China burla aranceles de EU con tres jugadas; México es la pieza clave

China no se quedó de brazos cruzados frente a los aranceles de Estados Unidos. Desde 2018, diseñó rutas alternas para esquivar los gravámenes, y México se convirtió en la puerta de entrada más atractiva, también Canadá, pero en menor medida.

Una investigación de Brookings Institute muestra cómo, a través de transbordos, integración en cadenas productivas y la inversión extranjera directa (IED), Beijing aprovecha la vecindad mexicana para mantener su presencia en el mercado estadounidense.

La economía norteamericana es un bloque de relevancia, porque más de 1.7 billones de dólares en comercio intrarregional sostienen alrededor de 17 millones de empleos. El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) da a los tres países un acceso preferencial que ninguna otra región tiene con Washington.

Ese acceso es el que China busca aprovechar, no siempre con trampas ilegales, pero sí con una astucia que altera la política de desacoplamiento diseñada en la Casa Blanca.

México exporta hoy más de 500,000 millones de dólares a su socio estadounidense.

Al mismo tiempo, China consolida su posición como proveedor indirecto: México importa de ese país alrededor de 130,000 millones de dólares, indican datos de Banxico.

Transbordo y cambio de origen

Fabricantes chinos envían mercancía a puertos mexicanos. Allí la mercancía recibe cambios mínimos o solo un reempaque. Luego la mercancía viaja hacia Estados Unidos con documentos que indican origen mexicano.

Los datos muestran cómo, tras los aranceles de 2018, las importaciones mexicanas desde China crecieron 40%. Al mismo tiempo, las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos aumentaron 50%.

Un ejemplo está en los transformadores eléctricos, pues en 2018, China era el gran proveedor de Estados Unidos. Ahora, ese puesto lo ocupa México. Las exportaciones mexicanas de estos equipos se duplicaron, mientras que las importaciones desde Asia se redibujaron: Vietnam y Tailandia asumieron el papel de intermediarios.

El caso del acero es todavía más gráfico. Mientras Canadá reducía sus compras a China, México las aumentaba en más de 80%. Y al mismo tiempo, las ventas mexicanas de acero a Estados Unidos subían con la misma fuerza.

Washington encendió las alarmas y en 2022 México reaccionó, porque elevó aranceles al acero chino y las importaciones cayeron 80%. Un ejemplo de cómo la política puede frenar la elusión.

En las partes automotrices la situación es más compleja, ya que México incrementó sus compras a China en 94% desde 2018 y, en paralelo, elevó sus exportaciones a Estados Unidos en 50%. El engranaje es evidente: piezas que entran por el Pacífico mexicano y salen ensambladas hacia Detroit.

Las cadenas de valor

El segundo camino de elusión es más sutil, en este, China no solo manda productos terminados; también coloca insumos en las cadenas de producción norteamericanas. Entre 2020 y 2022, México duplicó sus importaciones de componentes chinos y Canadá las elevó en 80%.

La estadística revela que 30% del valor de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos incluye insumos chinos. En Canadá la proporción es de 10% y en el propio Estados Unidos ronda 20%.

El sector automotriz es el ejemplo más claro. General Motors llegó a importar vehículos completos desde China, pagando un arancel de nación más favorecida (NMF) de apenas 2.5%. Prefirió asumir ese costo antes que adaptar su producción a las reglas de origen más estrictas del T-MEC, señalan Joshua P. Meltzer y Maricarmen Barron, investigadores del Brooking Institute.

La inversión que abre camino

El tercer mecanismo es la inversión extranjera directa. Las empresas chinas ya no solo envían mercancía, también invierten en fábricas, plantas y parques industriales en México.

Datos de Rhodium Group apuntan que la IED china en territorio mexicano alcanzó 3,770 millones de dólares, casi el doble de los niveles históricos, aunque todavía representa apenas 0.1% del PIB.

La contabilización de IED China en México de este monitor sugiere que el subregistro de las cifras oficiales de la Secretaria de Economía es de seis veces.

En Canadá, por el contrario, la tendencia es a la baja: de 1,600 millones en 2018 se desplomó a 400 millones en 2023, menos del 0.02% del PIB.

Las armadoras de autos eléctricos y las fábricas de baterías son la mejor prueba. Una vez instaladas, esas compañías producen “en México” y exportan a Estados Unidos con el sello del T-MEC.

El think tank advierte que, si México no toma medidas, seguirá siendo un actor pasivo que facilita la entrada de productos chinos al mercado estadounidense, debilitando así la estrategia original de Washington.

Por otro lado, aplicar sanciones demasiado estrictas puede golpear a la industria nacional y tensar las relaciones con sus aliados tradicionales.

Ante este dilema, la investigación de Brookings plantea una salida intermedia, es decir, una coordinación trilateral en la que Estados Unidos, México y Canadá acuerden reglas comunes, refuercen la vigilancia y establezcan mecanismos conjuntos de control e inversión. El objetivo sería frenar abusos sin frenar el comercio legítimo que sostiene a la región.

Cortesía de Expansión



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