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- Autor, Alexey Kalmykov
- Título del autor, BBC News Russian
Un mes es mucho tiempo en la política global.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, está en China otra vez. Pero en esta ocasión es diferente.
Por primera vez desde la invasión a Ucrania, Putin visita a su principal aliado no como un vasallo del presidente de China, Xi Jinping, acorralado por las sanciones económicas occidentales, sino como un líder mundial que habla de tú a tú con el presidente de EE.UU., Donald Trump, quien lidera el país más rico y con el mayor ejército del planeta.
O sea, el principal rival de China.
Esta visita a China es una victoria para Putin después de su cumbre en Alaska el pasado 15 de agosto, en la que Trump lo recibió de forma ceremoniosa y le dio la bienvenida a suelo estadounidense.
Putin lo persuadió para que no le pidiera de nuevo que dejara de bombardear Ucrania y para que abandonara sus amenazas de aplicar nuevas sanciones a Rusia.
Y en China, Putin tiene una gran fiesta de bienvenida: más de una decena de líderes regionales se reúnen en la ciudad de Tianjin para la cumbre de dos días de la Organización para la Cooperación de Shanghái (SCO, por sus siglas en inglés).
De este grupo hacen parte el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un -nada ajeno a las arengas antioccidentales-, y el primer ministro de India, Narendra Modi, cuya relación con Washington y Pekín es mucho más compleja.
Pero eso es apenas el comienzo
Este miércoles, en Pekín, van a asistir a un desfile militar para conmemorar el 80º aniversario del fin de la II Guerra Mundial y celebrar la “victoria del pueblo chino en la resistencia ante la agresión japonesa y la victoria en la guerra contra el fascismo”.
Entonces, ¿son estos dos eventos una señal de fortaleza de una alianza global contra EE.UU.?
Y ¿está este bloque Rusia-India-China (RIC) -un poderoso grupo que tiene como objetivo hacer de contrapeso al dominio occidental en los asuntos internacionales pero que ha estado inactivo en los últimos cinco años- reactivándose en un momento en el que la guerra comercial de Trump se está calentando?

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Más unidos
De acuerdo a varios expertos, esta inusualmente larga visita de Putin a China tiene como objetivo demostrarle a Occidente que la “gran amistad” entre Moscú y Pekín cada día es más fuerte.
Y que la intención de EE.UU. de enfrentar a ambos gobiernos no va a tener éxito.
Incluso, señalan los analistas, si Trump entrega Ucrania a Rusia y levanta las sanciones, Moscú no se va a alejar de China.
Estos analistas señalan que el que fuera secretario de Estado de EE.UU. bajo la presidencia de Richard Nixon, Henry Kissinger, logró sacar a China de la esfera de influencia de la Unión Soviética en los años 70.
Pero en ese momento las relaciones entre Pekín y Moscú eran tensas.
Ahora las cosas son diferentes.
“Al incrementar la presión comercial sobre Pekín, el gobierno de Trump solo está fortaleciendo el eje China-Rusia. Y los intentos de debilitar el vínculo entre estos dos países, como hizo Kissinger años atrás, no ha producido resultados tangibles”, le dijo a la BBC Pierre Andrieu, un exdiplomático experto en relaciones entre China y Rusia del Instituto de Políticas de la Sociedad Asiática.
“Si la estrategia de Estados Unidos para lograr ese distanciamiento es levantar las sanciones contra Moscú o terminar la guerra en Ucrania, entonces Washington menosprecia la complejidad de esta asociación”, señaló un analista anónimo experto en las relaciones entre China y Rusia en un artículo publicado en el portal del Centro de Análisis de Políticas Europeas.

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China se ha convertido en el principal comprador de recursos energéticos rusos y el principal proveedor de autos y otros bienes a Rusia después de la salida de este país de las compañías occidentales.
Pero lo llamativo es que la invasión a Ucrania también ha fortalecido los vínculos entre Rusia y China.
“Ambos países se oponen al liberalismo occidental y desafían la hegemonía de EE.UU. Ambos países son poderes nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Sus intereses estratégicos coinciden”, explicó Andrieu.
“En términos económicos ambos se complementan: Rusia tiene un poderío de recursos naturales y China es potencia industrial y tecnológica”, señaló el experto.
Andrieu cree también que la relación personal entre ambos líderes es clave.
Putin y Xi tienen mucho en común. Tienen la misma edad, crecieron bajo la influencia del comunismo soviético y han estado en el poder durante un largo tiempo.
Ambos han construido poderes autoritarios y no parecen tolerar ningún disenso.
Poco antes de la invasión a Ucrania en 2022, Putin y Xi firmaron un documento en el que señalaban “la amistad sin fronteras y la cooperación sin zonas prohíbidas” entre ambos países.
Xi llama a Putin “amigo muy querido”. De hecho, es el líder con el que más se ha reunido durante su gobierno: más de 40 veces.
Pero esta vez es especial.
China también se beneficia de mantener a Putin bajo control e impedir que mejore sus relaciones con Occidente.
Además, a Pekín no le conviene que Rusia se fortalezca, explica Patricia Kim, experta en políticas internacionales del Instituto Brooking de Washington.
“Lo mejor para Pekín es una Rusia fuerte para hacerle frente a Occidente, pero no tanto para que salga de la órbita de China”, apuntó Kim.
“Rusia es un socio útil de China. Le ayuda a Xi a mantener la estabilidad tanto dentro como fuera del país, especialmente en la región de Asia Central”, explicó Andrieu.
“También ayuda Pekín a movilizar el apoyo del sur global y promover un modelo alternativo a lo que propone Occidente”, añadió el experto.
Modi se suma a la alianza

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El tercer miembro de este triunvirato -India- ha tenido una relación tempestuosa tanto con Pekín como con Washington, por lo que podría acabar con cualquier empeño de revivir el bloque.
La reunión de Xi y Modi en el marco de la cumbre de Tianjin -la primera visita del líder indio a China en 7 años- es muy significativa.
Lo dos países no han hablado mucho desde las tensiones en la frontera en 2020 en el valle de Galwan.
Pero el incierto panorama económico en el horizonte de India ha hecho cambiar las realidades.
Trump ha impuesto elevados aranceles a los productos indios como castigo por comprar petróleo ruso, lo que ha hecho que se acerquen dos países que parecían enemigos.
Xi le dijo a Modi que China e India deberían ser socios, no rivales, mientras que Modi señaló que ahora hay un ambiente de “paz y estabilidad” entre ellos.
Ambos países no solo son los más habitados del planeta, sino también dos de las mayores economías.
Modi anunció que los vuelos entre India y China -suspendidos desde los incidentes en la frontera- se reactivarán, pero sin especificar una fecha.
Xi indicó que “ambas naciones necesitan acercarse y manejar su relación desde un punto de vista estratégico y con una perspectiva a largo plazo”, y que “ser amigos es la decisión correcta para ambas partes”.
¿Qué significa esto para el futuro de las alianzas?
Los analistas afirman que si la unión entre los tres países se reactiva eficazmente —algo que tanto Rusia como China han dicho que quieren que suceda— ello podría contrarrestar la influencia de Washington, junto con otras alianzas como el grupo Brics (creado en 2006 por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Sin embargo, al menos India se ve obligada a encontrar un equilibrio, especialmente debido a las realidades económicas derivadas de los aranceles de Trump. Junto a esto, también debe afrontar profundos problemas de confianza con China.
Los expertos afirman que India desea mantener una política exterior independiente.
El recuerdo de los feroces enfrentamientos fronterizos con China sigue vivo.
Y a India le preocupa la estrecha relación de Pekín con su antiguo enemigo, Pakistán.
Además, la intensa diplomacia de décadas que ha acercado a India y EE.UU. tendría que ser desmantelada y posiblemente abandonada.
Ese podría ser un precio demasiado alto como para que India se sume por completo a una alianza antiWashington.

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Sin embargo, las imágenes de esta semana son difíciles de ignorar. Putin y Kim estarán entre los jefes de Estado que se espera que asistan al desfile militar en Pekín, junto con el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian.
El evento, cuidadosamente coreografiado, presentará a miles de militares marchando en formación por la histórica plaza de Tiananmén.
Por primera vez en la historia, este miércoles 3 de septiembre, los líderes de China, Rusia, Irán y Corea del Norte se encontrarán en un mismo lugar.
“¿Será esta reunión la primera cumbre del ‘eje de las autocracias’?”, se pregunta Neil Thomas, experto en China del Instituto de Política de la Sociedad Asiática.
Es improbable que esta unión dure mucho, afirma, porque sus participantes tienen objetivos diferentes y no confían entre sí.
“Pero la presencia de Putin, Pezeschkian y Kim pone de manifiesto el papel de China como la principal potencia autoritaria del mundo”, concluye.
Por lo tanto, los acontecimientos de esta semana en China son tal vez una poderosa muestra no necesariamente del papel de alianzas como la OCS, el RIC y los Brics para contrarrestar a Washington, sino más bien de la consolidación de la posición de China en el centro mismo de cualquier alianza de ese tipo en el futuro previsible.
Con información adicional de BBC Global Journalism y BBC News

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