
Es difícil creer que alguien pueda decir esto de nuestra nación sin soltarse a reír luego o al menos ruborizarse. Sin embargo, la presidente Sheinbaum lo ha proclamado varias veces. La última vez fue el fin de semana pasado, en uno de sus informes regionales. Y no se ruborizó en absoluto. Ignoro si en verdad cree esto, pero la realidad es que no, México no solamente no es el más democrático del mundo, sino que ha retrocedido.
Varios organismos internacionales han señalado un régimen híbrido para nuestro país e incluso han subrayado que se ha dado un retroceso democrático. Sheinbaum solo está terminando lo que su predecesor inicio: el derrumbe de todas las instituciones que garantizaban mínimamente un equilibrio de Poderes, elecciones libres y confiables, libertad de prensa, un marco legal que garantice los derechos humanos, Estado de Derecho, etc.
Creo que todavía no estamos en una dictadura de partido y espero que no lleguemos a ello, pero sí vivimos bajo un gobierno autoritario con fachada democrática. Nada nuevo en el mundo, por cierto. Cuba, por ejemplo, se asume como una democracia popular en donde el pueblo toma las decisiones. Lo cierto es que es un país con un partido totalitario que controla a la población mediante el uso de las fuerzas armadas, la coacción y el miedo.
Muchas personas nos dicen a los críticos: sí, están muy bien sus análisis, pero ¿qué se puede hacer para cambiar a este gobierno? Por supuesto, más de una persona se molesta cuando contestamos que no sabemos. Tienen razón en decirnos que no bastan las críticas y los análisis, pero la realidad es que no hay una respuesta y los análisis se tienen que seguir haciendo.
A diario nos llegan propuestas de soluciones fáciles para cambiar la situación. También hay un ambiente de desesperanza, diría hasta de resignación. Esto último ha alejado a muchas personas de las marchas y protestas contra el gobierno y se aíslan del mundo noticioso. Entre las propuestas fáciles hay una que prevalece: la idea de que el gobierno de Trump logrará derrumbar el modelo de la 4T.
Personalmente, creo que lo que siempre le ha importado a los Estados Unidos con relación a México es un gobierno que le garantice obediencia y estabilidad. Los devaneos izquierdistas no les importan siempre que lo anterior se cumpla. La grandilocuencia de un Echeverría, los acercamientos salinistas con Cuba o los guiños obradoristas a Venezuela seguramente incomodan a políticos muy conservadores de allende el Bravo, pero mientras funcione el arreglo no pasará a mayores.
Pero Trump es otra cosa. Su diplomacia de garrote comercial e intervención militar demanda más obediencia y estabilidad por parte de México. Hay algo más, exige de nuestro país resultados. ¿Cuáles resultados? Los que se necesiten para beneficio de la política trumpista. Ahora se trata de contención de migrantes y combate a los cárteles, pero más adelante podría ser otra cosa.
Hasta ahora, este gobierno autodenominado de izquierda ha logrado satisfacer las exigencias del gobierno más derechista de Estados Unidos. Sí, hay tensiones, pero por el momento estas encuentran soluciones. La administración yanqui respira en el cuello de la presidenta Sheinbaum, pero esta ha logrado manejarla con temple y demagogia, disfrazando las presiones de Washington como negociaciones con soberanía.
Las oposiciones no parecen ser lo suficientemente fuertes en el corto plazo para arrancarle porciones de poder significativas a la 4T. La esperanza de que guerras internas del grupo en el poder lo debilite es más probable, pero mientras el señor de Palenque conserve influencia estas podrán ser aplacadas.
A pesar de las encuestas, no creo que la 4T tenga significativos niveles de aprobación y popularidad. Simplemente es la opción menos mala para el electorado. Por supuesto, esto puede cambiar si las condiciones económicas se deterioran y los escándalos del grupo en el poder se agudizan, pero ni eso es garantía de un cambio. Regreso a Cuba y sus más de 60 años de tiranía o Venezuela y sus más de 25 años de opresión. Las narrativas de la Revolución Cubana o la Bolivariana ya están muertas, son discursos huecos, pero las camarillas se mantienen en el poder.
El autoritarismo de la 4T no necesita, por el momento, mostrarnos sus rasgos más duros. Una oposición política, intelectual y ciudadana débiles no lo hacen necesario, pero, como todo gobierno autoritario en la medida que se debilite y las oposiciones se fortalezcan esos rasgos aparecerán con fuerza. Tercera Ley de Newton: a toda acción corresponde una reacción.
Lo peor de toda esta izquierda escenográfica es que ha logrado hacer florecer a la ultraderecha, el racismo y el clasismo. No lo permitamos, critiquemos desde una izquierda con visión de inclusión y futuro. Una izquierda democrática.
Cortesía de El Economista
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