“Es un lugar donde te matan lentamente”: la BBC investiga el trato a los presos ucranianos en una infame cárcel rusa

La ilustración muestra a un prisionero de guerra tras las rejas con las manos detrás de la espalda.

    • Autor, Zhanna Bezpyatchuk
    • Título del autor, BBC News Ucrania
    • Autor, Sergey Goryashko
    • Título del autor, BBC News Rusia

Esta historia contiene descripciones de tortura que pueden resultar perturbadoras.

Estaba decidido a contar cada día que pasaba como prisionero ruso. En total, este soldado ucraniano de 23 años terminó pasando 992 días cautivo.

Era estudiante de arquitectura cuando se unió al ejército ucraniano como voluntario, en noviembre de 2021.

Debido a sus estudios, fue apodado “el Arquitecto” en el ejército.

Tres meses después, Rusia lanzó su invasión a gran escala en Ucrania.

Tras un asedio que duró unos tres meses, las fuerzas rusas capturaron la ciudad sudoriental de Mariúpol en 2022.

Allí el Arquitecto se convirtió en prisionero de guerra.

Lo cambiaron de prisión varias veces antes de que lo enviaran a IK-10, una colonia penal en la región rusa de Mordovia, ubicada unos 500 kilómetros al sureste de Moscú. Allí pasaría casi 11 meses, de febrero a diciembre de 2024.

“Todo fue duro, pero lo peor fue Mordovia”, asegura el Arquitecto.

Es un relato similar que ya habíamos escuchado de otros prisioneros que describieron la cárcel como “un infierno” y “un lugar donde te matan lentamente”.

Recuerda días en que sus compañeros de prisión apenas podían caminar. A veces terminaban arrastrándose después de recibir palizas de los guardias.

La BBC habló con seis exprisioneros de la IK-10, quienes fueron liberados en una serie de intercambios de prisioneros, así como también con la hermana de un soldado que murió allí.

Todos describieron palizas sistemáticas, torturas y otros tratos inhumanos.

Manifestantes sostienen pancartas que exigen la liberación de los prisioneros de guerra ucranianos. Lucen los colores nacionales de Ucrania y un gran cartel que dice

Fuente de la imagen, Beata Zawrzel/NurPhoto vía Getty Images

De hecho, las prácticas de tortura generalizada y malos tratos en las cárceles de toda Rusia han sido documentadas por periodistas y activistas de derechos humanos.

A los reclusos los agreden física y, en ocasiones, sexualmente para sacarles confesiones, extorsionarlos o como medida disciplinaria.

Los presos ucranianos recuerdan que solían ofenderlos con insultos étnicos y agredirlos.

Las autoridades ucranianas afirman que al menos 8.000 prisioneros de guerra y civiles que han sido detenidos sin ser juzgados permanecen en cárceles rusas y territorios ocupados.

Intimidación

La IK-10 es una prisión de “régimen especial”, la categoría más severa de Rusia, que se reserva normalmente para hombres que cumplen cadena perpetua.

Desde hace años es conocida por el trato brutal que se le da a los reclusos allí y las pésimas condiciones en las que viven.

Se sabe que hay reclusos con tuberculosis, común en las cárceles rusas, que comparten celdas con otros reclusos. Esto fue documentado por un abogado en 2014.

Según información recopilada por la BBC, una gran cantidad de prisioneros de guerra ucranianos y civiles capturados fueron enviados allí durante el invierno de 2023.

Al mismo tiempo, a muchos de los reclusos rusos que antes estaban allí los trasladaron a otros lugares. A los prisioneros que se quedaron, los separaron de los ucranianos.

Se desconoce el número exacto de ucranianos recluidos en IK-10, pero un exrecluso afirma haber escuchado a los guardias en enero de 2025 estimar la cifra en más de 600.

El Arquitecto afirma que los guardias lo obligaban a él y a otros a permanecer inmóviles en sus celdas por 16 horas al día y a cantar repetidamente el himno nacional ruso.

Si se agachaban o se movían, los guardias detectaban el movimiento gracias a las cámaras de vigilancia y los sacaban a rastras de sus celdas.

“En el pasillo, nos interrogaban mientras nos golpeaban, preguntándonos: ‘¿Quién se agachó? ¿Quién habló? ¿Quién se movió?’. Teníamos que quedarnos completamente inmóviles”, explica el Arquitecto.

Expertos afirman que permanecer de pie durante períodos prolongados puede provocar úlceras venosas, heridas muy dolorosas que pueden tardar mucho en cicatrizar.

A muchos prisioneros se les hincharon las piernas y desarrollaron abscesos.

“Es una forma maliciosa de tortura, utilizada en Japón [durante la Segunda Guerra Mundial], la Alemania nazi y en el Gulag soviético. Perjudica tanto la salud física como la mental de la persona”, explica Stanislav Lobach, cirujano traumatólogo y voluntario del servicio médico militar de Ucrania.

En algunos casos, las complicaciones pueden terminar en amputaciones.

Una ilustración que representa un perro guardián feroz que carga con las manos esposadas en alto.

Humillación

La desnutrición crónica también era común.

Seis meses después de su liberación, el Arquitecto sigue luchando por recuperar los más de 20 kg de peso que perdió durante su cautiverio.

Todos los exreclusos con los que habló la BBC afirmaron que los guardias utilizaban pistolas eléctricas de forma rutinaria contra ellos.

Dos dijeron haber sido torturados con descargas eléctricas en los genitales.

Otros describieron cómo los guardias les ponían perros encima, dejándoles cicatrices debido a las mordeduras.

“Durante la inspección matutina, teníamos que abrir las piernas lo máximo posible. Si alguien tenía las piernas demasiado juntas, lo golpeaban para que las abriera más. Le llamaban la ‘postura de la golondrina’. Y en ese momento, simplemente nos soltaban un perro”, cuenta Denis Cheremisov, de la región ucraniana de Kirovogrado, liberado en un intercambio de prisioneros en mayo de 2025.

Según los exreclusos con los que habló la BBC, los funcionarios de la prisión usaban pasamontañas y guantes, y nunca utilizaban sus nombres, lo que dificultaba identificarlos.

Sin embargo, lograron establecer la identidad de un presunto torturador.

El “doctor Malvado”

Según los exprisioneros, la atención médica era casi inexistente y solo se brindaba ayuda mínima en casos graves.

Un médico de la prisión era temido porque, según los testimonios, utilizaba una pistola eléctrica contra quienes le pedían ayuda.

“Abría la ranura de la comida en la puerta de la celda y te preguntaba: ‘¿Qué te pasa?’. Si decías que tenías fiebre alta, por ejemplo, te pedía que sacaras la mano. Cuando lo hacías, el médico te golpeaba la mano con una pistola eléctrica y decía: ‘¿Te ayuda esto?'”, recuerda el Arquitecto.

El médico era conocido como el “doctor Malvado” entre los prisioneros.

Un médico en la Colonia Correccional Nº 10 de Mordovia, con una pistola eléctrica como telón de fondo y una mancha de sangre en la pared.

Periodistas de Schemes, un proyecto de investigación de Radio Free Europe/Radio Liberty financiado por el Congreso de Estados Unidos, lo identificaron posteriormente como Illia Sorokin, de 35 años.

Sorokin negó trabajar para la prisión y borró su perfil en las redes sociales después de que se publicó la investigación.

En una de sus publicaciones anteriores, Sorokin había subido una foto de un certificado de premio que acreditaba su trabajo en la prisión. Un gerente de recursos humanos confirmó a los periodistas de Schemes esta información.

La BBC no ha podido contactar a Sorokin, pero una fuente que pasó seis años en IK-10 afirma que fue despedido por la administración de la prisión en 2023 y que luego se unió a la “operación militar especial”, el término que Rusia usa para referirse a su guerra contra Ucrania.

No hay donde quejarse

Algunos reclusos no sobrevivieron a la prisión de Mordovia.

De hecho, hasta mayo de 2025, al menos 206 soldados ucranianos murieron en cautiverio ruso durante los primeros tres años de la guerra, según una investigación de Associated Press basada en cifras de la Fiscalía General de Ucrania, defensores de los derechos humanos y testimonios de exprisioneros.

A pesar de décadas de denuncias de tortura en cárceles rusas, los responsables rara vez rinden cuentas.

Los expresos ucranianos con los que habló la BBC aseguran que incluso presentar denuncias era imposible.

Un mapa de Rusia que muestra las prisiones y colonias donde supuestamente fueron torturados prisioneros de guerra ucranianos y detenidos civiles.

El Arquitecto cuenta que una vez recibió en su celda la visita de un representante del comisionado ruso de derechos humanos, un cargo designado por el Estado para examinar casos en toda Rusia.

“Las paredes estaban cubiertas de moho negro, la ropa de cama manchada de sangre color óxido”, relata el Arquitecto, quien recuerda cómo se paró frente al funcionario con un gran hematoma bajo el ojo, que, según él, se lo hizo un guardia que le pisó la cabeza con una bota mientras le golpeaba los riñones.

También tenía las piernas laceradas por golpes que le dieron con un tubo de plástico.

Recuerda que sus compañeros de celda también estaban angustiados con la visita.

Se les veía delgados, exhaustos y tenían marcas de golpes, pero miraron al suelo durante la visita del funcionario, quien se quedó por un instante y luego se fue, recuerda.

Los observadores europeos dejaron de visitar las cárceles rusas cuando Moscú se retiró del Consejo de Europa, una de las mayores organizaciones de derechos humanos del continente, poco después de la invasión a gran escala a Ucrania.

Sin embargo, la Comisión Internacional Independiente de Investigación de las Naciones Unidas ha denunciado un “trato extremadamente cruel” a los cautivos ucranianos en las cárceles rusas, incluida IK-10, y ha documentado crímenes de lesa humanidad contra los prisioneros de guerra ucranianos detenidos allí.

Además de cárcel en Mordovia, más de 30 centros en Rusia albergan a prisioneros ucranianos.

El Servicio Penitenciario Federal de Rusia, que supervisa IK-10, no respondió a nuestra solicitud de comentarios sobre este artículo, y no obtuvimos ninguna otra respuesta oficial rusa frente a estas denuncias.

Tras sobrevivir a Mordovia, el Arquitecto planea ingresar a una academia militar para convertirse en oficial.

Pero, antes, su cuerpo necesita sanar. Su mente, dice, jamás olvidará lo que sufrió.

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Cortesía de BBC Noticias



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