Hallazgo extraordinario: descubren en Huaca Yolanda un templo prehispánico ceremonial con un mural tridimensional nunca antes visto

En el árido y enigmático Valle de Chao, al norte del Perú, arqueólogos han descubierto un mural milenario que no se parece a nada hallado antes en la región. El hallazgo, liderado por la arqueóloga Ana Cecilia Mauricio y su equipo del Programa Arqueológico Ecodinámicas Tempranas (PRAET), ha sido descrito como único por su técnica, simbolismo y estado de conservación. Y lo más asombroso: podría tener entre 3.000 y 4.000 años de antigüedad, lo que lo convierte en uno de los murales más antiguos y sofisticados de la costa norte peruana. La revelación fue hecha pública en un comunicado oficial por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), institución a la que pertenece Mauricio, y ya ha comenzado a captar el interés de la comunidad internacional.

Un templo enterrado y un mural que desafía lo conocido

El mural se encuentra en el interior de lo que parece ser un atrio ceremonial, parte de un antiguo templo en forma de U, característica arquitectónica que remite a otras culturas tempranas como la de Caral. Según los investigadores, es muy probable que el muro haya sido cuidadosamente enterrado por sus propios constructores, una práctica común en las culturas andinas cuando se renovaban o abandonaban espacios sagrados. Esa decisión, tomada hace más de tres milenios, ha resultado ser crucial: gracias a ella, los pigmentos y relieves tridimensionales se han conservado sorprendentemente bien.

Lo que diferencia a este mural de otros similares en el Perú antiguo no es solo su antigüedad, sino la complejidad y audacia artística que revela. La obra combina técnicas bidimensionales y tridimensionales, colores intensos como el rojo, el azul, el amarillo y el negro, y figuras que parecen emerger del muro. Uno de los elementos más llamativos es la representación de un pez con cuerpo de red de pesca en volumen, flanqueado por motivos estelares y plantas, lo que sugiere una cosmovisión profundamente conectada con el mar, el cielo y la fertilidad de la tierra.

Presenta una decoración que combina relieves tridimensionales con figuras planas, todo ello elaborado con pigmentos en tonos rojo, azul, negro y amarillo
Presenta una decoración que combina relieves tridimensionales con figuras planas, todo ello elaborado con pigmentos en tonos rojo, azul, negro y amarillo. Foto: Pontificia Universidad Católica del Perú

Un lenguaje simbólico ligado al poder y la espiritualidad

Aunque las interpretaciones todavía están en proceso, los investigadores creen que el mural formaba parte de un complejo ceremonial vinculado al agua y la fertilidad, dos pilares fundamentales para las culturas de la costa norte del Perú, donde el desierto impone duras condiciones a la subsistencia. En este sentido, el templo habría sido un centro de poder espiritual donde chamanes —hombres y mujeres— ejercían funciones rituales esenciales para la cohesión social.

Las figuras antropomorfas, los peces con redes y las estrellas no son simples decoraciones. En el contexto de las sociedades formativas, estas imágenes podrían haber servido para canalizar la energía de los elementos naturales y propiciar la abundancia, especialmente en un entorno donde la pesca, la agricultura y los ciclos del agua eran claves para la supervivencia. Es más, la presencia de elementos celestes sugiere que quienes realizaron esta obra tenían un conocimiento avanzado de los ciclos astronómicos y su relación con las estaciones y las cosechas.

La lucha por conservar Huaca Yolanda

A pesar de la magnitud del hallazgo, el mural está en peligro. La expansión agrícola, el uso indiscriminado de maquinaria pesada y el saqueo sistemático de las huacas son amenazas reales que podrían borrar en semanas lo que ha permanecido intacto por milenios. De hecho, el mural fue encontrado en una zona donde ya se habían producido excavaciones ilegales, conocidas como huaqueo. Las grietas abiertas por los saqueadores expusieron accidentalmente parte del muro, lo que permitió su identificación y rescate justo a tiempo.

El equipo de PRAET ha hecho un llamado urgente a las autoridades peruanas para que se implementen medidas de protección inmediatas. Entre las más urgentes se encuentran la instalación de cercos perimetrales, vigilancia permanente y una cobertura adecuada del mural con materiales especializados para evitar su deterioro. Además, se están gestionando fondos para la conservación a largo plazo, que incluye análisis de pigmentos, datación por radiocarbono y la consolidación estructural del muro.

Pero no todo es pesimismo. En el cercano centro poblado de Tanguche, la comunidad ha comenzado a tomar conciencia del valor del sitio. Niños y adultos han participado en visitas educativas organizadas por los arqueólogos, y se ha propuesto crear un mural contemporáneo inspirado en el original, como símbolo de identidad cultural. Este tipo de participación ciudadana puede marcar la diferencia en la conservación del patrimonio arqueológico, un esfuerzo que va más allá de los muros y que involucra a toda una sociedad.

Los arqueólogos advierten sobre la urgente necesidad de implementar medidas de protección, tanto a nivel local como internacional, para evitar que este valioso hallazgo sea destruido por el avance de la agricultura o por actividades ilegales
Los arqueólogos advierten sobre la urgente necesidad de implementar medidas de protección, tanto a nivel local como internacional, para evitar que este valioso hallazgo sea destruido por el avance de la agricultura o por actividades ilegales. Foto: Pontificia Universidad Católica del Perú

Un legado milenario que apenas empieza a contarse

El mural de Huaca Yolanda es más que una expresión artística: es una ventana abierta a los orígenes de las sociedades complejas en el Perú prehispánico. Su antigüedad lo sitúa en una etapa crucial en la historia andina en la que surgieron los primeros templos monumentales, los centros ceremoniales y las redes de intercambio que conectarían la costa con la sierra y la selva. Descubrimientos como este permiten reconstruir no solo estilos de vida, sino también estructuras de poder, jerarquías religiosas y vínculos con el entorno natural que definen la identidad de estas civilizaciones ancestrales.

A diferencia de las grandes culturas que dejaron ciudades de adobe o cerámica abundante, las sociedades formativas suelen hablar a través de sus símbolos, sus plazas enterradas y, como en este caso, sus muros pintados. La revelación de este mural podría cambiar la forma en que entendemos el desarrollo del arte y la religión en los Andes antiguos, demostrando que ya desde etapas muy tempranas existía una profunda sensibilidad estética y una cosmovisión compleja que integraba todos los aspectos de la vida.

El desafío ahora no es solo seguir excavando y descubriendo, sino proteger lo hallado para que generaciones futuras puedan estudiar, aprender y maravillarse ante el legado de quienes, hace miles de años, pintaron peces y estrellas para hablar con los dioses.

OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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