La humanidad ha vivido periodos realmente críticos. Hace poco te contamos acerca de un terremoto ocurrido en 1556 que dejó casi un millón de víctimas fatales en China, y también tenemos dos guerras mundiales, una iniciada en 1914 y la otra en 1939; las bombas atómicas lanzadas sobre Japón en 1945, y hasta la pandemia de COVID-19 de 2020. Sin ir más lejos, 2025 no está siendo un año nada fácil con la guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza y la espiral inflacionista que pone los precios de muchos productos por los cielos.
Sin embargo, para muchos investigadores ninguno de estos está ni siquiera cerca de ser considerado el peor año para nuestra especie (a pesar de ser dignos contrincantes). Ese título, de acuerdo con los expertos, le corresponde al año 536, cuando todas las condiciones se dieron para dejar el recuerdo de que aquel periodo de tiempo fue el peor para los humanos.
Erupciones, hambrunas y plagas
De acuerdo con el historiador Michael McCormick, la clave para calificar el 536 como “el inicio de uno de los peores períodos para estar vivo” se encentra en una serie de erupciones volcánicas que cubrieron la atmósfera con partículas de azufre y bismuto. Este “velo” bloqueó la luz solar y provocó lo que se conoce como un invierno volcánico.
Los efectos fueron inmediatos. En Europa las temperaturas descendieron hasta 2.5 grados centígrados en promedio, marcando la década más fría de los últimos 2,300 años, y China llegó a registrar nieve en pleno verano. El hambre se extendió rápidamente entre las personas. El senador romano Casiodoro escribió en 538: “El sol parece haber perdido su luz habitual y tiene un tono azulado”.
El desastre no terminó ahí, ya que en 541, apenas unos años después de aquel verano sin sol, la peste bubónica entró al puerto egipcio de Pelusio. Esto marcó el inicio de la Plaga de Justiniano, que se propagó por el Imperio bizantino con consecuencias letales. Millones murieron en un mundo ya debilitado por el hambre y el frío.
¿Qué causó exactamente el oscurecimiento del mundo?
Investigaciones recientes han revelado poco a poco a que se debía aquel año tan crudo. Un estudio de 2018 liderado por McCormick sugiere que todo comenzó con una erupción catastrófica en Islandia a principios de 536, seguida por otras dos grandes explosiones volcánicas en 540 y 547. Los vientos extendieron las partículas hacia Europa y Asia, lo cual generó un efecto de enfriamiento global.
¿Cómo han llegado los científicos a esta conclusión? Mediante un análisis de anillos de árboles y núcleos de hielo de Groenlandia y la Antártida. Allí los investigadores hallaron restos de azufre y otros compuestos volcánicos. Aunque existen teorías alternativas (como polvo proveniente de cometas o erupciones submarinas), el consenso es que estos fenómenos tuvieron un origen volcánico.
Lo cierto es que el impacto de aquel verano sin sol fue devastador: las cosechas fallidas generaron crisis alimentarias en varias regiones, lo que a su vez favoreció estallidos de violencia. Según Miles Pattenden, historiador de la Universidad de Oxford, la humanidad enfrentó un invierno en el que “los cultivos no prosperaron. La gente pasó hambre. Y se alzaron en armas unos contra otros”.
Imagen de portada (izq.) | Pieter Bruegel, el Viejo, El triunfo de la muerte (1563).
Cortesía de Xataka
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