Es un tema recurrente casi todo el año, pero cuando llega el otoño, además de la caída de la hoja en los árboles, toca hablar de la caída del pelo. Aunque la pérdida estacional -“efluvio telógeno estacional”, por su nombre técnico-, también puede darse en otra temporada, como la primavera, es mucho más frecuente cuando se acerca el mes de octubre. Las mujeres de melena larga lo detectamos en el cepillo, pero al igual que los hombres, también nos dan pistas el desagüe de la ducha, la almohada o el jersey.
En esta época aumentan las consultas dermatológicas, como corrobora a este diario el doctor Ignacio Sevilla, director médico y experto en cirugía capilar en Svenson.
Las causas de la caída del pelo o de los problemas capilares se deben a distintos factores entre los hombres y las mujeres: en ellos, la genética y la herencia familiar suelen ser determinantes, mientras que en ellas influyen los cambios hormonales, el estrés o incluso la nutrición. Pero en otoño, este proceso se incrementa. ¿A qué se debe?
“Se ha visto que, tras el verano, hay un mayor porcentaje de folículos en la fase telógena, especialmente en climas templados”, avanza el doctor. “No está clara la causa, pero se plantean varios mecanismos que pueden originarlo. Por un lado, podría tratarse de una renovación del cabello tras el daño que sufre durante el verano. Y también por el acortamiento en las horas de luz del otoño”, cuenta.
Resulta que durante el verano solemos exponernos más a los rayos del sol, lo cual genera un mayor daño oxidativo en el folículo. “La sudoración y la irritación por el cloro y la sal también desencadenan el proceso de efluvio”, insiste Sevilla, que recuerda que, aunque menos, en primavera, nuestro cabello también vive una situación similar. En este caso, “podría deberse a cambios hormonales inducidos por la melatonina y por la variación en la vascularización del cuero cabelludo tras los meses de frío”, explica.
Seguir sencillas pautas
Para minimizar esta caída del cabello en otoño podemos seguir algunas sencillas pautas. “Fundamentalmente, debemos proteger el cabello de la radiación ultravioleta mediante el uso de sombreros, ‘sprays’ capilares con filtros solares, además de minimizar la exposición a sustancias irritantes como son el cloro y la sal marina mediante lavado tras el baño. Y, como medida general, mantener una adecuada nutrición e hidratación”, aconseja.
Otras cosas que debemos evitar son aplicar al cabello un calor excesivo (secadores, planchas frecuentes), abusar de peinados que generen tracción (coletas y moños tirantes y apretados), utilizar tintes y decoloraciones muy agresivas, y tampoco seguir dietas hipocalóricas sin control médico.
Causas de la caída capilar
- Fisiológicas / estacionales: efluvio telógeno estacional.
- Efluvio telógeno crónico: estrés, fiebre, partos, dietas restrictivas, déficits nutricionales.
- Androgenética: predisposición genética y andrógenos.
- Autoinmunes: alopecia areata, lupus cutáneo, liquen plano pilar.
- Endocrinas: hipotiroidismo, síndrome de ovario poliquístico, menopausia.
- Fármacos: quimioterapia, anticoagulantes, retinoides, antitiroideos
Dieta variada
Así pues, el doctor recuerda que “no existen alimentos específicos para evitar la caída, pero hay que tener una dieta variada para asegurar todo aquello necesario para la síntesis del cabello”. Esto es, proteínas (necesarias para la síntesis de queratina), hierro (déficit frecuente en mujeres jóvenes que se asocia a caída), zinc, selenio y vitamina D, y ácidos grasos omega-3 (porque reducen la inflamación folicular).
Pero, ¿qué se considera una caída normal estacional del cabello? Sevilla asegura que una pérdida de entre 50 y 100 cabellos diarios es fisiológica, aunque, “en otoño puede aumentar hasta 150 o 200 pelos al día, sin llegar esto a ser patológico. Siempre y cuando no haya pérdida de densidad visible, que entonces habría que estudiarlo”, comunica. Según su experiencia, lo normal es que este proceso en otoño dure entre 6 y 10 semanas: “Después, el ciclo folicular se normaliza y los nuevos cabellos empiezan a crecer”.
En el caso de que la caída se alargue más de 3 meses, o si hay pérdida visible de densidad o placas de clareo y, sobre todo en caso de aparición de signos inflamatorios como son picor, rojez del cuero cabelludo o dolor del mismo, ya nos debería preocupar, y habría que acudir al tricólogo.
El minoxidil y la finasterida ayudan
Al igual que las colecciones y fascículos que llegan al kiosco en septiembre, este también es el mes de las novedades en tratamientos capilares que llegan a las farmacias y se anuncian en la tele. ¿Sirven de algo? “Los champús anti-caída pueden mejorar el estado del cuero cabelludo y la calidad del folículo. Y si asocian fármacos, como puede ser el minoxidil, pueden ayudar a frenar la caída”, asegura Sevilla, que continúa: “Con las lociones hay un mayor efecto dado que el principio activo presenta una mejor absorción. Así pues, aquellas que contienen fármacos como el minoxidil y la finasterida tienen utilidad”.
Otras sustancias que se utilizan son la cafeína, la niacinamida, los péptidos, el extracto de semilla de calabaza o el saw palmetto, pero con una acción más limitada, según el experto. También son útiles, en caso de deficiencia, los suplementos de hierro, vitamina D, zinc y biotina.
Peor en menopausia
También hay que tener en cuenta que la caída estacional puede verse agravada por determinados periodos como la menopausia, porque disminuyen los estrógenos, los cuales tienen una acción protectora frente a la alopecia. Por otro lado, cuenta Sevilla, “hay una mayor acción relativa de los andrógenos sobre los folículos, lo cual hace que en aquellas mujeres con predisposición a presentar una alopecia androgenética, el proceso se acelere”.
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Cortesía de El Periodico
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