El futbol mexicano, dos realidades paralelas y el Mundial Sub-20 como medida de las expectativas


Esta columna no pretende rematar sentencias. Estas líneas, acaso dejen más interrogantes abiertos que respuestas fijadas. En efecto, el objeto es convocar a la reflexión, indagar acerca del diagnóstico, de la realidad del futbol mexicano. 

¿A cuál de las dos “realidades paralelas” que aquí expondremos se asemeja más la actualidad de la Selección Mayor mexicana?, ¿a la de La Liga MX que aun siendo competitiva exporta muy pocos talentos a Europa y tiene apenas dos representantes mexicanos compitiendo en Champions? ¿O a la realidad de la selección juvenil que entusiasma de la mano del prometedor Gilberto Mora? La Selección de Javier Aguirre se prepara para una cita con la historia, cuando a partir de junio de 2026 dispute una Copa del Mundo en su país, con el candente apoyo de su gente. Ahora bien, ¿cuál es -y sobre todo cuál podría ser- ciertamente su nivel? ¿Podrá estar a la altura? Incluso cabría preguntarnos, ¿qué sería para México “estar a la altura” en el Mundial 2026? El nivel del fútbol mexicano navega entre dos polos; el negativo, signado por la pobre participación de mexicanos en el futbol de elite en grandes ligas del exterior, por caso, con sólo dos exponentes participando en la actual Champions League (Rodrigo Huescas en Copenhague de Dinamarca y Álex Padilla, arquero suplente en Athletic Bilbao); y el polo positivo, cimentado en la auspiciosa aparición de juveniles como Gilberto Mora y Elías Montiel, que en cuestión de días debutarán en la Copa del Mundo Sub-20, integrando un desafiante grupo que los enfrentará a Brasil, España y Marruecos.

Retomando la mirada al horizonte mundialista de 2026, tal vez sea conveniente moderar las expectativas. Para ser honesto, hay que decir sin contemplaciones que en los últimos amistosos internacionales disputados, México no pudo ni supo superar futbolísticamente ni a Japón ni a Corea del Sur, dos exigentes rivales que tranquilamente podrían ser equipos a enfrentar en una Copa del Mundo, pero que a la vez no califican como “top”. Entonces es inevitable preguntarse, realmente ¿para qué está México? Estas líneas plantean más interrogantes de las certezas que puede ofrecer, pero reflexionar sobre ellos puede ser el primer paso para diagnosticar un cuadro de situación que por ahora no invita a alimentar una gran ilusión.

A unos 260 días del mundial la Selección no tiene un arquero consolidado; disputan ese puesto Malagón, Rangel y el Memo Ochoa. Como arista positiva podríamos subrayar el ascendente liderazgo de Johan Vásquez, la compostura de Edson Álvarez y poco más. Es cierto que en zona ofensiva, por intérpretes y peso específico, aparecen los nombres de Alexis Vega junto a la dupla Jiménez-Giménez pero en verdad aún no han logrado destacarse articulados como equipo.

Para ser intelectualmente honesto, la Liga Mexicana está realmente lejos de poder posicionarse como una pujante exportadora de talentos, si por ejemplo quisiéramos compararla con los jóvenes que deslumbran en el futbol argentino o brasileño, dos potencias en cuanto a la exportación de talentos se refieren. Por caso, según la propia Federación Mexicana de Futbol, en los últimos 2 años debutaron 202 jóvenes jugadores, pero solo 1 de cada 10 fueron tomados en cuenta para el torneo posterior a su debut. El faro a largo plazo debería apuntar a los casos de éxito de exportación de talentos de la Liga argentina y brasileña. Recientemente, River vendió en 63 millones de euros a Franco Mastantuono (18 años) que está considerado como titular en Real Madrid, mientras que Palmeiras hizo lo propio con Estevao, adquirido en 61 millones de euros por el Chelsea inglés, por mencionar los casos más recientes y resonantes. 

Pero en contraste con la flaca exportación de talentos, se percibe cierto entusiasmo por el equipo que presentará Eduardo Arce para el Mundial Juvenil, con la aparición de jóvenes promesas como el talentoso Gilberto Mora y Elías Montiel, que fue distinguido por la FIFA al ganar el Balón de Bronce en la Copa Intercontinental 2024. La Copa del Mundo juvenil sub 20 que empezará el 27 de septiembre y se disputará en Chile, podrá orientarnos en la búsqueda de respuestas a algunas de estas inquietudes planteadas, porque es evidente que los rivales en un Mundial no son los rivales de la Copa Oro y de Concacaf, y para estar a la altura el impulso debe emerger de los jóvenes, debe llegar desde abajo.

El futbol mexicano en general y la Selección mexicana Mayor en particular, tiene el desafío de parecerse más al polo positivo y aferrarse a esa realidad, y probablemente el papel que pueda desempeñar la Selección juvenil de Arce deba tomarse como un “termómetro”, para medir fuerzas, para tener un indicio de si Aguirre podrá contar con el aporte concreto de juveniles que aporten frescura y creatividad a la Mayor, para saber si las ilusiones deben ser contenidas o si por el contrario una buena actuación del Sub-20 puede alimentar la esperanza del pueblo mexicano. 

[email protected]
 

Cortesía de El Informador



Dejanos un comentario: