Kenneth Smith Ramos, exjefe negociador del T-MEC, ve menos de 5% de probabilidades de que Estados Unidos rompa el T-MEC, en el contexto del inicio de la revisión que se avecina en 2026. No obstante, anticipó meses de amenazas y aranceles como palanca de negociación y propuso que México juegue con cautela una posición de resistencia a los gravámenes.
El experto explicó, en el Summit de Grandes Empresas de la Coparmex, que lo más probable en la revisión del T-MEC es una reapertura acotada de capítulos con presión política sostenida desde Washington.
Y aunque una ruptura es lo menos probable, el reto inmediato será activar consultas formales para evitar que los aranceles vigentes (al acero, cobre, entre otros) se conviertan en una base de negociación. Es decir, que Estados Unidos inicie las conversaciones partiendo de que los aranceles actuales se mantendrán y que se reducirán en la medida que México dé concesiones a su principal socio comercial.
Los cuatro escenarios rumbo a la revisión del T-MEC
En el escenario A, es el de una revisión acotada sin abrir la opción de modificar el texto o corpus del T-MEC. En este caso, señaló Smith Ramos, la clave será enfocar la agenda en competitividad y prácticas desleales de terceros.
El escenario B, el más probable, sería una reapertura focalizada de capítulos, donde Estados Unidos pondría sobre la mesa reglas de origen automotrices, laborales, solución de controversias, ciberseguridad y propiedad intelectual.
Todo ello, con un sesgo anti China que, sin embargo, no debería ser tan drástico. Ya que según el especialista, la región de Norteamérica no puede suplir múltiples insumos provenientes del país asiático. En este caso, tanto México como Canadá tendrían la oportunidad de poner sobre la mesa sus propios intereses y ajustes, como en temas de lácteos y energía, respectivamente.
En un escenario C, el experto planteó una negociación prolongada, donde el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mantendría presión y extendería plazos, es decir, una revisión anual hasta que se llegue a la ratificación o firma del acuerdo. En este caso, la incertidumbre sería constante, mientras dure la presidencia del republicano, pero con la perspectiva de que el tratado no colapsará.
El escenario D, el de la ruptura, es el menos probable, pues plantearía un costo político muy alto para Estados Unidos, además de una pérdida de competitividad y estabilidad para toda la región.
Cabe mencionar que la revisión está prevista para julio de 2026. Si no hay acuerdo ese año, el T-MEC sigue vigente y se reabre el ejercicio en 2027 (y otra vez en 2033). La única fecha fatal es 2036, fecha en que se cumplen los 16 años firmados entre los tres países.
¿Cómo debe negociar México?
Kenneth Smith explicó que México debe solicitar consultas bajo las reglas del T-MEC para dejar constancia jurídica de que no acepta los aranceles unilaterales que ya puso Estados Unidos a algunos productos mexicanos. De lo contrario, advierte, la negociación podría empezar desde aranceles aceptados “de facto”. Además, propuso una resistencia con cautela a los nuevos aranceles, con el fin de contener nuevas imposiciones sin provocar una escalada.
Además, planteó que si bien Estados Unidos presiona a sus socios para cortar lazos con China, México debe usar esta situación como una barrera de cambio para fortalecer sus relaciones comerciales y productivas con sus socios estadounidenses.
“Lo que está pidiendo Estados Unidos es que Canadá y México le cierren el acceso a China… eso implica que México abandone la posibilidad de recibir cientos de miles de millones en inversiones en alta tecnología”, explicó.
Ese costo, renunciar a la IED proveniente de China, solo tendría sentido si Washington acepta acelerar la integración económica de Norteamérica. Es decir, avanzar en la cooperación verificable en la contención de prácticas desleales, “ya sea de China o de cualquier otro país”, a cambio de pasos concretos en integración productiva y regulatoria.
Asimismo, México puede aprovechar para avanzar en anexos sectoriales de semiconductores, minería o inteligencia artificial y sembrar desde ahora la semilla para que en la próxima administración estadounidense o canadiense se pueda materializar una integración más profunda.
Hay 9 investigaciones en curso
Smith advirtió que el mayor riesgo no es solo lo que ya está en vigor, sino lo que viene. “Hoy en día Estados Unidos está llevando a cabo nueve investigaciones por separado en materia de seguridad nacional”, dijo. Los sectores bajo la lupa son estratégicos: semiconductores, farmacéuticos, camiones pesados, madera y turbinas de avión.
El problema, agregó, es que la “preferencia parcial” que tiene México frente a otros países no está blindada en el tratado, sino que depende de la discrecionalidad del presidente Trump.
“Mañana puede levantarse y decidir imponer 100% de aranceles a las exportaciones agrícolas de México, que no ha tocado por el momento y por lo tanto no podemos decir que estamos en una situación estable ”, advirtió.
En este escenario, la tarea de México es doble, mapear con precisión los impactos en cadenas trinacionales y utilizar los mecanismos de solución de controversias para dejar constancia de que no acepta la “normalización” de los gravámenes.
Combatir la incertidumbre externa, con mejoras internas
Pese al panorama, Smith planteó un escenario en el que México podría salir fortalecido.
“Si logramos una excepción de todos los aranceles presentes y futuros y un respeto del T-MEC, el tratado toma aún más valor que el que tiene hoy en día”, afirmó.
Mientras Estados Unidos mantiene guerras arancelarias con Europa y China, el atractivo de invertir en México aumenta. Esa apuesta, dijo, solo se consolidará si el país acelera en casa lo que sigue pendiente: transparencia regulatoria, estabilidad macroeconómica y neutralidad competitiva frente a empresas estatales.
“Si logramos mantener el T-MEC y Estados Unidos se sigue peleando con Europa y China, invertir en México para entrar al mercado estadounidense será aún más atractivo”, resumió.
México, sin equipo completo para negociar
Kenneth Smith lamentó que México perdió a la mayoría de los negociadores especializados que llevaron al país a firmar el T-MEC. Y por lo tanto señaló que México necesita reforzar plazas en la Secretaría de Economía, reactivar el Cuarto de Junto y profesionalizar la relación con el sector privado de Estados Unidos, para que sea ese mismo lobby el que presione al Congreso y en los estados a favor de la permanencia del tratado.
Cabe recordar que la presidenta Claudia Sheinbaum publicó esta semana, en el Diario Oficial de la Federación, el aviso que abre un proceso de consulta en México durante 60 días (del 17 de septiembre al 16 de noviembre de 2025), con la posibilidad de extenderlo 30 días. Los gobiernos de Canadá y Estados Unidos tendrán también sus consultas internas, de cara a la revisión formal, en 2026.
Cortesía de Expansión
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