Desde Brasilia
Para celebrar la condena de Jair Bolsonaro por intento de golpe y otros delitos miles de jóvenes se reunieron ayer en Brasilia. Desbordados de público, bares y restoranes instalaron mesas en las calles, casi sin lugar para el tránsito de vehículos, donde compartieron el espacio con puestos de comidas al paso: pasteles fritos, casquinha de siri (a base de frutos de mar) , carne de res o pollo asada en pinchos, caipirinha y hartas cantidades de cerveza.
Uno de los puntos abarrotados de gente fue la Cuadra 405 Norte , junto al Bar do Pardim, relativamente próximo a la Universidad de Brasilia (UNB) a la cual Bolsonaro tipificó como un enemigo a ser derrotado en su batalla cultural, mientras alentaba la creación de escuelas militarizadas bajo la supervisión de policías sin formación en pedagogía.
En 2021, dos años después de asumir el gobierno con la consigna “Brasil encima de todo, Dios encima de todos”, Bolsonaro comenzó a organizar el plan golpista. Finalmente, tras la derrota en las elecciones de octubre de 2022, se aceleró la escalada a través de una serie de acciones violentas que desembocarían en el asalto al Palacio del Planalto el 8 de enero de 2023, que preveía la destitución del recién asumido Luiz Inácio Lula da Silva y la implantación de una dictadura según se lee en la sentencia votada el jueves pasado por los jueces del Supremo Tribunal Federal.
Como la alegría es brasileña, o al menos lo fue para amplios sectores de la población desde que el Supremo anunció la sentencia de 27 años y tres meses de prisión, la muchachada brasiliense eligió cantar temas populares, con sus letras retocadas para mofarse de Bolsonaro desde la noche del viernes hasta las primeras horas de la mañana de ayer.
Algunos corearon una canción de Chico Cesar, dedicada a la prisión domiciliaria del político caído en desgracia.”Buen día tobillera, que me hace ver la vida desde la ventana de mi casa”.
En otro momento de este “carnaval fuera de época”, como lo llamaron los organizadores de la movida en la UNB, realizado entre el 12 y 13 de setiembre, se gritó la consigna “Bolsonaro podés llorar, que en las plazas , en las calles, está el movimiento estudiantil”, “Sin Amnistia ” y “Fuera Trump de América Latina”.
Otras expresiones de algarabía ocurrieron en la mañana del viernes cuando un muñeco inflable de unos tres metros de altura con la imagen del condenado vistiendo uniforme de presidiario, de rayas negras y blancas, desfiló sobre un camión alquilado por la Unión Nacional de Estudiantes por el centro brasiliense, donde comenzaban a levantarse parte de las medidas de seguridad montadas junto al palacio del Supremo, ante las amenazas de ataques lanzadas desde usinas probablemente bolsonaristas.
Muñecos parecidos fueron paseados por otras capitales, ya que las conmemoraciones por esta condena inédita se repitieron en San Pablo, Rio de Janeiro y Porto Alegre.
Hasta 2060
La posibilidad de que Bolsonaro sea obligado a vestirse de presidiario y termine alojado en una cárcel común es baja. Sus abogados anticiparon la decisión de solicitar que purgue la condena en su residencia , con piscina y otras comodidades – frente a la cual se han reunido simpatizantes y pastores casi a diario pero en número irrelevante – alegando problemas de salud y su condición de septuagenario, edad beneficiada con atenuación del régimen reclusorio.
Si esos argumentos fueran atendidos por los jueces, es posible, no seguro, que Bolsonaro permanezca detenido en su casa – donde está cumpliendo una medida cautelar desde hace más de un mes, después de que la Policía Federal descubrió indicios de un intento de fuga durante el juicio. Sea donde fuera que cumpla la condena, difícilmente podrá ser candidato en las próximas décadas.
La legislación establece que ningún condenado por delitos como golpe de Estado está autorizado a postularse hasta el fin de su sentencia, que en este caso se cumple en 2052. Una vez finalizado ese periplo, entra en vigor la Ley de la Ficha Limpia, imponiendo otros ocho años de inhabilitación: es decir hasta 2060.
Esa veda, comparable a la muerte electoral, acota la proyección de Bolsonaro, el político más popular de la derecha brasileña y uno de los referentes de la internacional ultra. Frente a ese vacío comenzó la disputa entre dirigentes, como los gobernadores de San Pablo, Minas Gerais y Paraná, para ser candidatos en las elecciones del año próximo cuando el arco democrático-progresista ya tiene definido a Lula como el postulante a presidente.
La prensa de extrema derecha, por caso CNN, y la conservadora, como el diario O Globo, coincidieron en informar que Bolsonaro asistió al juicio de muy mal talante. Unos atribuyen ese enojo al fallo y otros al hecho de que varios correligionarios comienzan a verlo como un cacique popular tendiente a oxidarse en el encierro. Un ostracismo doble: el analógico que le impedirá salir de casa para encabezar concentraciones, importantes para mantener la llama del conservadorismo de masas, de las que son ejemplo las realizadas este año en San Pablo con importante convocatoria. Sumado al aislamiento virtual debido al bloqueo de sus redes sociales, determinado por el Supremo para cohibir su agitación desestabilizadora, en las que se mueve mejor y con un número superior de seguidores que Lula.
Traidores
Desde su cuartel general, la mansión del barrio brasiliense de Jardin Botánico, Bolsonaro remedia el aislamiento a través de sus hijos y a la vez voceros : el diputado Eduardo Bolsonaro, radicado en Estados Unidos, y el senador Flavio Bolsonaro, junto a quien vio el juicio por televisión.
Eduardo llamó de “oportunistas” y “traidores” a aquellos que diciéndose bolsonaritas comienzan a hacer su juego a espaldas del cacique. Desde Washington se ufanó de tener contacto con asesores de Trump y declaró estar a favor de una invasión de cazas F35 norteamericanos contra Brasil para sea restablecida la libertad. El mensaje de Eduardo , después de la condena de su padre, no puede ser subestimado, ya que demostró tener contactos con la administración republicana. Pero semejante amenaza suena a bravata de un clan que está a la defensiva.
Mientras tanto, el senador Flavio aseguró que su padre está “entero”, preparado para ser candidato a la presidencia en 2026, porque, aseguró, el Congreso lo va a amnistiar. Una afirmación menos voluptuosa que la de su hermano Eduardo y bastante realista: ya que el bolsonarismo cuenta con la primera minoría en Diputados y un peso no tan gravitante en el Senado.
Juicio histórico
La condena al capitán retirado Bolsonaro, tres generales y un almirante, que desempeñaron roles cruciales en la trama destituyente, de acuerdo con la sentencia del Supremo, es un hecho sin antecedentes en este país, que era el único de América del Sur donde los jerarcas militares nunca fueron alcanzados por la Justicia.
Por una casualidad que se presta a comparaciones, el fallo se conoció el 11 de setiembre, en el 52 aniversario del golpe contra Salvador Allende en Chile , donde años más tarde militares sediciosos pasaron por la Justicia, y algunos fueron condenados.
Para el historiador Carlos Fico, especialista en asuntos militares, el juicio y condena a los cabecillas del alzamiento que intentó derrocar a Lula es algo “totalmente inédito”. No sólo porque los militares dejan de gozar de impunidad sino porque “nunca hubo en la historia brasileña un plan para matar al presidente electo (como era Lula a fines de 2022) en el contexto de un golpe”.
Batalla cultural
Autor del libro recien lanzado, “La utopía autoritaria brasileña: cómo los militares amenazan a la democracia desde el nacimiento de la República hasta hoy”, Fico, plantea que el juicio contra Bolsonaro y sus generales es también un hecho pedagógico para la sociedad en su conjunto.
Demuestra la posibilidad de que las instituciones republicanas se impongan sobre los privilegios de los que históricamente gozó la corporación castrense y permite corregir “la percepción de los militares que tienen sobre sí mismos, de que ellos son superiores a los civiles”.
Como buen investigador, riguroso, Fico , no se conforma con el análisis positivo del proceso finalizado el 11 de setiembre, que logró suscitar la atención de un país, colocando en la agenda nacional el golpe que estuvo a punto de ser exitoso.
Al hacer un esbozo sobre lo que vendrá, Fico deja un comentario inquietante: si se sancionara la amnistía impulsada por el bolsonarismo en el Congreso, se podría cristalizar la percepción de que la impunidad no tiene remedio.
Más acá del tiempo largo de la historia, lo que surge de momento, en los primeros días posteriores a la condena del Supremo es que el bolsonarismo intenso parece desconcertado y que su promesa de hacer explotar el país cuando su jefe fuera condenado, hasta el momento no se cumplió.
Cortesía de Página 12
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