Entre avances y desafíos: reflexiones en torno al 28s

Azul Marmolejo, Servicio Social de la Coordinación para la Igualdad de Género en la UNAM

La primera vez que escuché la palabra aborto fue entre susurros, en medio de una conversación de adultos que bajaban la voz como si se tratara de un secreto. No era raro que hablar del aborto en México sucediera así. El tema se evitaba, se esquivaba con eufemismos que apenas lo rozaban sin llegar a nombrarlo. Y cuando lograba abrirse paso, aunque fuera apenas, no faltaban también el juicio, la culpa, las miradas severas que volvían todo incómodo, todo inaccesible.

Mucho ha cambiado desde entonces. Si bien es cierto que el estigma no ha desaparecido por completo, hoy se habla del acceso al aborto con mayor soltura. Está en la calle, en los medios, en la normativa que lo respalda. En los pañuelos colgados de mochilas, brazos y cuellos. En los gritos al unísono que claman “¡Será ley!”. Está inscrito en la agenda pública de forma que, en un antes no muy lejano, solo podía soñarse.

Foto: Coyolxauhqui Saínchez Ortiz

Cada 28 de septiembre (28S) conmemoramos el Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal y Seguro. A la luz de esta fecha —de los logros alcanzados y de todo lo que aún falta—, trazamos una línea que separa el ayer del hoy, y confirmamos que estamos, efectivamente, en otro momento. Uno que dista mucho de aquel de hace casi 90 años, cuando Ofelia Domínguez Navarro presentó su ponencia “Aborto por causas sociales y económicas” en la Convención de Unificación del Código Penal, dando inicio a las primeras demandas feministas por el derecho a decidir.

Foto: Coyolxauhqui Saínchez Ortiz

Nada de esto surgió en un vacío. Hablar de la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito es reconocer que hay una historia larga y diversa detrás, tejida ​​a lo largo de distintos tiempos, geografías y contextos. Las experiencias son múltiples, y muchas realidades convergen en la búsqueda de este servicio. 

Por ello, cabe preguntarse: ¿qué implica que este tema haya llegado al terreno jurídico y a las políticas públicas? Sin duda, es reflejo de una demanda colectiva que no ha dejado de avanzar (la marea verde) , y que hoy permite concretar —o al menos vislumbrar— avances tangibles. Sin embargo, también deja al descubierto los límites, las brechas, las deudas pendientes. Y es precisamente desde ahí, desde lo que falta, que se vuelve urgente seguir construyendo camino.

El panorama actual del aborto en México

Para evaluar el momento en que nos encontramos es necesario remitirnos al primer gran hito normativo que se tuvo en México. En 2007, la Asamblea Legislativa del entonces Distrito Federal aprobó una ley pionera que despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Este logro histórico fue el resultado de años de organización feminista y presión social.

No obstante, tras ese progreso inicial, transcurrieron 12 años sin que otras entidades del país implementaran cambios semejantes. Durante ese período, mujeres y personas con capacidad de gestar fuera de la capital siguieron enfrentando barreras, criminalización y desigualdad para acceder a un derecho fundamental.

¿En qué estados está despenalizado el aborto en México?

Hoy, después de años de lucha constante, 23 entidades federativas han despenalizado el aborto dentro de ciertos plazos: Ciudad de México (2007), Oaxaca (2019), Hidalgo, Veracruz, Coahuila, Baja California y Colima (2021); Sinaloa, Guerrero, Baja California Sur y Quintana Roo (2022); Puebla, Jalisco, Michoacán, Chiapas, San Luis Potosí, Zacatecas y Estado de México (2024); y más recientemente Chihuahua, Nayarit, Campeche, Yucatán y Tabasco (2025).

Pese a estos logros, la implementación continúa siendo desigual. De acuerdo con datos reunidos por GIRE, solo 10 entidades han incorporado la regulación de la interrupción del embarazo en sus leyes locales de salud, y apenas cinco han diseñado y publicado un programa específico para garantizar su atención. En otras palabras, el reconocimiento legal no siempre se traduce en un acceso real y efectivo.

Foto: Coyolxauhqui Saínchez Ortiz

¿Qué hacemos frente a esto?

No cabe duda que nos debatimos entre la esperanza y las celebraciones que cada avance despierta, y la realidad de que la lucha está lejos de concluir. En este escenario, la movilización y la insistencia deben mantenerse firmes. Es imprescindible exigir un proceso integral que garantice el paso a la información necesaria. Que el aborto se realice de manera eficaz y segura, eliminando los obstáculos que persisten en contextos de desigualdad estructural y respetando los estándares clínicos requeridos.

Por eso, toca seguir pintando las agendas de ese verde ya emblemático y reconocible, símbolo de esta marea imparable. Poner la conversación en el centro, abrir espacio para los matices, acoger nuevas miradas. Saber, sobre todo, que en medio de este recorrido lleno de grietas, se repite una constante: una determinación que nace del respeto profundo por la libertad de decidir.

Cortesía de Chilango



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