
Durante agosto del 2025 se registró un total de 2 millones 242,061 de personas ocupadas como trabajadoras del hogar, un nivel significativamente más bajo que el mes previo.
Este nivel implicó una caída de 3.6% respecto de julio, cuando se registraban 2 millones 325,552, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi.
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En términos absolutos esto significó que 83,491 personas dejaron de trabajar en este sector. Este saldo se explica por una salida importante de hombres trabajadores del hogar, que se compensó por una ligera alza en el total de mujeres trabajadoras del hogar.
Entre julio y agosto del 2025, 88,154 trabajadores del hogar salieron de este sector, mientras que para las mujeres hubo un ingreso de 4,663.
El trabajo doméstico remunerado se caracteriza por ser una ocupación con niveles altos de feminización; el 93% de la población ocupada en este rubro son mujeres. El 7% son hombres.
También el tipo de actividades que se realizan en el trabajo doméstico remunerado presentan brechas de género. Mientras las mujeres realizan casi en su totalidad actividades como limpieza y organización del hogar y cuidados a niños y adultos mayores; los hombres ocupan posiciones de seguridad privada, jardinería, transporte (choferes) o mantenimiento del hogar.
7 de cada 10 ganan máximo un salario mínimo
El trabajo doméstico remunerado es una ocupación que históricamente ha sido subvaluada y precarizada, así como las personas que se ocupan en ella —la mayoría mujeres— están lejos de tener un acceso universal a derechos laborales básicos.
Además, es una de las ocupaciones que más trabajadores tienen con los ingresos más bajos. Al corte del octavo mes del año se observó que cerca del 70% de las personas trabajadoras del hogar ganan como máximo un salario mínimo: 8,364 pesos mensuales.
Las cifras de la ENOE también muestran cómo, a pesar de las legislaciones que hacen obligatorio formalizar a las personas trabajadoras del hogar, todavía no se ha logrado garantizar la seguridad social ni siquiera al 5% de la población ocupada en estas actividades.
La intermitencia y ausencia de vínculos laborales formales en esta población ocupada se refleja en jornadas laborales inestables y bajos niveles de acceso a derechos básicos de ley, como vacaciones pagadas, aguinaldo o licencias de maternidad o ausencia por enfermedad.
Además de los derechos laborales, otro de los grandes retos que se enfrentan es el reconocimiento de la importancia del trabajo doméstico y de cuidados para el funcionamiento de la economía.
Cortesía de El Economista
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