadas y frecuentes, y garantizar que la tecnología se adapte a las diversas necesidades de la población. 

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Cortesía de El Economista



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