Los múltiples datos del desempleo en México

La nota es que desde la pandemia de Covid-19 México no perdía tantos puestos laborales en un solo mes como recién ocurrió en agosto pasado. 

El dato es que, de acuerdo con lo publicado en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi, durante el mes pasado se perdieron 1 millón 302,773 plazas laborales, que básicamente se concentraron en el sector informal y entre la población femenina.

La comparación es que esta pérdida masiva de empleos durante un solo mes no había sucedido desde que, en enero del 2022, todavía bajo los efectos de las secuelas de la pandemia de Covid-19, la economía mexicana perdió 1.4 millones de plazas laborales.

El control de daños, que seguro llegará con más fuerza en la mañanera de este martes, es que mañana 1 de octubre inicia un nuevo registro del programa asistencialista del régimen que llaman Jóvenes Construyendo el Futuro y quizá se retome y se aísle alguna de las cifras del empleo formal registrado ante el IMSS.

Pero más allá de todo lo que rodea a un dato que sí es preocupante, están los asuntos estructurales del mercado laboral mexicano.

Lo primero que brota como un gran lastre del mercado laboral, algo que ha sido una falla estructural, que este régimen no provocó, pero sí alimenta con sus programas de transferencias asistencialistas, es la enorme informalidad.

De acuerdo con los propios datos del Inegi, la Población Económicamente Activa ocupada ronda 61.3 millones de personas, de las cuales 54.8% viven en la informalidad laboral, esto es, 33.6 millones de personas que no contribuyen con impuestos directos y no tienen acceso a la seguridad social.

La informalidad es un colchón en la economía que justo vemos, con estos datos más recientes, cómo se desinfla rápidamente en momentos de baja actividad económica y manda al desamparo a millones de un solo golpe.

Otro dato proporcionado que permite una mejor compresión de la realidad laboral de México es el de la Población No Económicamente Activa (PNEA) que está disponible para trabajar. La gente que no busca trabajo, que ya se rindió, pero que tienen incertidumbre económica.

Bien pues esa PNEA disponible hasta agosto pasado superaba los 5.5 millones de personas que no buscan chamba, pero necesitan el ingreso.

Hay otros indicadores como la Tasa de Condiciones Críticas de Ocupación (TCCO) donde el Inegi combina la medición de los bajos ingresos, las jornadas largas de trabajo más allá de las 48 horas o bien los horarios reducidos, porque para eso da el mercado.

Y en esa condición precaria que mide la TCCO está contemplada la tercera parte, 33%, de toda la fuerza laboral mexicana.

En los titulares vemos que México tiene una Tasa de Desocupación de 2.9%, lo que ubica al país mejor que Alemania o que el promedio de la OCDE, pero esa tasa arrastra todos esos vicios de informalidad y precariedad.

Es mejor, en todo caso, la Tasa de Subocupación, las personas que tienen un empleo, pero necesitan mayor ingreso, ahí sube a 7.1%, lo que nos da una mejor visión de dónde está nuestro país en materia laboral.

Cortesía de El Economista



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