¿Qué experiencia nos dejan las elecciones judiciales? Fortalezas y debilidades

El proceso electoral extraordinario por el cual se eligió democráticamente al Poder Judicial de México ha llegado a su fin.

Sus fortalezas están a la vista. La participación del pueblo para elegir de modo directo a sus integrantes le dota de una legitimación democrática sin precedentes.

Además, las autoridades electorales, administrativas y jurisdiccionales, demostraron, una vez más, sus capacidades profesionales y técnicas para administrar las elecciones y resolver los medios de impugnación a su cargo, respectivamente.

Sin embargo, es necesario identificar las debilidades para mejorar este proceso electoral hacia el futuro ¿Qué oportunidades veo hacia las próximas elecciones judiciales?

A) La eficiencia y efectividad del voto dependen de una distribución geográfica adecuada. Aunque el diseño utilizado en esta elección fue razonable, es necesario replantear la conformación de los distritos judiciales electorales para que sean más lógicos, incluyentes y equilibrados.

B) La tómbola limita el derecho de los aspirantes a las candidaturas. En la evaluación y selección de personas candidatas deben priorizarse métodos que garanticen perfiles profesionales. El azar no es un sistema óptimo para este fin. Debemos pensar en un sistema que valore los méritos mediante puntajes y elementos que diferencien la trayectoria de las personas.

C) Es indispensable crear acciones afirmativas que garanticen que jueces y magistrados pertenezcan a grupos históricamente excluidos o en situación de desventaja.

D) Deben eliminarse los comités de evaluación de los tres poderes para dejar uno solo, que utilice criterios únicos y una sola metodología para seleccionar candidaturas. En este proceso electoral se constató la complejidad de habilitar a tres comités, cada uno con sus propias y diferentes reglas de evaluación y selección.

E) Muchos aspirantes tuvieron dificultades para llegar a los votantes a través de redes sociales o propaganda en la vía pública. Sería valioso reflexionar sobre otros medios de difusión que, sobre todo, sean adecuados para un gran número de candidaturas y aseguren una estricta equidad.

Además, debemos considerar si 60 días es, o no, un periodo de campaña excesivamente largo, especialmente porque los topes de gasto son muy bajos y se ha prohibido todo tipo de financiamiento público o privado, salvo el personal.

F) El diseño de las boletas para emitir los votos fue muy complejo. Valdría la pena simplificarlas y pensar en boletas más comprensibles para el electorado.

G) En todo caso, quizá sea momento de aceptar plenamente el voto electrónico, ya sea mediante urna o un sistema digital. Esto facilitaría el cómputo, reduciría los costos y, sin duda, simplificaría la votación.

Podría implementarse el voto digital a través de una plataforma con tecnología asequible, segura y confiable, que permita recabar el sufragio ciudadano de forma automatizada y ofrecer resultados inmediatos y precisos.

H) Se deben generar las condiciones institucionales necesarias para permitir la participación de personas en prisión preventiva o de mexicanos residentes en el extranjero. Todavía hay tiempo para realizar los ajustes indispensables que permitan aumentar la base electoral con sentido inclusivo.

A mi juicio, debe pasar al menos una década para comprobar si la nueva forma de elegir al Poder Judicial fue la solución para mejorar nuestra justicia.

Ello dependerá del trabajo que realice cada una de las personas juzgadoras electas y de que demuestren su independencia cotidiana.

En todo caso, de cara al 2027, sus autoridades electorales estarán de nuevo a la altura de las circunstancias, y de eso puede estar segura la sociedad mexicana.

Cortesía de El Economista



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