
Si a finales de 2023 saltaban todas las alarmas ante la crisis sanitaria causada en Estados Unidos por el consumo abusivo de fentanilo, el escenario podría empeorar aún más con la irrupción de otra familia de opioides sintéticos: los nitazenos.
No nos coge del todo por sorpresa. En la década de los 70, el químico Alexander Shulgin ya advertía sobre el potencial abuso de una familia de compuestos conocida como benzimidazoles. Medio siglo después, sus palabras han demostrado ser proféticas: los nitazenos, opioides sintéticos con un núcleo benzimidazol, han emergido como una de las clases de nuevas sustancias psicoactivas más peligrosas, causando un número creciente de intoxicaciones y muertes.
Aunque algunas fuentes hablan de 400 intoxicaciones mortales relacionadas con estas sustancias en Reino Unido, la falta de un método analítico específico en los primeros tiempos de su aparición hace que esta cifra sea simplemente una especulación.
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La rápida infiltración de estas sustancias en los mercados de drogas recreativas se debe a su síntesis relativamente sencilla y sin precursores controlados, una elevada potencia (que facilita su transporte), su estado legal inicial y su atractivo económico.
Del laboratorio a la calle
La historia de los nitazenos empieza en los años 1950-1960, cuando la compañía farmacéutica Ciba-Geigy los desarrolló como posibles analgésicos opioides sintéticos. En la investigación sobre dichos opioides, estas moléculas representaron la primera gran desviación de la estructura química característica de la morfina, incluso antes de que Paul Janssen sintetizara el fentanilo en 1960.
Aunque muchos nitazenos mostraron entonces una potencia analgésica superior a la morfina en animales, nunca llegaron a comercializarse como medicamentos, debido al estrecho margen de seguridad que supone una molécula tan potente.
Sin embargo, a partir de 2019, y coincidiendo con las medidas de control contra la producción de fentanilo y análogos en China y Estados Unidos, los análogos nitazénicos irrumpieron en el mercado de las drogas recreativas. El isotonitazeno fue el primero en aparecer, seguido rápidamente por otros como el metonitazeno, el etodesnitazeno y diversos derivados.
Una potencia extraordinaria
La investigación farmacológica ha revelado que muchos nitazenos muestran un efecto excepcional. Aunque se unen y activan selectivamente la misma diana sobre la que actúan el fentanilo y la morfina (receptor Mu), lo hacen con una afinidad 60 veces mayor que el fentanilo. Y lo activan con una potencia bastante mayor.
Tanto es así que algunos análogos son hasta 10 veces más potentes que el fentanilo, o 100 más que la morfina. Esta elevada potencia puede tener implicaciones dramáticas para la salud pública, ya que pequeñísimas cantidades (nanogramos por mililitro) pueden resultar letales.
Drogas que llegan directamente a Europa
Los nitazenos están apareciendo cada vez más en la calle. Las últimas cifras oficiales indican que, hasta 2024, se habían detectado en Asia, Europa, Norteamérica, Oceanía y Sudamérica, siendo Europa la región más afectada hasta el momento. A diferencia del fentanilo, que siguió la ruta México–Estados Unidos, los nitazenos están llegando directamente desde Asia a Europa, mediante canales de distribución más diversos. Y se anticipa una expansión significativa e inminente en el continente europeo.
Además de los diversos efectos en la salud que puede generar su consumo, estas moléculas son especialmente nocivas cuando sustituyen fraudulentamente el principio activo de un medicamento o droga de efectos parecidos sin conocimiento del consumidor.
Así, en enero de este año, LM, de 22 años, murió tras tomar un falso Xanax (alprazolam). Tres meses después, su amigo HC, de 21 años, le siguió tras consumir un falso Percocet (oxicodona). En ambos casos, las pastillas contenían, fundamentalmente, un nitazeno.
La dificultad de revertir las sobredosis
El problema es que no es fácil revertir la sobredosis de estos opiáceos. La naloxona, un medicamento antagonista de los opioides que se usa para revertir y bloquear los efectos de heroína, la morfina y el fentanilo, no es tan efectiva en el caso de los nitazenos.
Estudios recientes sugieren que algunos nitazenos se disocian muy lentamente del receptor Mu, lo que podría suponer que se necesiten dosis mucho más altas de naloxona para revertir estas sobredosis.
Un desafío analítico y forense
La detección de nitazenos presenta múltiples desafíos para la toxicología forense. Estas moléculas no dan positivo en los ensayos rutinarios que existen para detectar morfina, heroína o fentanilo.
Al ser muy potentes y utilizarse concentraciones muy bajas, se requiere un método analítico de alta sensibilidad. Y dado que surgen constantemente muchos derivados de gran similitud estructural, se complica la identificación de una molécula concreta. De ahí que se precise una actualización continua del método analítico.
El juego del gato y el ratón
Hasta marzo de 2025, se habían controlado en el mundo sólo diez nitazenos, aunque varios países empiezan a implementar ya legislaciones específicas. China, el país productor clave, añadió los análogos nitazénicos a su lista de sustancias controladas en julio de 2024. Sin embargo, el control de sustancias específicas a menudo genera la aparición de nuevos análogos no controlados, creando un ciclo continuo.
Cuando se aplican legislaciones genéricas, éstas son más efectivas, ya que permiten fiscalizar un gran número de sustancias estrechamente vinculadas entre sí (análogos químicos) de una sola vez, sin necesidad de nombrarlas individualmente en la legislación. Pero esta medida aumenta el riesgo de impulsar el desarrollo, por parte de los fabricantes, de clases químicas completamente nuevas y desconocidas, que quedan fuera de las medidas de fiscalización genérica.
Necesitamos un enfoque multidisciplinar
La crisis de los nitazenos es un problema complejo, sin soluciones simples. Y ofrece un ejemplo paradigmático de cómo las innovaciones farmacológicas del pasado pueden transformarse en amenazas de salud pública contemporáneas.
La prohibición del cultivo de opio por los talibanes en Afganistán podría acelerar aún más el cambio hacia opioides sintéticos en Europa, haciendo que la situación de los nitazenos se vuelva más crítica. No existe un enfoque único para abordar esta situación polifacética: se requiere una respuesta coordinada, y la colaboración sin precedentes entre químicos, farmacólogos, toxicólogos forenses, profesionales de la salud pública, legisladores y comunidades afectadas.
Sólo el tiempo dirá si la sociedad es capaz de adaptarse con la rapidez necesaria para hacer frente a esta amenaza emergente, o si los nitazenos seguirán el camino de otros opioides sintéticos, provocando graves consecuencia antes de que se implementen medidas de control y prevención eficaces.
Cortesía de El Economista
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