
Don Cirilo transporta todos los días, junto con el puesto de comida que instala en tianguis sobre ruedas de la alcaldía Álvaro Obregón, un tanque de 19 litros de gas licuado de petróleo; los camiones de “¡El gaaaaaaasss!” cargan un promedio de 40 tanques, es decir, alrededor de 1,500 litros; las pipas que surten los tanques estacionarios salen a las calles con entre 4,500 y 8,000 litros, cada una, dependiendo su tamaño, mientras que los enormes tractocamiones cisterna que abastecen a las plantas de distribución, trasladan alrededor de 49,000 litros por viaje. Todos ellos tienen algo en común: son un peligro constante sobre ruedas que circula de un lado a otro en la ciudad.
Esa solo es una cara del poliedro que representa el transporte de combustibles y sustancias peligrosas en todo el país y los riesgos que representan.
Gas LP
De acuerdo con Susana Carzola, directora de SICEnrgy, México consume cada año alrededor de 8.5 millones de toneladas de gas licuado de petróleo. Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 del Inegi, 76% de los hogares mexicanos usan ese combustible.
Ya sea el volumen que representa el 30% del gas LP producido en México o el 70% importado, debe hacerse llegar desde 34 centros de almacenamiento que hay en 16 estados del país hasta los 29.5 millones de hogares que lo consumen y 3,629 estaciones de servicio.
Eso implica trasladar el combustible primero a 1,116 plantas de almacenamiento distribuidas a lo largo del territorio nacional y de ahí hasta los consumidores finales.
Para ello se activa una compleja red de distribución en autotransporte de última milla. Cifras de la Unidad de Hidrocarburos de la Comisión Reguladora de Energía, refieren que, al 14 de marzo de pasado, el parque vehicular de los permisionarios de distribución de gas licuado de petróleo estaba integrado por 17,378 autotanques y 14,564 vehículos de reparto para un total de 31,946.
Esa enorme cantidad de vehículos están sujetos, como todos los demás a la posibilidad de que se vean involucrados en accidentes.
Para dimensionar esa problemática habría que tomar en cuenta que en 2024 hubo 10,430 accidentes de tractocamiones de carga (de diferentes tipos), de los cuales 8,804 ocurrieron en zonas urbanas y 20 derivaron en incendio.
El reporte Accidentes de Tránsito en Zonas Urbanas y Suburbanas del Inegi, indica que, en 2024, del total de accidentes en zonas urbanas, 6,355 ocurrieron en intersecciones y 2,449 ya dentro de las manchas urbanas.
Estadísticas del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) indican que entre 2003 y marzo de 2021 ocurrieron 1,304 accidentes con gas LP. La Ciudad de México concentra la amplia mayoría de casos con 324, seguido por el Estado de México con 105. En el 10.65% de los casos se trató de incidentes en el transporte.
Los datos muestran que a partir de 2015 hubo un incremento considerable de accidentes con gas LP por año. En 2014 hubo 55, para 2015 la cifra se incrementó a 95 y en 2018 se registraron 114. Llama la atención que en 2019 el dato se disparó hasta 257 y en 2020 a 297.
En 2019 murieron 363 personas en accidentes con gas LP y en 2020 fueron 309.
Los registros de 2003 a 2021 dejan ver que en 34.74% de los casos hubo fugas de gas; en 22.39% incendio; 31.29% explosión y 5.83% incendio y explosión.
Transporte de gasolina y diésel
A lo largo del territorio nacional hay más de 13,800 estaciones de servicio, de las cuales 13,750 venden gasolina y unas 10,780 expendedoras de diésel.
Aunque hay una red de ductos de más de 16,000 kilómetros, al menos durante la llamada última milla, el combustible debe moverse en autotransporte.
En agosto de 2024, Pemex contaba con una flota de 1,800 pipas con capacidad para transportar 685,000 barriles de combustible. México consume alrededor de 733,000 barriles diarios de gasolina.
Angélica del Rocío Lozano Cuevas, líder del grupo de investigación en ingeniería de transporte y logística del Instituto de Ingeniería de la UNAM, destaca que tan solo en la zona metropolitana de la Ciudad de México se realizan alrededor de 2,500 viajes diarios de gasolina y diésel con unos 50 millones de litros a unas 700 estaciones de servicio.
Esas pipas no solo transitan por vialidades primarias, sino por las secundarias y las calles en donde se encuentran las gasolineras.
El Reglamento de Transporte de Materiales Peligrosos prohíbe que viajen en convoyes y es bastante común encontrar hileras de más de 12 pipas de Pemex circulando por el periférico.
Riesgo en el transporte de otros materiales
La guía de respuesta en caso de emergencia 2024 creada por los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá contempla entre los materiales peligrosos seis tipos de explosivos; tres tipos de gases (inflamables, no inflamables y no tóxicos, así como los no tóxicos); líquidos inflamables; sólidos inflamables; sustancias oxidantes y peróxidos orgánicos; sustancias tóxicas y sustancias infecciosas; materiales radioactivos; sustancias corrosivas, así como sustancias y objetos peligrosos varios, incluidas peligrosas para el medio ambiente.
En 2024, el Sistema de Emergencias en Transporte para la Industria Química registró 61 emergencias, lo que representa una reducción del 59% comparado con las 149 registradas en 2023. En 2022 fueron 79 y en 2021 un total de 56.
La mayor parte de los siniestros de ese tipo ocurren en estados del centro del país.
De acuerdo con datos de la Dirección General de Autotransporte Federal, de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), en 2024 de un millón 231,482 autotransportes de carga, que había en el país, 162,447 eran vehículos de autotransporte de materiales peligrosos.
Tragedia en los puentes La Concordia obliga a la reflexión
Angélica del Rocío Lozano Cuevas, manifiesta que la muerte de al menos 26 personas, ocurrida luego del gigantesco flamazo registrado el 10 de septiembre pasado, cuando un camión cisterna se volteó y derramó miles de litros de gas en el distribuidor vial La Concordia, en la delegación Iztapalapa de la capital del país, debe llevarnos a reflexionar sobre la necesidad de hacer cumplir los reglamentos en la materia; que las personas sepan cómo actuar ante una emergencia y en la necesidad de realizar investigación científica que ayude a prevenir desastres ocasionados por el transporte de sustancias peligrosas.
Eso porque vivimos en un peligro constante ante la necesidad de trasladar hasta los centros urbanos combustibles y sustancias peligrosas. Todas, al menos en la última etapa del traslado se llevan por carretera.
En opinión de la académica, debido al desorden urbano que hay en el país, los vehículos que transportan sustancias peligrosas pasan casi por cualquier lugar de las zonas urbanas.
La explosión de una pipa de gas en el puente La Concordia, en la alcaldía Iztapalapa dejó saldo de al menos tres muertos y 70 heridos.
Refiere que, si bien existe una estricta legislación para ese tipo de transporte, el problema es que no se respeta, aunque también menciona que no hay muchas opciones por donde puedan circular ese tipo de unidades.
En cuanto a los conductores indica que además de estar capacitados para trabajar en ese tipo de transporte, es importante que no sean sometidos a sobrecargas de trabajo o penalizaciones por llegar tarde, pues eso incrementa considerablemente el nivel de riesgo.
Además, las personas deberían saber cómo actuar ante una emergencia. Por ejemplo, en caso de derrame de cloro, se generan nubes tóxicas. Si es en el día, se tendría que evacuar a la población ubicada en 5.8 kilómetros a la redonda y 6.7 kilómetros a la redonda en la noche, debido a que la dispersión es más lenta.
Cuando es un derrame de gasolina la zona de evacuación son 100 metros a la redonda. Si es un derrame mayor 800 metros y si hay incendio 1,600 metros a la redonda.
Por otra parte, la especialista reitera que es necesario hacer mayor investigación para definir, con base en conocimiento, las estrategias a seguir tanto para evitar situaciones de emergencias en el transporte de sustancias peligrosas, como para saber cómo actuar.
Mientras eso ocurre, tal vez habría que tomar en cuenta ciertos detalles que de manera cotidiana realizan los conductores de pipas que demuestran que lo que ellos hacen es de alto riesgo. Jamás faltan a los días 12 de diciembre a los festejos de la virgen de Guadalupe y, todos los días, antes de salir de sus centros de trabajo, acuden al lugar donde está la imagen de la virgen, donde con toda solemnidad rezan en silencio al menos un minuto. Seguramente porque consideran haber superado los riesgos de ese día.
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Cortesía de El Economista
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