Este caballito de mar se volvió “invisible” al perder parte de su ADN: la clave evolutiva del maestro del camuflaje

Cerca de los arrecifes del Pacífico occidental, entre ramas de coral que parecen salidas de un paisaje extraterrestre, vive un animal diminuto y casi imposible de ver. No es un mito marino ni una ilusión óptica. Se trata del Hippocampus bargibanti, un caballito de mar pigmeo que se esconde a plena vista gracias a un camuflaje tan perfecto que engaña tanto a depredadores como a buceadores. Su cuerpo reproduce con precisión los colores, formas y texturas del coral del que depende, hasta el punto de que durante años nadie supo que existía.

Un reciente estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha mostrado que este prodigioso mimetismo no se debe a una acumulación de adaptaciones genéticas, como cabría esperar, sino a una sorprendente pérdida de genes clave. El trabajo, liderado por un equipo germano-chino, ha secuenciado por primera vez el genoma completo del caballito de mar pigmeo y descubierto que su transformación evolutiva se debe, en gran medida, a lo que ya no tiene en su ADN. Lo que desapareció fue tan determinante como lo que quedó.

Una forma que desaparece en el entorno

La capacidad del caballito de mar pigmeo para fusionarse visualmente con su entorno no es anecdótica, puesto que es una cuestión de supervivencia. Su tamaño, de apenas dos centímetros, lo convierte en una presa fácil si no logra pasar desapercibido. Para evitarlo, ha evolucionado hasta desarrollar una textura corporal con pequeños nódulos que imitan los pólipos del coral Muricella, su anfitrión habitual. Además, su coloración cambia sutilmente para coincidir con la del coral específico donde vive.

Lo más llamativo de este caso es que estos cambios físicos tan específicos no se lograron añadiendo complejidad genética, sino suprimiéndola. El estudio descubrió que el Hippocampus bargibanti ha perdido al menos 438 genes completos en comparación con otros caballitos de mar, así como 635 genes adicionales que están presentes pero mutados y ya no funcionan. Estas pérdidas afectan no solo a la forma externa, sino también a sistemas internos fundamentales, como el inmunológico.

En el curso de la evolución, el caballito de mar pigmeo ha adaptado su apariencia casi perfectamente al coral en el que vive. Fuente: Frank Schneidewind

El gen perdido que modeló la cabeza

Una de las claves más sorprendentes del estudio tiene que ver con la forma de la cabeza del animal. A diferencia de otros caballitos de mar, que presentan un hocico alargado característico, el caballito pigmeo tiene un hocico corto, redondeado, similar a los nódulos del coral. Esta diferencia estructural no es casual. Los investigadores descubrieron que el gen hoxa2b, un gen regulador crucial en el desarrollo craneofacial, se ha perdido completamente en esta especie.

“Normalmente, una combinación de diferentes componentes genéticos hace que el hocico del caballito de mar crezca proporcionalmente más rápido que otras partes del cuerpo“, explica Axel Meyer, coautor del estudio. “En el caballito pigmeo, sin embargo, hemos descubierto que estas tasas de crecimiento están suprimidas porque el gen hoxa2b se ha perdido”. Esto mantiene la cabeza en un estado juvenil permanente, con proporciones pequeñas que coinciden mejor con la estructura del coral y mejoran su camuflaje.

El hocico corto del caballito de mar pigmeo le da una apariencia infantil. Fuente: Frank Schneidewind

Una piel diseñada por la pérdida

Además del hocico, la piel del Hippocampus bargibanti también revela huellas de una evolución por sustracción. La formación de los nódulos dérmicos que imitan el coral parece estar relacionada con la desactivación de ciertos genes que controlan la morfogénesis normal de la piel. Aunque aún no se ha determinado exactamente qué genes regulan la formación de estas protuberancias, los investigadores observaron una reorganización sustancial en los patrones de expresión genética durante el desarrollo embrionario, en especial en las regiones responsables del crecimiento de la cabeza y la piel.

El estudio también apunta a la pérdida de numerosos “interruptores genéticos”, es decir, secuencias reguladoras cercanas a los genes que no codifican proteínas pero que controlan cuándo y cómo se activan ciertos genes durante el desarrollo. Esta pérdida de control habría contribuido a que ciertos rasgos, como el hocico corto y la textura de la piel, se mantuvieran constantes desde las primeras etapas del crecimiento hasta la adultez.

El caballito de mar pigmeo tiene el tamaño de una miniatura y es difícil de detectar gracias a su camuflaje. Fuente: Frank Schneidewind

El sistema inmune más reducido entre los vertebrados

Uno de los descubrimientos más llamativos del estudio tiene que ver con el sistema inmunológico del caballito de mar pigmeo. El análisis genético reveló que esta especie ha perdido numerosos genes relacionados con la inmunidad, incluyendo los genes MHC, que codifican proteínas esenciales para reconocer y combatir agentes patógenos. Esto lo convierte, según los autores, en el vertebrado conocido con el repertorio inmunológico más reducido.

En otras circunstancias, esta fragilidad inmunitaria sería un grave problema. Sin embargo, el caballito pigmeo ha encontrado una solución inesperada: la vida en simbiosis con su coral huésped. Estos corales producen compuestos antimicrobianos naturales que actúan como una barrera química, protegiendo tanto al coral como al caballito. Al parecer, vivir permanentemente sobre el coral ha permitido al caballito desprenderse de parte de su sistema inmunológico sin sufrir consecuencias negativas.

El papel del sistema inmune en la reproducción

La pérdida de genes inmunitarios no solo influye en la defensa contra enfermedades, sino también en la forma en que estos animales se reproducen. En los caballitos de mar, el macho es quien incuba los embriones en una bolsa especial del abdomen. En la mayoría de los vertebrados, esta situación generaría una respuesta inmunitaria del cuerpo del macho contra los embriones, al considerarlos tejido ajeno. Sin embargo, en el Hippocampus bargibantila pérdida de genes inmunitarios habría facilitado esta peculiar forma de embarazo masculino al evitar el rechazo inmunológico de los embriones.

“Perder genes del sistema inmunológico fue necesario para debilitar la respuesta inmunitaria correspondiente”, indicó Axel Meyer. Esta adaptación ha permitido que la reproducción en el caballito pigmeo ocurra de forma más eficiente en un entorno donde el mimetismo, la inmovilidad y la simbiosis son claves para la supervivencia.

Evolución por descarte: una estrategia poco común

El caso del caballito de mar pigmeo rompe con la idea convencional de que la evolución opera añadiendo complejidad. En lugar de ganar nuevos genes, esta especie ha ganado ventajas adaptativas al eliminar partes de su genoma. Esto sugiere que, en ciertos contextos, la pérdida genética puede ser no solo beneficiosa, sino fundamental para la supervivencia.

“En todas estas adaptaciones vemos ejemplos de pérdidas masivas de genes y una aparente liberación paradójica de creatividad evolutiva, que en última instancia explica el aspecto inusual y la biología extraordinaria de estas criaturas”, escriben los autores del artículo. Esta perspectiva ofrece una nueva forma de entender cómo opera la selección natural, especialmente en organismos que dependen de una relación tan estrecha con su entorno.

Referencias

  • M. Qu, Y. Zhang, J. Woltering, Y. Liu, Z. Liu, S. Wan, H. Jiang, H. Yu, Z. Chen, X. Wang, Z. Zhang, G. Qin, R. Schneider, A. Meyer, Q. Lin (2025): Symbiosis with and mimicry of corals were facilitated by immune gene loss and body remodeling in the pygmy seahorse, Proceedings of the National Academy of Sciences, 122 (35) e2423818122. https://doi.org/10.1073/pnas.2423818122.
OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de Muy Interesante



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