Descubren en Jerusalén una rara moneda de oro de 2.200 años con una reina egipcia olvidada que inspiró una constelación

Durante una excavación en el Parque Nacional de la Ciudad de David, en pleno corazón histórico de Jerusalén, un equipo de arqueólogos ha desenterrado una moneda de oro de valor incalculable. Se trata de un cuarto de dracma con más de 2.200 años de antigüedad, acuñado durante el reinado del faraón Ptolomeo III y que lleva el rostro de su esposa, la reina Berenice II de Egipto. Esta pieza, tan pequeña como una uña y casi pura en su composición (99,3% de oro), es una de las apenas 20 monedas conocidas de su tipo en el mundo… y la única descubierta fuera de Egipto y en un contexto arqueológico controlado.

Lo que al principio parecía solo un destello entre el polvo removido por las palas de los arqueólogos ha resultado ser una auténtica bomba histórica. Porque más allá de su belleza, esta moneda encierra un relato de poder, conexiones internacionales y una Jerusalén mucho más rica y compleja de lo que hasta ahora creíamos para el siglo III a.C.

El oro de Egipto brilla en Jerusalén

La moneda fue hallada en el área de excavación conocida como el estacionamiento Givati, un espacio que desde hace años viene revelando tesoros ocultos bajo capas de tierra y siglos de historia. Este enclave, situado junto al antiguo núcleo de la ciudad, ha sido protagonista de varios descubrimientos relevantes. Pero este hallazgo en particular, confirmado por la Autoridad de Antigüedades de Israel y presentado al público como parte de su 26ª Conferencia Anual, ha capturado la atención de expertos internacionales.

El anverso muestra a Berenice II retratada como una reina helenística: lleva un diadema, velo y collar, atributos que indican no solo su realeza, sino su autoridad política. En el reverso aparece un cuerno de la abundancia (cornucopia) entre dos estrellas, rodeado por la inscripción griega Basileisses (“de la reina”), un título poco habitual para mujeres en aquella época. Su inclusión refuerza la hipótesis de que no fue una consorte decorativa, sino una figura de poder real en el Egipto ptolemaico.

Según los arqueólogos, la moneda habría sido acuñada en Alejandría, Egipto, en algún momento entre los años 246 y 241 a.C., durante el apogeo del reino ptolemaico
Según los arqueólogos, la moneda habría sido acuñada en Alejandría, Egipto, en algún momento entre los años 246 y 241 a.C., durante el apogeo del reino ptolemaico. Foto: Eliyahu Yanai

Se cree que estas monedas fueron acuñadas en Alejandría, posiblemente como recompensa a soldados egipcios tras su participación en la Tercera Guerra Siria, un conflicto clave entre el reino ptolemaico y el Imperio seléucida. ¿Pero cómo terminó una de ellas en Jerusalén?

Una ciudad que no era lo que parecía

Durante décadas, la visión académica dominante ha sostenido que Jerusalén, tras la destrucción del Primer Templo a manos del ejército babilónico en el 586 a.C., quedó reducida a una ciudad marginal, pobre y aislada. Sin embargo, hallazgos como este obligan a replantear seriamente esa narrativa.

La presencia de una moneda de oro tan exclusiva sugiere que Jerusalén no solo estaba conectada con las principales potencias del mundo helenístico, sino que también había recuperado cierto grado de esplendor. Si esta moneda circuló o fue guardada como un objeto valioso en Jerusalén, es señal de que existía una élite local capaz de relacionarse con los centros de poder alejandrinos o incluso participar en sus conflictos como aliados o mercenarios.

Además, otras piezas encontradas en la misma zona —entre ellas joyas y objetos de lujo de época similar— refuerzan la imagen de una ciudad vibrante, activa económicamente y vinculada a las rutas comerciales mediterráneas. Este es un testimonio de una Jerusalén que, lejos de ser una sombra de su pasado, se encontraba en plena reconstrucción y con vínculos políticos mucho más amplios de lo que se creía.

Berenice II: la reina que inspiró una constelación

La figura de Berenice II, más allá del oro que porta su imagen, encarna una historia de poder, tragedia y astronomía. Gobernó primero en Cirenaica (la actual Libia oriental) antes de unir su reino al de Egipto a través de su matrimonio con Ptolomeo III. Fue una mujer instruida, promovida como diosa en el culto oficial y recordada incluso por haber ofrecido un mechón de su cabello a los dioses por la victoria de su esposo en la guerra, un gesto que inspiraría la constelación Coma Berenices.

Pero su final fue brutal: tras la muerte de su esposo y la llegada al trono de su hijo, fue asesinada por el regente Sosibio, temeroso de su influencia. Este trágico final no impidió que su imagen se perpetuara en monedas como la encontrada en Jerusalén, símbolos de una época donde la política y la divinidad se entrelazaban en cada gesto del poder.

Los investigadores creen que esta diminuta moneda de oro pudo formar parte de una recompensa otorgada a soldados que regresaban de la Tercera Guerra Siria
Los investigadores creen que esta diminuta moneda de oro pudo formar parte de una recompensa otorgada a soldados que regresaban de la Tercera Guerra Siria. Foto: Eliyahu Yanai

La arqueología como reescritura del pasado

El hallazgo de esta moneda ha desencadenado un torrente de nuevas preguntas entre los arqueólogos e historiadores: ¿fue un regalo diplomático? ¿Llegó como parte del botín de guerra? ¿O pertenecía a un funcionario egipcio en Jerusalén?

Lo que sí parece claro es que su descubrimiento está cambiando la manera en que entendemos la historia antigua de la ciudad. Por primera vez, contamos con pruebas materiales que conectan a Jerusalén directamente con los juegos geopolíticos del mundo helenístico. Y eso convierte a esta pequeña moneda en mucho más que un objeto brillante: es un documento vivo que desafía las narrativas asumidas, abre nuevas líneas de investigación y nos recuerda que la arqueología no solo excava tierra, sino también certezas.

El oro de Berenice ha salido a la luz después de más de dos milenios, y con él, una Jerusalén inesperada empieza a asomar entre los sedimentos de la historia.

Cortesía de Muy Interesante



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