Fuente de la imagen, Demetrius Freeman/The Washington Post via Getty Images
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- Autor, Tom Bateman
- Título del autor, Corresponsal de la BBC en el Departamento de Estado de EE.UU.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que su plan para poner fin a la guerra en Gaza podría ser uno de los días más importantes en la historia de la civilización y que podría traer “la paz eterna a Oriente Medio”.
La hipérbole ya es habitual. Sin embargo, su propuesta de 20 puntos, anunciada en la Casa Blanca el lunes durante la reunión de Trump con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sigue siendo un paso diplomático significativo, aunque no esté a la altura de su exótica exageración.
El plan supone un cambio en la postura de la Administración Trump sobre el futuro de Gaza tras la guerra y añade más presión de la que Washington ha ejercido este año sobre Netanyahu para que acepte un acuerdo.
Que se haga realidad en las próximas semanas dependerá en gran medida de las mismas cuestiones que siempre han sido fundamentales: si tanto Netanyahu como los líderes de Hamás ven ahora más ventajas en poner fin a la guerra que en continuarla.
La respuesta de Hamás a esta propuesta aún no está clara. Una figura destacada de Hamás se mostró pesimista al respecto y sugirió recientemente a la BBC que los términos no protegían en gran medida los intereses palestinos y que el grupo no aceptaría ningún plan que no garantizara la retirada de Israel de Gaza.
Netanyahu, junto al presidente estadounidense, afirmó que Israel aceptaba los 20 principios de Trump, a pesar de que un líder de la extrema derecha de su coalición ya había rechazado algunos de ellos.
Pero aceptar los principios de Trump no es lo mismo que poner fin a la guerra. Y aunque Netanyahu rechaza esta acusación, sus oponentes internos afirman que tiene antecedentes de frustrar acuerdos emergentes si estos ponen en peligro su supervivencia política en el país.
En ese sentido, es posible que la propuesta no sea suficiente para lograr el avance que Trump claramente desea. Aún contiene obstáculos significativos para los electorados tanto de Israel como de Hamás que podrían impedir que finalmente lleguen a un acuerdo.

Fuente de la imagen, Reuters
El plan también es lo suficientemente ambiguo como para que cualquiera de las partes pueda aparentar aceptarlo mientras utiliza el curso de las negociaciones posteriores para sabotearlo, culpando a la otra parte de su fracaso.
Este ha sido el patrón durante meses de negociaciones. Y si eso ocurre, está claro cuál será la postura de la Administración Trump: del lado de Israel.
Trump se lo dejó claro a Netanyahu, diciéndole el lunes que si Hamás no aceptaba la propuesta, tendría “el pleno respaldo de Estados Unidos para hacer lo que tuviera que hacer”.
“Principios”
Aunque Trump lo presentó como un acuerdo, en realidad se trata de un marco para futuras negociaciones o, como él mismo dijo en un momento dado, una serie de “principios”. Esto dista mucho del tipo de plan detallado que habría que acordar para poner fin a la guerra.
Se parece más al “marco” que su predecesor, Joe Biden, anunció en mayo de 2024 para intentar conseguir un alto el fuego gradual y un acuerdo para poner fin a la guerra. En ese caso, pasaron otros ocho meses antes de que Israel y Hamás aplicaran una tregua y el intercambio de rehenes y prisioneros.
Trump quiere un acuerdo de paz “todo en uno”, pero eso requiere un trabajo considerable para trazar las líneas concretas de retirada israelí, los detalles específicos sobre la liberación de rehenes, las identidades de los prisioneros palestinos que serán liberados y las condiciones específicas para la gobernanza posguerra, entre muchas otras cuestiones.
Ninguna de estas cuestiones se detalla en su plan de 20 puntos, y todas ellas tienen el potencial de descarrilar un acuerdo de paz.
Este marco se inspira en propuestas anteriores, como el plan saudí-francés de julio y el reciente trabajo realizado por el ex primer ministro británico Tony Blair, que formaría parte de la “Junta de Paz” presidida por Trump que supervisaría temporalmente el funcionamiento de Gaza en virtud de este plan.

Fue redactado por el enviado de Trump, Steve Witkoff, y su yerno, Jared Kushner, tras consultar con Israel, países europeos y árabes, entre ellos los mediadores Qatar y Egipto. En él se pide el cese de los combates, la retirada limitada de las fuerzas israelíes y que Hamás libere a todos los rehenes restantes, seguido de la liberación de cientos de prisioneros palestinos retenidos por Israel.
A continuación, prevé el establecimiento de una administración local tecnocrática en Gaza para gestionar los servicios cotidianos, supervisada por la “Junta de Paz”, que tendría su sede en Egipto.
Los miembros restantes de Hamás que “se comprometan a la coexistencia pacífica” y a desmantelar sus armas recibirían amnistía, mientras que los demás serían exiliados. Una fuerza internacional de “estabilización”, creada por Estados Unidos y los países árabes, se haría cargo de la seguridad en Gaza, garantizando la desmilitarización de las facciones armadas palestinas.
Se menciona la creación de un Estado palestino, pero solo en términos muy vagos. El plan sugiere que, si se reforma la Autoridad Palestina con sede en Ramala, “podrían darse finalmente las condiciones para una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino”.
Las reacciones
Los países árabes consideran que las propuestas de Trump suponen un avance significativo para ellos. En parte porque han descartado su plan de febrero para la “Riviera” de Gaza, que habría supuesto el desplazamiento forzoso de los palestinos.
También mencionan al menos la creación de un Estado palestino, aunque no se comprometen a ello.
Y el plan estadounidense afirma que “Israel no ocupará ni anexionará Gaza”, aunque no incluye un compromiso similar para la Cisjordania ocupada. Se trata de una cláusula vital para las naciones árabes, aunque se contradice con otra línea del plan que afirma que Israel mantendrá sus fuerzas en el “perímetro de seguridad” de Gaza.
Por parte israelí, Netanyahu afirma que todo el marco es coherente con sus objetivos para poner fin a la guerra. Es decir, desarmar a Hamás, desmilitarizar Gaza y que no se establezca ningún futuro Estado palestino.
Pero aún no está claro si las cláusulas sobre el desarme y la creación de un Estado palestino serán aceptadas por parte de su gobierno, o si podría utilizar esta presión para añadir o “refinar” cláusulas.
Ahora mucho depende de la respuesta de Hamás.
Como escribió antes mi colega Rushdi Abu Alouf, este podría ser otro momento de “sí, pero”, en el que Hamás parece aceptar las propuestas al tiempo que pide aclaraciones. Así pues, la Casa Blanca se enfrenta al mismo riesgo profesional que los autores de los anteriores “marcos” y “principios” para poner fin a la guerra.

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En otro momento significativo, instantes antes de su anuncio conjunto, Trump consiguió que Netanyahu pidiera perdón a Qatar.
Este país había exigido una disculpa por el ataque aéreo de Israel contra la cúpula de Hamás en Doha a principios de este mes. Esto significa que Qatar debería poder volver a actuar como mediador entre Israel y Hamás.
En las horas previas a la reunión entre Trump y Netanyahu se intensificaron los bombardeos y ataques aéreos israelíes en la ciudad de Gaza, donde las Fuerzas de Defensa de Israel han desplegado una tercera división blindada. La escalada de los ataques israelíes forma parte de su plan para presionar a Hamás, pero ha causado más devastación para la población civil.
Gran parte del resto del mundo ha condenado las acciones de Israel. Mientras tanto, el comandante al mando de Hamás en Gaza, Ez al-Din al-Haddad, se está preparando para lo que un comandante de campo de Hamás describió a la BBC como una “batalla decisiva final” en la que participarán unos 5.000 combatientes.
Los países europeos y árabes, liderados por Francia y Arabia Saudí, han pasado el verano tratando de resucitar la vía diplomática, horrorizados por la conducta de Israel sobre el terreno.
Esto no ha hecho más que aumentar la sensación de aislamiento internacional de Israel, con Netanyahu todavía sujeto a una orden de detención internacional de la Corte Penal Internacional (CPI) por presuntos crímenes de guerra en Gaza.
Los europeos vieron cómo el conflicto se intensificaba sin control, con el fortalecimiento de los extremos en ambos bandos, y creyeron que podían apelar a los moderados que quedaban para lograr una solución de dos Estados, el futuro compartido a largo plazo que deseaban para israelíes y palestinos.
Y aunque eso no figura explícitamente en este plan, consideraron que era fundamental conseguir que Trump se sumara a una propuesta moderada para Gaza.
Se supone que el marco estadounidense devolverá el impulso a las negociaciones. Pero es probable que aún se necesiten muchas semanas o más de arduo trabajo para convertirlo en algo parecido a lo que Trump dice que puede lograr: el fin definitivo de la guerra.

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Cortesía de BBC Noticias
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