Alegna González, subcampeona del mundo de marcha: “Yo soñaba con el oro, y lo busqué, pero tuve plata”

Pese a la fatiga de marchar durante casi hora y media a 14 kilómetros por hora sin despegar a la vez los dos pies del suelo ni doblar las rodillas, con su marcha tan elástica y rítmica, Alegna González, de 25 años, es un encanto sonriente y generoso que regala un imán de Chihuahua al periodista que le recuerda que es de las tierras del norte de México, región con no mucha tradición de marcha. “La verdad es que tenemos muchos marchistas jóvenes y Horacio Nava tuvo una gran trayectoria”, dice la segunda marchista mexicana medallista de plata en un Mundial después de Lupita González, cuyos logros en Mundiales y Juegos Olímpicos quedaron empañados por sus sanciones por dopaje. Bien puede decirse que una cabo de la Armada, militar dura que le da batalla sin cuartel a la campeona María Pérez, es la primera gran campeona de marcha mexicana pura. “Entonces, no somos como Ciudad de México, que tiene demasiados medallistas, pero yo estoy logrando posicionar a Chihuahua”. Tras sus quintos puestos en los últimos Mundiales y en los Juegos de Tokio y Paris, la perseverante marchista de Ojinaga bañada por el Río Bravo puede promocionar su región desde la altura de un podio mundial.

Pregunta. ¿Feliz por la plata, o esperaba el oro?

Respuesta. Lo pensé, pensé en el oro. La verdad es que yo venía con la meta de voy a ganar, voy a ganar, voy a ganar, fue lo que me planteé durante la prueba. Al final me llevé el segundo lugar, pero yo no me di por vencida durante la carrera y yo dije desde el principio, búscalo.

P. Y lo buscó. Un ataque suyo pasado el ecuador de la prueba fue decisivo. Lástima que la resistiera la española, que la final la ganó.

R. Sí, ella remató más duro que yo, pero yo estoy contenta porque por primera vez había hecho una preparación fuerte, había terminado todas mis distancias en los entrenamientos…

P. ¿Cómo? ¿Antes no los completaba?

R. Debo de confesar que yo no soy la más fan de las distancias. Me aburro, no las quiero terminar, pero Ignacio Zamudio, mi entrenador, siempre está diciéndome hazlas y esta vez me propuse a terminar las más posibles. Por eso yo sabía que venía con una preparación diferente a cualquier otra competencia, y, entonces, yo soñaba con el oro. Pero, bueno, tuve la plata.

P. A usted ya la vimos pletórica en primavera muy fuerte, ganando los 10 kilómetros de Madrid…

R. Me gustan las competencias cortas porque sé que soy rápida. En estas de 20 todavía me cuesta un poquito agarrar el ritmo, pero bueno lo seguiré buscando hasta que se me deje querer.

P. ¿Dónde entrena? ¿Dónde hace altitud?

R. Lo hago todo en Ciudad de México, a más de 2.200 metros, donde vive Zamudio. Llevo diez años viviendo allá, lejos de mi familia, sin ningún familiar cerca de mí, pero eso es siempre una motivación más.

P. ¿No hay mucha contaminación allá arriba?

R. La contaminación, sí, es horrible, y el tráfico también. Para llegar al lugar de entrenamiento nos llevamos más de hora y media, pero bueno tenemos la altura y muchos lugares de entrenamiento, entonces, pues, seguiré ahí .

P. Es usted militar, ¿no?

R. Soy militar, sí, pertenezco a la Marina. Eso me da un sueldo y me da la oportunidad de entrenar.

Cortesía de El País



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