Impacto de los aranceles a autos eléctricos chinos

Los aranceles (impuestos) de 50% a vehículos eléctricos chinos impactan seriamente al bolsillo de los automovilistas, y, a las políticas climáticas y contra la contaminación atmosférica. Los vehículos de combustión interna son la más grande fuente de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (CO2) en México. De acuerdo a los inventarios de emisiones oficiales, llegan al 25% del total. También, son la causa más relevante de la contaminación atmosférica por Ozono en las ciudades mexicanas, ya que son contribuyentes mayoritarios – por mucho – a las emisiones de sus precursores: Óxidos de Nitrógeno (NOx) e Hidrocarburos Reactivos (HC). Sus consecuencias en la salud pública en la CDMX, Guadalajara, Monterrey y otras, son particularmente graves. En estos temas, el objetivo primordial debe de ser reducir y eliminar las emisiones de los vehículos de combustión interna. La única forma definitiva de hacerlo es la electrificación del parque vehicular, articulando las políticas climáticas y ambientales con políticas industriales y comerciales para hacer más accesibles, baratos y funcionales a los vehículos eléctricos. Semarnat debería de saberlo. Desgraciadamente, no ha intervenido ni opinado al respecto de la decisión del gobierno mexicano de imponer aranceles punitivos a los vehículos eléctricos de China, los más accesibles y baratos y de mejor tecnología, que deberían ser instrumento cardinal de política climática y de calidad del aire.

Las emisiones de CO2 por uso de un vehículo eléctrico, así como de contaminantes atmosféricos precursores del Ozono como los NOx y los HC son cero. Esto, además de que la huella de carbono de un vehículo eléctrico a lo largo de su ciclo de vida (incluyendo manufactura, uso y disposición final) es mucho menor que la de cualquier otro tipo de vehículo (de combustión interna, híbrido, híbrido enchufable) en cualquier escenario. (Smith E. et al. “Greenhouse Gas Reductions Driven by Vehicle Electrification across Powertrains, Classes, Locations, and Use Patterns.” Environmental Science & Technology .2025). Cierto, que las emisiones de CO2 de los vehículos eléctricos a lo largo de su ciclo de vida dependen de la matriz de generación de electricidad de cada país y región, es decir, de la participación relativa de cada energético en la generación de electricidad: gas, carbón, combustóleo, nuclear, eólica, solar, geotérmica. En México tenemos un Sistema Eléctrico Nacional dominado por el gas natural. De hecho, su factor de emisión global es de aproximadamente 500 kg de CO2 por Megawatt/hora. El estudio citado muestra que cualquiera que sea la matriz energética del sistema eléctrico, las emisiones de un vehículo eléctrico siempre son mucho menores a las otras tecnologías a lo largo de su ciclo de vida. Más aún si la electricidad se genera en lo fundamental con energía nuclear o de origen renovable. Dependiendo del tipo de vehículo, en promedio, en los Estados Unidos, un eléctrico con una autonomía de 300 millas tiene emisiones 36% menores que un híbrido enchufable, 65% menos que un híbrido, y 75% menos que un vehículo similar de combustión interna. Un dato a tomar en cuenta es que entre mayor sea la autonomía de un vehículo eléctrico, su batería también es más grande y más pesada, lo que significa mayores emisiones en la manufactura.

Por ello es importante escoger o comprar el vehículo eléctrico con una autonomía que mejor se adapte a cada necesidad de movilidad, si es urbana o en carretera, si se transporta carga, y si se recorren grandes distancias o no.

Un vehículo eléctrico relativamente pequeño o mediano, con una batería de menor capacidad y con menor autonomía es más barato, y puede ser mucho más limpio. En México se ensamblan, básicamente para exportación, algunos vehículos eléctricos norteamericanos (Mustang, Chevrolet Blazer y Equinox).

Hay otras pequeñas marcas experimentales locales que no tienen mayor relevancia comercial, entre ellas, una, que es capricho de gobierno). Ninguna puede competir en precio, calidad y funcionalidad con los autos eléctricos chinos. Más aún, en ausencia absoluta de una política industrial y de integración de cadenas productivas. La empresa estatal LitioMX creada hace algunos años no ha producido ni un kilogramo de litio para baterías.

Mucho menos, se producen baterías en nuestro país. Los aranceles se han impuesto ostensiblemente cediendo a las presiones del gobierno norteamericano de Donald Trump, y por el apremio recaudatorio del gobierno mexicano para financiar subsidios clientelares masivos, pensiones y “apoyos” a Pemex que son insostenibles fiscalmente. Los aranceles son impuestos que pagaremos todos los automovilistas y consumidores mexicanos, y que pondrán un violento freno a la accesibilidad y penetración de los vehículos eléctricos.

Quedarán fuera del alcance de la gran mayoría de los automovilistas, sin que puedan ser sustituidos en precio y calidad en el futuro previsible, ni por importaciones de Estados Unidos, ni por manufactura nacional. El golpe es directo a la economía de los consumidores, a la calidad del aire, y a políticas y compromisos climáticos de México.

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Cortesía de El Economista



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