Fuente de la imagen, Ritchie B Tongo/ EPA/Shutterstock
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- Autor, Tessa Wong
- Título del autor, Reportera digital para Asia, BBC
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Era una mañana de viernes cualquiera en la isla taiwanesa de Kinmen, a pocos kilómetros de la costa de China, cuando una sirena antiaérea rompió la calma.
En una oficina del gobierno local, la gente apagó las luces y se refugió debajo de las mesas. Otros huyeron a un aparcamiento subterráneo. En un hospital cercano, el personal se apresuró a atender a personas que llegaban tambaleándose con heridas sangrientas.
Pero la sangre era falsa y las víctimas eran actores voluntarios. Junto con los funcionarios del gobierno, participaban en los simulacros obligatorios de defensa civil y militar que se llevaron a cabo en Taiwán el mes pasado.
¿El objetivo? Ensayar su respuesta ante un posible ataque de China.
China lleva mucho tiempo prometiendo “reunificarse” con Taiwán, que goza de autogobierno, y para hacerlo no ha descartado el uso de la fuerza. Se trata de una amenaza que el gobierno taiwanés se está tomando cada vez más en serio.
El presidente de Taiwán, William Lai, que asumió el cargo el año pasado, está detrás de uno de los impulsos más fuertes en años para reforzar la defensa.
Sin embargo, uno de sus mayores retos es convencer a su propio pueblo de la urgencia de la situación.
Si bien su campaña de defensa ha obtenido apoyo, también ha suscitado controversia.

“Necesitamos estos simulacros de defensa, creo que existe cierta amenaza por parte de China”, afirma Ben, un profesional de las finanzas que trabaja en Taipéi.
“Pero las posibilidades de una invasión china son escasas. Si realmente quisieran atacarnos, ya lo habrían hecho”.
Al igual que Ben, la mayoría de la población de Taiwán -el 65% según una encuesta publicada en mayo por el Instituto de Defensa Nacional e Investigación Estratégica (Indsr), afiliado al ejército- cree que es poco probable que China ataque en los próximos cinco años.
Esto a pesar de que Estados Unidos ha advertido de que la amenaza a Taiwán es “inminente” y de que Pekín está preparando a su ejército para poder invadir la isla en 2027.
Los preparativos militares de Taiwán
Lai y su gobierno repiten a menudo una frase concreta para explicar qué les motiva: “Al prepararnos para la guerra, evitamos la guerra”. Han subrayado que no buscan el conflicto, sino ejercer el derecho de Taiwán a reforzar sus defensas.
Además de haber iniciado importantes reformas militares, también quieren aumentar el gasto en defensa en un 23% el próximo año. Esto lo situaría en 949.500 millones de dólares taiwaneses (US$31.000 millones), más del 3% de su PIB, tras la presión de Estados Unidos para que inviertan más en defensa.
Lai se ha comprometido a incrementarlo hasta el 5% para 2030.

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Tras prolongar su programa de reclutamiento obligatorio, Taiwán ha aumentado ahora los salarios y las prestaciones de los militares y ha introducido un entrenamiento más riguroso.
Estas medidas tienen por objeto abordar los problemas recurrentes de la escasez de tropas y la baja moral: los soldados se quejaban anteriormente de la mala calidad del entrenamiento y se les apodaba “soldados fresa” por su aparente debilidad.
Las maniobras militares anuales Han Kuang, que ensayan la respuesta militar a un ataque chino, se han renovado para sustituir los ejercicios programados por simulaciones más realistas.
La edición de este año ha sido la más larga y la más grande hasta la fecha, con la participación de 22.000 soldados reservistas, un 50% más que el año pasado.
Además de abordar la guerra en la zona gris y las campañas de desinformación, uno de los objetivos principales era prepararse para la guerra urbana.

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Los soldados ensayaron cómo repeler a las tropas enemigas en el sistema de transporte público, las autopistas y los suburbios de la ciudad.
En Taipéi, ensayaron la carga de misiles en helicópteros de combate en un parque ribereño y transformaron una escuela en un taller de reparación de tanques de combate.
Pero el gobierno también está preparando a sus ciudadanos para una invasión, aumentando la frecuencia y la escala de los simulacros de defensa civil.
Practica de evacuaciones, redadas y rescates
El mes pasado se llevó a cabo uno de los mayores simulacros jamás realizados, denominado “Ejercicio de Resiliencia Urbana”.
Durante varios días, todas las principales zonas urbanas de Taiwán se turnaron para realizar simulacros de ataque aéreo.
Los residentes de los distritos designados tuvieron que permanecer en sus casas, mientras que los hoteles, tiendas y restaurantes tuvieron que interrumpir su actividad.
Los pasajeros no podían subir ni bajar de trenes y aviones. Cualquiera que desobedeciera las órdenes se arriesgaba a recibir una multa.

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En el centro de Taipéi, equipos de emergencia y voluntarios practicaron la evacuación de personas heridas, la extinción de incendios y el descenso por edificios que habían sido decorados para que pareciera que fueron alcanzados por misiles.
Los equipos médicos clasificaron a los evacuados en un aparcamiento, vendando heridas y colocando bolsas de suero para goteros intravenosos bajo tiendas de campaña.
Algunos taiwaneses lo aprueban. “Creo que es algo positivo. Porque creo que la amenaza ha aumentado”, afirma el oficinista Stanley Wei.
“Fíjese en cómo China nos sigue rodeando”, prosigue, señalando que China ha estado realizando maniobras para rodear Taiwán con buques de guerra.
“Creo en la coexistencia pacífica con China, pero también necesitamos aumentar nuestra defensa”, señala Ray Yang, quien trabaja en informática.
“Antes de la guerra de Ucrania, no me importaba esta posibilidad [de un ataque chino]. Pero después de lo que pasó en Ucrania, he empezado a creer realmente que esto podría suceder”.

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Algunos, sin embargo, le restan importancia. “Aunque se produzca el ataque, ¿qué podemos hacer?”, argumenta el ingeniero Liu.
“De todos modos, no estoy seguro de que vayan a invadirnos. Esta amenaza siempre ha existido”.
“¿Por qué nos harían daño a nosotros, la gente común?”
En Kinmen, el escepticismo es aún más generalizado.
La pequeña isla, que fue escenario de enfrentamientos mortales entre las fuerzas chinas y taiwanesas a finales de los años 40 y en los 50, es considerada la primera línea de cualquier posible ataque.
Pero con la mejora de las relaciones a través del estrecho y los lazos económicos, muchos en Kinmen ven su cercanía a China más como una bendición que como una maldición.
Gran parte de la economía de Kinmen se orienta ahora a atender a los turistas chinos que cruzan en ferry el estrecho canal desde Xiamen, la ciudad china más cercana.

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Yang Peiling, de 77 años, lidera una tienda en Kinmen donde vende aperitivos tradicionales.
Cuando era niña, fue testigo de cómo las fuerzas chinas de Xiamen bombardeaban su isla durante la Segunda Crisis del Estrecho de Taiwán en 1958.
“Estábamos en la montaña recogiendo verduras silvestres cuando vimos cómo disparaban cañones y alcanzaban Kinmen”, recuerda.
“La gente gritaba: ‘Xiamen está en guerra’. Todo se tiñó de rojo”.
Yang y su familia sobrevivieron escondiéndose en cuevas de la montaña. Otros habitantes de su pueblo murieron.
Décadas después, recibe en su tienda a turistas de Xiamen que vienen a pasar el día.
“China no nos atacará ahora”, argumenta. “Todos somos chinos, todos somos una familia. ¿Por qué nos harían daño a nosotros, la gente común?”.
Más abajo, en una tienda de recuerdos, la dependienta Chen, está de acuerdo.
“Si vuelan nuestros edificios y nos matan, ¿qué sentido tiene reclamar una tierra así? Obtendrían un Taiwán que no tiene nada y que no les reporta ninguna ventaja”.
Muchos taiwaneses comparten esta opinión: que invadir Taiwán sería demasiado costoso e inútil para China.
Pekín ha subrayado en repetidas ocasiones que quiere una “reunificación pacífica”, lo que algunos interpretan como una señal de que quiere un Taiwán intacto.

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Pero Lai sostiene que China es una “fuerza extranjera hostil” que planea “anexionar” Taiwán y continúa con su “intimidación política y militar”.
Otro factor que ha tranquilizado durante mucho tiempo a los taiwaneses es que Estados Unidos está obligado por ley a ayudar a Taiwán a defenderse.
Aunque las encuestas sugieren que esta sensación de tranquilidad ha disminuido durante la actual administración del presidente Donald Trump, algunos siguen creyendo que Estados Unidos ayudaría a Taiwán en caso de un ataque, y que China sería reacia a verse envuelta en un conflicto militar directo con EE.UU.
“No se trata de una visión ingenua e inocente de que China no representa una amenaza para Taiwán y nunca atacaría Taiwán”, afirma Shen Ming-shih, analista de defensa del Indsr.
“Sí, Xi Jinping tiene intenciones estratégicas de guerra con Taiwán. Pero la fuerza militar actual de China no está a la altura de la de Estados Unidos”, opina.

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También existe la creencia de que la comunidad internacional acudiría en ayuda de Taiwán dada su enorme importancia en la industria mundial de semiconductores, añade.
Pero tras décadas de amenazas, ahora también existe “la sensación de que Pekín es como el niño que gritaba ‘¡lobo!'”, afirma Wen-ti Sung, politólogo del Centro de Taiwán de la Universidad Nacional de Australia.
“Psicológicamente, no se pueden tomar en serio todas las amenazas sin volverse locos. Por eso, la gente deja de prestar atención para priorizar su salud mental”.
El debate sobre si China invadirá
La posibilidad de una invasión china ha sido durante mucho tiempo un debate existencial en Taiwán.
Pero la urgencia de esta cuestión se ha agudizado con la reciente escalada de tensiones, especialmente tras la elección de William Lai el año pasado.
Lai, que insiste en que Taiwán nunca ha formado parte de China, y su Partido Democrático Progresista (PDP) son tachados de “separatistas” por parte del gobierno chino.
Pekín ha acusado al gobierno de Lai de antagonizarlos deliberadamente, en particular con la campaña de defensa.
El mes pasado, el Ministerio de Defensa de China calificó los ejercicios Han Kuang de “nada más que un truco de fanfarronería y autoengaño de las autoridades del PDP para secuestrar a los compatriotas taiwaneses a bordo de su carro de guerra de la ‘independencia de Taiwán'”.
Cualquier declaración formal de independencia por parte de Taiwán podría desencadenar una acción militar por parte de China, que tiene una ley que establece que recurrirá a “medios no pacíficos” para impedir la “secesión” de Taiwán.
Lai sostiene que Taiwán ya es una nación soberana y, por lo tanto, no tiene necesidad de declarar formalmente su independencia.

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Además de intensificar su retórica, China también ha enviado cada vez más aviones de combate y buques al espacio aéreo y las aguas de Taiwán.
China nunca ha confirmado la afirmación de Estados Unidos de que está preparando a su ejército para poder invadir Taiwán en 2027.
Sin embargo, es evidente que ha estado reforzando su ejército, su armada y su armamento, que se exhibirán en un desfile muy publicitado el próximo mes.
Los expertos están divididos sobre si China realmente planea invadir pronto. Pero muchos coinciden en que las tensiones, junto con los movimientos militares de China, aumentan la posibilidad de un enfrentamiento.
Desembarcos en playas, ataques con misiles y sabotaje de cables
Hay innumerables formas en las que China podría atacar.
Además de desembarcar en las playas de Taiwán o lanzar ataques con misiles, también podría organizar bloqueos aéreos y marítimos, o cortar los cables de comunicación submarinos.
Muchos de estos escenarios se ilustran en una serie de televisión financiada por el gobierno taiwanés que describe una invasión china ficticia.
Sin embargo, algunos, en particular el gobierno de Taiwán, creen que ya podría estar teniendo lugar una invasión más sutil: una en la que China intenta ganarse el corazón y la mente de los taiwaneses de a pie con la esperanza de que algún día elijan la unificación.

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Oficialmente, China ha estado fomentando las relaciones comerciales y económicas con Taiwán, así como los vínculos culturales.
De manera extraoficial, sin embargo, según analistas y funcionarios taiwaneses, Pekín también ha invertido en campañas de desinformación y operaciones de influencia.
Un estudio realizado por el Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, reveló que durante muchos años Taiwán ha sido el lugar más afectado del mundo por las campañas de desinformación iniciadas por un gobierno extranjero.
En marzo, Lai advirtió sobre la creciente influencia de China en la economía, la cultura, los medios de comunicación e incluso el gobierno de Taiwán, y anunció varias medidas para reforzar la seguridad.
Varios soldados y oficiales militares taiwaneses han sido encarcelados por presunto espionaje a favor de China. Miembros del PDP, entre ellos un antiguo asistente de Lai, también han sido acusados de espionaje.
Mientras tanto, las celebridades taiwanesas afines a China, los influencers de las redes sociales y los cónyuges chinos de ciudadanos taiwaneses han sido objeto de un estrecho escrutinio, y algunos han sido deportados u obligados a marcharse.
Lai también ha respaldado un movimiento popular muy controvertido cuyo objetivo es expulsar a los políticos de la oposición considerados demasiado cercanos a China.
La forma en que Lai se dirige a China avivará su furia
Hay algunos indicios de apoyo público a la campaña de defensa.
La encuesta del Indsr reveló que más de la mitad de los taiwaneses aprueban el aumento del gasto en defensa, y que un porcentaje aún mayor apoya la compra de armas estadounidenses.
Pero también hay inquietud. Una opinión es que la campaña de defensa y la retórica de Lai están provocando a China, lo que podría conducir a una guerra.

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“Creo que China es muy sencilla”, afirma Chen, dependienta de Kinmen. “Mientras no les digas que quieres la independencia, no te harán nada.
“Pero William Lai está loco por la forma en que se dirige a China. Eso avivará su furia. Nunca se sabe, quizá algún día Xi Jinping se enfade mucho y nos ataque”.
Las encuestas muestran sistemáticamente que la mayoría de los taiwaneses quieren mantener el statu quo, lo que significa que no quieren unificarse con China ni declarar formalmente la independencia.
La oposición política, dominada por el partido Kuomintang (KMT), acusa al gobierno del PDP de utilizar la perspectiva de una invasión china para sembrar el miedo y así obtener apoyo político.
Alexander Huang, director de asuntos internacionales del KMT, acusó al gobierno del PDP de “intimidar verbalmente a los chinos de forma innecesaria y dañar la estabilidad en el estrecho de Taiwán”.
Sin embargo, otros argumentan que los taiwaneses deben adoptar una postura firme contra China.
“Los ciudadanos deben reconocer que China es una amenaza para Taiwán, que puede recurrir a la fuerza y que actualmente se está preparando para hacerlo”, plantea el analista Shen.
“Por lo tanto, los responsables de la seguridad nacional y el ejército deben prepararse primero para ello”.

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Cortesía de BBC Noticias
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