Los recovecos que puede tener una relación maternal son abordados en La llegada del hijo, el drama con Maricel Alvarez y Angelo Mutti Spinetta que estrenó ayer jueves, tras su paso por los Festivales de San Sebastián y Mar del Plata, entre otros. El hijo sale de la cárcel y el reencuentro con su madre no es el que uno esperaría.
Dialogamos con sus directoras, Cecilia Atán y Valeria Pivato, sobre la temática y sobre el cine argentino actual.
-¿Cuál fue el punto de origen de “La llegada del hijo”?
-(Valeria Pivato): Lo primero que nos preguntamos fue cuál es el límite del amor (maternal). ¿Hasta dónde debe llegar la incondicionalidad de una madre en relación a su hijo? ¿Qué debe hacer una madre frente a un hijo que ha producido un hecho de violencia, que ha causado un daño irreparable? Y nos propusimos poner en tensión el vínculo maternofilial de Sofia con su hijo Alan, para exponer cómo muchos de los mandatos invisibles que nos forjan como madres vienen de generaciones anteriores y los repetimos, muchas veces, sin cuestionamiento alguno, hacia nuestros hijos.
-¿Hay una línea que continúa la de su opera prima, “La novia del desierto”?
-(Cecilia Atán): Sí, definitivamente. Teresa y Sofía tienen muchos puntos en común, son mujeres con una edad en donde todo parece ya haber sido dicho. Nuestro deseo de bucear en los mandatos invisibles, tan naturalizados y en los modelos hegemónicos que nos condicionan como mujeres en nuestras profesiones, actos de cuidado y obligaciones hermana a los dos personajes. Pero al mismo tiempo los desafíos que como autoras y directoras nos planteamos en ambas películas fueron distintos y sin bien son obras que dialogan en varios niveles, el resultado es bien diferente.
-La película aborda, en sí, los límites del amor maternal, pero también en un sentido más amplio.
-(Valeria): Aunque en esa búsqueda inicial, la llave para entrar a la historia fue el amor maternal, quisimos abordar los límites del amor, pero también hablar de ese sentimiento en una dimensión más universal, la de un amor romántico y el encuentro de ese otro en un momento inesperado de nuestras vidas.

En el devenir de la película entendemos mucho del rol de Sofía como madre a partir de conocer su experiencia como hija. Y acá surge algo interesante, pensar en el amor maternal, pero también, y por qué no, en el malquerer de los hijos.
-¿El amor de una madre es siempre incondicional? En el vínculo madre hijo/a, ¿todo puede perdonarse?
-(Cecilia): No debería serlo y La llegada del hijo es una película que despliega una hipótesis, en donde el límite moral de esa madre se pone en cuestión. Hay tantas madres como formas de maternar en el mundo y creemos que la que pregunta que sobrevuela el relato no tiene una única respuesta.
-¿Cuánto tuvo que ver la escritura del guion con sus propias realidades?
-(Valeria): La película la comenzamos a escribir hace más de 5 años y en ese momento mi hijo era un niño. Pero, justamente, el año pasado cuando estrenamos en el Festival de San Sebastián, su edad era exactamente igual a la del personaje de Alan. Y surgió una pregunta que siempre voy a agradecer: “Mamá, ¿cuánto de real hay en tu peli?”… Entendimos que el amor conlleva siempre una responsabilidad.
-(Cecilia): Comencé a escribir esta historia sin ser madre y con el fin que permitiera pensar a los personajes desde otra mirada. En el transcurso del desarrollo del proyecto quedé embarazada. Genaro tiene dos años y conoció el set de La llegada del hijo con poquitos meses de vida. Su llegada cambió todo para mí, pero sin duda afectó a todos los que formamos parte del proceso de la película. Convertirme en madre me reveló una zona del amor absolutamente desconocida y eso, por supuesto, transformó hondamente mi vínculo emocional con el personaje de Sofía, ahora comprendiendo desde el cuerpo su agitación, su conmoción, su desasosiego.

-Hablemos de la selección del elenco, el proceso de casting.
-(Valeria): El trabajo con los actores es una arista de la dirección que nos apasiona. Creemos que este proceso comienza particularmente en la instancia de casting. En este caso particular, la película presentó el desafío de trabajar con personajes que transitan dos épocas. Todos están articulados a partir de un hecho bisagra que los va a marcar para siempre. Para Sofía, que se mueve entre matices silenciosos de dos extremos de la naturaleza humana: el amor y el dolor buscábamos con nuestra directora de casting Tati Rojas, a una actriz que pudiera desmenuzar estos sentimientos y expresar con sensibilidad sus variaciones. Maricel se impuso como nuestra Sofía: la llenó de humanidad a través de una interpretación delicada, frágil, compleja.
-(Cecilia): A Angelo Mutti Spinetta lo teníamos en la cabeza desde las primeras versiones de guion. De todos modos, hicimos casting también para el personaje de Alan y allí lo conocimos. El impacto fue inmediato. Angelo tiene una fuerza en su “physique du rôle” enorme y en todo caso, lo que fuimos confirmando tenía que ver con la posibilidad de que él mismo interpretara las dos épocas que transita su personaje, a los 16 y a los 20 años.
-(Valeria): Con Cristina Banegas, fue una delicia el trabajo conjunto de exploración de su personaje. En uno de nuestros primeros encuentros, nos hizo una pregunta simple pero enormemente necesaria: ella nos preguntó a quién ama Sara y desde esa humanidad que Cristina nos proponía, que refleja además con mucha verdad las relaciones humanas, empezamos la construcción de su personaje. Y Greta Fernández fue para nosotras y para la película, lo que su personaje -Ángeles- significó para Sofía: un oasis, un nervio vital, un claro de luz que contrasta y sostiene al relato entero. Y tuvimos la fortuna de poder organizar el calendario de rodaje de manera tal de darnos el tiempo de ensayar y abordar juntas las incógnitas que se presentaban en el ejercicio de sus secuencias, todas de muchísima entrega emocional y gran compromiso.
-No debe ser lo mismo dirigir a Maricel que a Angelo.
-(Cecilia): No, en absoluto. Y si sumamos a Cristina Banegas, una maestra de la interpretación, hay un abanico de abordajes bien diferentes.

-La película tuvo su premiere hace casi un año, en el Festival de San Sebastián. ¿Cómo se puede estar con la película bajo el brazo sin estrenarla?
-(Valeria): Es una muy buena pregunta, pero la verdad es que uno de los grandes aprendizajes de hacer cine es desarrollar la paciencia y respetar el proceso singular de cada proyecto. Tras San Sebastián luego comenzó su recorrido por festivales internacionales. En noviembre ganamos el Astor Piazzolla a la mejor película en la competencia nacional del Festival Internacional de Mar del Plata, en mayo estrenó en España. Acompañar ese recorrido internacional, sumado al contexto cultural argentino, hizo que tengamos que esperar hasta ahora para estrenarla. La abolición de la cuota de pantalla en las salas cinematográfica complica muchísimo los estrenos nacionales y es una medida que atenta directamente contra la distribución de nuestra cultura.
-“La llegada del hijo” ganó como mejor película en el Festival de Mar del Plata, en noviembre pasado. ¿Qué sienten que significa, en términos de proyección, ese premio si no pudieron estrenar pegado al festival?
-(Cecilia): Es un premio importante, en uno de los pocos festivales Clase A del mundo, pero que pierde fuerza de empuje justamente por la dilación en el estreno comercial. Como dijimos antes, las condiciones no están dadas desde el INCAA para apoyar los estrenos y los circuitos de distribución de nuestro cine. La batalla cultural no fue sólo contra el fomento, parece ser un esquema más complejo que tiene como consecuencia directa des-democratizar el acceso a la producción cinematográfica.

-¿Ustedes contaron con apoyo del INCAA para esta película?
-(Valeria): Sí, porque la película obtuvo su clasificación en la gestión anterior. El rodaje lo comenzamos un día después de las últimas elecciones presidenciales y terminamos unos días antes del cambio de gobierno.
-¿Y con “La novia del desierto”?
-(Cecilia): También contamos con apoyo del INCAA. Ganamos el concurso de opera prima en su momento y eso nos obligó a ser no sólo guionistas y directoras de la película, sino también productoras. Fue un proceso muy arduo, pero en el que aprendimos mucho. Y tuvimos una gran recompensa, debutar en el Festival de Cannes, en la sección oficial Un certain regard.
-¿Cómo ven la realidad del cine argentino?
-(Valeria): Resulta difícil escindir lo que pasa en el cine de lo que pase en otros aspectos fundamentales de nuestra sociedad. Es muy triste este cambio de paradigma en el mundo, pero además, en la Argentina se da de forma más brutal, donde uno tiene que defender y explicar -entre otras cosas- por qué una película, un libro, una obra de teatro son creaciones necesarias.
-¿Y habrá una tercera película?
-(Cecilia): Sí, siempre pensamos en una trilogía, pero nos estamos dando el tiempo para encontrar nuestro próximo proyecto ideal.
-(Valeria): En paralelo estoy desarrollando mi próximo largometraje en solitario, titulado La ilusión de un paraíso que fue seleccionado para participar en un Foro de Coproducción Europa América Latina en el inminente Festival de San Sebastián. Es un proyecto producido también por Juan Pablo Miller, de Tarea Fina, productora argentina de La llegada del hijo.
-(Cecilia): Actualmente estoy en la etapa de escritura y desarrollo de mi tercer largometraje de ficción también en solitario, El tiempo antes de mí, producido por Fernanda del Nido de Setembro Cine, España. Es una historia inspirada en hechos reales, de época, que ya recibió el premio de apoyo español ICEC 2023.
Cortesía de Clarín
Dejanos un comentario: