Un fósil hallado en España hace 25 años cambia la historia de los dinosaurios gigantes de África: los científicos creen que surgieron en Europa

En un rincón del este de España, enterrado bajo capas de arcilla rojiza, ha salido a la luz un fósil que está haciendo temblar algunas certezas de la paleontología. Un equipo internacional de científicos ha revisado los restos de Camarillasaurus cirugedae, un dinosaurio hallado hace más de una década en la provincia de Teruel, y su conclusión es tan inesperada como reveladora: este carnívoro de tamaño medio podría ser el antepasado directo de los colosales espinosáuridos africanos, incluido el legendario Spinosaurus.

La investigación, publicada en la revista científica Palaeontologia Electronica, ofrece una nueva interpretación de este terópodo que vivió hace unos 128 millones de años, en el periodo Barremiense del Cretácico inferior. Lejos de ser un simple fósil más, Camarillasaurus se revela como una pieza clave en el rompecabezas evolutivo de los dinosaurios carnívoros más grandes que han pisado la Tierra.

Un fósil olvidado que ahora brilla

La historia comienza en la localidad de Camarillas, en el corazón del sistema ibérico turolense. Allí, en la formación geológica conocida como Fuente Arnar, se hallaron en los años 2000 varios restos fragmentarios —huesos sueltos, vértebras y dientes— que fueron asignados a un ceratosaurio, un grupo de depredadores relativamente primitivos. Aquella clasificación, sin embargo, era extraña: no se conocían ceratosaurios de esa época en Europa, lo que colocaba a Camarillasaurus “fuera de su tiempo y lugar”.

La clave del giro en la historia llegó cuando el paleontólogo alemán Oliver Rauhut, junto con investigadores españoles, organizó nuevas campañas de excavación en la zona en 2017 y 2018. Allí recuperaron nuevos restos, mejor conservados, que incluían un fémur completo, vértebras caudales y un fragmento de mandíbula que haría saltar las alarmas. Los detalles anatómicos de ese hueso encajaban más con los espinosáuridos que con cualquier otro linaje de terópodos.

Europa: cuna de los colosos africanos

Estos dinosaurios son un grupo fascinante y todavía lleno de incógnitas. Conocidos por sus largos hocicos similares a los de los cocodrilos, sus dientes cónicos y, en algunos casos, sus velas dorsales, son los únicos dinosaurios carnívoros conocidos que se adaptaron a un estilo de vida semiacuático. Hasta ahora, sus representantes más icónicos, como Spinosaurus aegyptiacus, procedían de África, y se creía que ese era su lugar de origen.

Pero los nuevos análisis filogenéticos realizados por el equipo de Rauhut han sacudido ese paradigma. Los resultados sugieren que Camarillasaurus no sólo pertenece a los espinosáuridos, sino que ocupa una posición muy basal en el árbol evolutivo del grupo. En otras palabras, podría representar una forma ancestral desde la cual evolucionaron posteriormente los gigantes africanos.

Además, los investigadores encontraron que otras especies de espinosáuridos descritas en los últimos años en la península ibérica —como Vallibonavenatrix, Iberospinus o Riojavenatrix— también parecen pertenecer a la misma línea evolutiva. Esto apunta a un escenario en el que Europa, y concretamente la península ibérica, habría sido el lugar de origen y diversificación temprana de los espinosáuridos, antes de su expansión hacia África.

El paleontólogo Oliver Rauhut durante el trabajo de excavación en el que desenterró el fémur de Camarillasaurus cirugedae en Teruel. Foto: Oliver Rauhut/SNSB-BSPG

De tierra firme a la caza en el agua

Una de las conclusiones más llamativas del estudio es el contexto ambiental en el que se encontraron los restos de Camarillasaurus. A diferencia de los espinosáuridos africanos, cuyos fósiles suelen aparecer en depósitos fluviales o costeros que indican hábitos acuáticos, los fósiles ibéricos se descubren en ambientes netamente continentales, como llanuras aluviales. Esto sugiere que los primeros espinosáuridos eran cazadores terrestres, posiblemente generalistas, y que las adaptaciones al medio acuático se desarrollaron más tarde.

En este sentido, el hallazgo no solo reescribe la historia de los espinosáuridos, sino que también ofrece una ventana a los procesos evolutivos que llevaron a un grupo de depredadores terrestres a convertirse en los “cocodrilos” del Cretácico. ¿Qué presiones ambientales empujaron a estos animales a lanzarse al agua? ¿Fue la competencia, el cambio climático, la búsqueda de nuevas presas?

Aún no hay respuestas claras, pero lo que parece evidente es que Camarillasaurus, enterrado durante millones de años en los sedimentos de Teruel, tiene mucho que contar.

El caso de Camarillasaurus es también un recordatorio del tesoro paleontológico que representa la península ibérica. A pesar de haber estado a la sombra de otras regiones como Norteamérica o Asia en cuanto a hallazgos espectaculares, en las últimas décadas España y Portugal han revelado una diversidad insospechada de dinosaurios, muchos de ellos únicos y con rasgos inesperados.

La región de Teruel, en particular, se ha consolidado como una de las más prolíficas de Europa para el estudio del Cretácico. Las formaciones geológicas del Maestrazgo, con sus capas alternas de arcillas, areniscas y calizas, ofrecen una ventana excepcional a los ecosistemas terrestres de hace más de 120 millones de años.

Camarillasaurus cirugedae, con su esqueleto disperso y su nueva identidad, es solo uno de los protagonistas de esta historia. Pero es, sin duda, uno de los que están ayudando a redefinir lo que creíamos saber sobre el pasado más remoto de Europa… y también de África.

Cortesía de Muy Interesante



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