La crisis hídrica que castiga el norte de Iraq ha dejado al descubierto un repertorio arqueológico de gran importancia. Se ha descubierto un conjunto de 40 tumbas helenísticas en los márgenes del embalse de la presa de Mosul, en la región de Khanke, provincia de Duhok. El descenso dramático del nivel del agua es fruto de varios años de sequía severa y de la reducción de las reservas hídricas. Esta baja histórica, que se considera la más pronunciada desde 1933, ha dejado al descubierto estructuras funerarias que, hasta ahora, había ocultado el agua.
Un descubrimiento inusual en medio de la sequía
Las tumbas se localizaron en los bordes del embalse de la presa de Mosul, al norte de Iraq. Bekas Brefkany, el director de antigüedades de la zona de Khanke, en el distrito de Duhok, ha sido la persona encargada de liderar los trabajos arqueológicos en el yacimiento.
Durante las inspecciones realizadas en 2023, ya se habían observado indicios de la posible presencia de tumbas. Sin embargo, solo cuando el nivel del agua alcanzó sus valores mínimos en 2025, pudieron los arqueólogos acceder y trabajar con mayor libertad en el área.
El significado histórico de las tumbas
Según los primeros análisis, las tumbas datan del siglo III a.C., aproximadamente, lo que correspondería al periodo helenístico o helenístico-seléucida. Entre los restos identificados, se han encontrado ataúdes de barro utilizados para enterrar a los difuntos. El hallazgo resulta de especial relevancia porque proporciona evidencias físicas de la presencia helenística en el norte de Iraq en una fase posterior a las conquistas de Alejandro Magno, cuando el Imperio seléucida extendió su influencia por vastas zonas del antiguo Oriente Medio.
Aunque la zona ya había sido el epicentro de otros descubrimientos arqueológicos, estas tumbas añaden un componente funerario hasta ahora poco visible. Según los investigadores, la información que pueda extraerse de estos enterramientos resultará esencial para comprender cómo se adaptaron las comunidades locales a la cultura helenística, tanto en aspectos materiales como religiosos y culturales.

La tragedia climática que permitió el descubrimiento
La sequía se ha convertido en un fenómeno persistente que, al menos durante los últimos cinco años, ha afectado gravemente a la agricultura, la generación eléctrica y otros aspectos vitales de la vida en Iraq. A ello se suma que la construcción de presas en los países vecinos, como Irán y Turquía, está reduciendo de manera significativa el caudal de los ríos Tigris y Éufrates, las fuentes hídricas que alimentan los embalses iraquíes.
A pesar de la dureza de la situación, el hecho de que los niveles del embalse de la presa de Mosul llegaran a un punto muy bajo permitió a los arqueólogos excavar antes de que el agua regresara a inundar nuevamente la zona. Este estrecho margen temporal añadió urgencia a los trabajos, ya que la reaparición de las aguas podría volver a cubrir las tumbas y poner en riesgo su preservación.
La intervención arqueológica y las perspectivas de preservación
El equipo, dirigido por Bekas Brefkany, ya ha comenzado a excavar de manera sistemática las tumbas descubiertas, con la intención de trasladar los restos al Museo de Duhok para su estudio y conservación. En el proceso, existe un riesgo evidente: si los niveles del agua suben de nuevo, muchas de estas tumbas podrían volver a quedar sepultadas bajo el embalse.
Se prevé analizar en detalle los ataúdes de barro para determinar aspectos funerarios clave, como la existencia de inscripciones, la presencia de objetos asociados al enterramiento o posibles restos humanos aún preservados. Estos estudios permitirán tanto vincular los elementos materiales con las comunidades que los utilizaron como arrojar luz sobre las prácticas religiosas y sociales del periodo helenístico en la región.

Impacto cultural, patrimonial y ambiental
El descubrimiento, además, pone de relieve cómo se entrecruzan arqueología, patrimonio y medio ambiente. La vulnerabilidad de los yacimientos frente al cambio climático se hace aquí evidente.
La sequía no solo genera crisis humanitarias y económicas, sino que también expone sitios arqueológicos que habían permanecido ocultos, muchos de ellos en riesgo de desaparecer si no se actúa con rapidez. Al mismo tiempo, tal inestabilidad aumenta la presión sobre las autoridades locales, que deben actuar con rapidez y movilizar recursos para documentar y conservar esos objetos revelados de manera espontánea.
El descubrimiento de estos materiales también invita a reflexionar sobre el impacto global de las infraestructuras modernas para la gestión del agua, como las presas, que alteran el paisaje y pueden modificar radicalmente tanto la vida presente como nuestra capacidad de conocer el pasado. En Iraq, donde el patrimonio histórico es uno de los más ricos del mundo, la confluencia entre crisis climática y hallazgos arqueológicos abre un debate crucial sobre las responsabilidades nacionales e internacionales.

Las perspectivas futuras
El equipo arqueológico continuará trabajando tan pronto como las condiciones lo permitan. Se espera que las nuevas excavaciones aporten materiales orgánicos o restos que puedan someterse a análisis de ADN y estudios isotópicos. El traslado de los materiales al Museo de Duhok permitirá no solo preservar lo hallado, sino también ponerlo a disposición de grupos de investigación científica.
Además, este descubrimiento podría servir de estímulo para diseñar estrategias de monitoreo sistemático en embalses y zonas inundadas de Iraq, con el objetivo de anticipar hallazgos futuros en periodos de sequía y actuar rápidamente para protegerlos. También contribuye a generar conciencia internacional acerca de cómo el cambio climático, con todas sus consecuencias negativas, puede beneficiar a la arqueología al revelar fragmentos de historia bajo las aguas.
Referencias
Cortesía de Muy Interesante
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