
La Unión Europea financia un proyecto de investigación para tratar de entender uno de los fenómenos del populismo más notables de la historia contemporánea de América Latina.
Es a través del programa de becas de investigación Marie Skłodowska-Curie Actions y se llama POPAMLO (“The Populist Model of Andrés Manuel López Obrador) que busca entender qué le pasó a México y también buscar antídotos que sirvan a las democracias.
El estudio está en marcha, en pocos meses lo deberían concluir, y analiza las políticas y expresiones del expresidente mexicano, sus estrategias de desinformación, sus contenidos engañosos y los mecanismos de manipulación. Y, sobre todo, su éxito.
Para que el resultado no sea solo histórico debería ahondar en la continuidad del modelo carismático sin su protagonista para entender qué es lo que lo sostiene, más allá del recuerdo mesiánico.
A un año de la ausencia en el poder formal de López Obrador quien ha roto la continuidad lineal es otro populista autoritario que ha impuesto a México sus condiciones.
Donald Trump ha forzado cambios en materia de seguridad, migración, comercio y otros temas como condición para mantener un trato preferencial para nuestro país.
Otros asuntos relevantes que López Obrador controlaba con su retórica matutina se han transformado en cambios constitucionales que ya no requieren carisma ante el control absoluto que se ha logrado de hilos tan importantes como el control del Poder Judicial.
La narrativa de haber regresado al pueblo el control de Pemex y la CFE realmente son constancia de dos de las más costosas decisiones financieras que tomó este régimen pero que la herencia lopezobradorista puede vender como un triunfo de lo que llaman la Transformación.
Sin embargo, hay otras banderas que se venden como triunfos del régimen que no son esencialmente decisiones del gobierno y que sí pueden generar distorsiones en la economía.
Una de las banderas elegidas para festinar el primer año del actual gobierno es adelantar, presumir, que se seguirá incrementando el salario mínimo.
Claro, el salario mínimo tiene que ajustarse al alza, pero la referencia es a volver a subir este ingreso por arriba del registro inflacionario.
El balance de los aumentos previos al mínimo ha sido positivo, a pesar de que sí hay evidencias de algunas presiones inflacionarias y de un efecto faro. Sin embargo, esta decisión tripartita ha tenido más pros que contras.
Pero es eso, una conciliación entre el sector patronal, los sindicatos y el gobierno. Decretar un aumento por instrucciones presidenciales ya fue un hecho el sexenio pasado, pero los márgenes para que eso se repita y no tenga repercusiones más serias se han cerrado.
Se anticipa una debilidad económica en este último trimestre del año, el mercado laboral da muestras de debilitamiento, las presiones inflacionarias se mantienen y forzar a que inicie el 2026 con la presión salarial con motivaciones propagandísticas solo complicará el escenario de las empresas más pequeñas.
El estudio POPAMLO sí tiene como finalidad encontrar respuestas que sirvan como prevención para las democracias, no es gratuito que sea la propia Unión Europea quien lo financie.
Lo que nos urge saber en México es si los efectos perniciosos que dejó el caudillo se pueden paliar desde su propio legado o con qué consecuencias acaba esto.
Cortesía de El Economista
Dejanos un comentario: