¿Los conoces? Estos son los SECRETOS mejores guardados de la Barranca


Frontera norte de Guadalajara, límite de huizaches y de mezquites, geografía accidentada por el cauce del río triste. Cumbres caprichosas cuyos despeñaderos suponen apenas un alto al concreto voraz de la metrópoli, senderos que los amaneceres cubren de nubes, como una serpiente blanca que se agazapa entre los árboles. Paredones de piedra atravesados por raíces y nopales. Centinela antiguo de Guadalajara, sitio histórico y sitio olvidado, paraíso perdido, naturaleza que no cuidamos, nuestro confín impreciso: la Barranca de Huentitán.

La Barranca de Huentitán, o Barranca de Oblatos, es un cañón, un accidente geológico formado a través de los miles de años del fluir del Río Grande de Santiago por los vericuetos de verdor de la sierra, que aunque hoy por hoy es uno de los más contaminados de México, en su momento fue un santuario de vida. Conocida por todos los tapatíos como la Barranca, se encuentra al norte del municipio de Guadalajara -frontera natural de la urbe a la que también devoró el crecimiento y el concreto-, pero también comprende Tonalá, Zapotlanejo, Ixtlahuacán del Río y Zapopan, atraviesa Tequila, pasa por Nayarit, y desemboca en el mar. 

La Barranca, a pesar de la contaminación del río, sigue siendo un corredor biológico donde la vida se resiste, con importantes especies animales y vegetales. Es el más claro ejemplo de las cosas que no hemos sabido cuidar. Alguna vez las aguas del Río Santiago crearon el perdido Salto de Juanacatlán, conocidas en su momento como “Las Niágara de México”. No obstante, todavía quedan recodos, pequeños paraísos donde la naturaleza hace trinchera, atisbos de lo que fue este coloso verde, mucho más allá de las afamadas vías donde cada fin de semana los tapatíos desafían a la gravedad. La Barranca tiene también importancia histórica para Jalisco; fue hogar de Tonaltecas y Cazcanes, fue escenario de guerras durante la conquista, representó un paso estratégico para la creciente Guadalajara; y sobre el Río Santiago se construyó el primer puente colgante de México, y el segundo en toda América. 

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Secretos, cosas insólitas y treguas de la vida en cada espacio de la Barranca

Una de las atracciones más famosas de la Barranca son las famosas y desafiantes vías, por las que incontables personas bajan y suben cada fin de semana. Originalmente construidas para llevar a trabajadores a una planta de luz, y para transportar también a los habitantes del desaparecido pueblo de Las Juntas y Arcediano, ahora las vías son una azarosa rutina de ejercicio que, realizándose con cuidado, lleva al límite al cuerpo y permite unas vistas únicas de este cañón nuestro. El Puente de Arcediano es otra parada obligatoria para una visita a la Barranca

Aunque el que hoy atraviesa el río no es más que una réplica, pues el original -que era una reliquia histórica- fue demolido cuando en su momento el Gobierno de Jalisco concibió el plan irrisorio de construir una presa, con el propósito de usar el agua del río para abastecer Guadalajara. Para esto, desalojó de manera sistemática y arbitraria a los habitantes de los pueblos de Arcediano y Las Juntas, que llevaban ahí años. El proyecto, por supuesto, jamás se concretó. La réplica de puente, no obstante, sigue siendo un espacio ideal para fotografías, y es punto de partida para caminatas más extensas en la Barranca, como Mascuala, horas y horas de caminata para tener una vista panorámica de Guadalajara al otro lado del río y más allá de la Barranca. El pueblo abandonado de las Juntas, junto con sus casas cedidas a los pájaros, y su Hidroeléctrica en desuso, le dan al senderismo de la Barranca un hálito de misterio. 

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Los misteriosos Atlantes de Colimilla, nacimientos de agua en la Barranca, y cascadas

La Barranca es tierra de misterios. Uno de sus sitios más inusuales e inesperados es el escenario de “Los monos” o “los atlantes de Colimilla, un lugar que combina arquitectura y escultura en medio de los paredones de helechos y musgo de la Barranca de Oblatos, guardianes de la antigua planta hidroeléctrica de Tonalá. Son una obra inspirada en los atlantes griegos, vigilias atemporales del cañón del Río Santiago, y remanente histórico de la antigua planta que hace muchos años llevaba el agua a Guadalajara. La visión de los atlantes blancos, como una visión griega o romana en el fondo de los barrancos de Tonalá, también suscita mitos y leyendas, como aquella que dice que los atlantes sostienen a Guadalajara sobre sus hombros, como Atlas metropolitanos, o que estos se mueven cuando cae la noche.

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En la Barranca también hay innumerables nacimientos de agua, brotes cristalinos que dan testigo de lo que alguna vez fue el Río Santiago. Las pilitas son lugares populares entre los tapatíos y habitantes de las colonias cercanas del cañón; son una suerte de albercas de piedra y de cemento que retienen los ojos de agua de la zona, agua termal, relajante, como albercas flotantes con el horizonte verde de la Barranca como telón de fondo. Son famosas las pilitas de Quintero y las pilitas de Colimilla. 

Pero también en el recorrido de la Barranca, existen diversas cascadas que nada tienen que ver con el cauce contaminado del Río Santiago. En la parte de la Barranca que corresponde a Matatlán, a 33 kilómetros de Guadalajara, la sierra esconde entre sus huizaches diversos saltos de aguas termales que corren entre las piedras y los árboles, las ramas antiguas y los barrancos que oscurecen el sol, y que crean un ecosistema que no parece posible de encontrar en un paisaje cotidiano donde se da por hecho que lo único que puede encontrarse es un cauce turbio: las cascadas de la llorona, en la Barranca de Matatlán.  

Llegar a las cascadas no es tarea fácil, ni tampoco son accesibles para cualquiera. Requieren paciencia, destreza, y buena condición física, pues para descender a las mismas toma más de una hora a través de un recorrido que incluye puentes colgantes, escaleras maltrechas, senderos rocosos, y ciertas secciones tan inclinadas que hay cuerdas para poder descender sobre los peñascos. La travesía es una recompensa: la vista se abre al agua fluyendo cristalina entre rocas, árboles y hojas, diversas cascadas y pozas, y toboganes naturales formados ahí donde el agua se hizo paso a través de los años. Siete cascadas con su respectivas piletas y pozas. El agua brota caliente, en un edén en el fondo del barranco al que muy pocos han tenido la suerte de llegar.

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Otros puntos de interés de la Barranca

  • Hacienda de Ibarra: Una antigua hacienda ubicada al fondo de la barranca, que conserva vestigios de la arquitectura colonial. Esta hacienda era parte de una red agrícola en el área y, aunque ahora está en ruinas, ofrece un vistazo a la historia de la región. 
  • Cascada Cola de Caballo: Hermosa cascada natural al fondo de la barranca, accesible tras una caminata por senderos. 
  • Las Hidroeléctricas: Estructuras que aprovechaban el caudal del Río Santiago para generar energía. Hoy en día, algunas se encuentran en desuso, pero son puntos de interés histórico. 
  • Hacienda de Ibarra: Una antigua hacienda ubicada al fondo de la barranca, que conserva vestigios de la arquitectura colonial. Esta hacienda era parte de una red agrícola en el área y, aunque ahora está en ruinas, ofrece un vistazo a la historia de la región. 

Curiosidades de la Barranca

El punto más profundo de la barranca alcanza una altitud de aproximadamente 600 metros sobre el nivel del mar en su base, y la altitud promedio de sus bordes es de 1,700 metros, lo que la convierte en uno de los cañones más profundos de la región occidental de México. Es hogar de especies endémicas como la biznaga barranqueña y la lechuguilla, que se adaptaron a vivir en condiciones donde el agua es limitada. Tiene un área aproximada de mil 136 hectáreas.

SV

Cortesía de El Informador



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