Pablo Isla toma la presidencia de Nestlé con la tarea de poner orden en el consejo y en el negocio

El ejecutivo español Pablo Isla es, desde hoy, nuevo presidente de Nestlé, uno de los mayores grupos alimentarios de todo el mundo y el principal de Europa por volumen de ingresos. Un movimiento que se ha adelantado seis meses y medio en el calendario respecto al plan inicial, anunciado en junio. Entonces, su desembarco se marcaba para el 16 de abril de 2026.

El escándalo destapado por el grupo suizo el 1 de septiembre y protagonizado por su ya ex consejero delegado, Laurent Freixe, que apenas llevaba un año en el cargo, ha precipitado los acontecimientos. Una investigación interna demostró que Freixe mantenía desde hacía tiempo una relación sentimental con una subordinada sin haber informado a la compañía, en la que desarrolló su carrera durante más de 30 años. En las pesquisas participó el propio Isla, como consejero independiente y presidente de la comisión de gobierno corporativo.

Dos semanas después, el predecesor de Isla, Paul Bulcke, anunció su renuncia anticipada al puesto, señalado por algunas voces por una mala gestión del caso. Este agota una trayectoria de 50 años en Nestlé. Freixe estuvo 36. “Conozco a Laurent desde hace mucho tiempo”, reconoció el primero tras el nombramiento del segundo como CEO.

Isla toma la presidencia del grupo sin esa mochila: es el primero que llega al puesto sin haber tenido un cargo ejecutivo en Nestlé. El expresidente de Inditex se incorporó a la multinacional en 2018 como consejero independiente, posición que mantuvo tras salir del gigante textil en 2022, y que reforzó el año pasado al ser promocionado a vicepresidente.

Transición no tan ordenada

Esa independencia que acompaña a Isla, y que no tenía su predecesor, se analiza ahora como la garantía de que el ejecutivo español podrá tomar las decisiones internas que sean necesarias para que las aguas vuelvan a bajar tranquilas por la sede suiza de Vevey.

El terremoto interno ha puesto en cuestión el buen funcionamiento de las estructuras de gobierno de Nestlé, una corporación con una imagen histórica casi inmaculada. El mercado no ha dudado en castigar las turbulencias: la compañía ha perdido cerca del 4% de su valor bursátil en el último mes. Que Isla haya presidido el consejo de Inditex durante 11 años es un aval tranquilizador para los inversores, que también demandan estabilidad en la gestión. En los últimos 13 meses, Nestlé ha encadenado tres consejeros delegados: Mark Schneider, que abandonó la compañía tras ocho años en el puesto; Laurent Freixe, y su sustituto, Philipp Navratil, que ha liderado en los últimos años las operaciones de Nespresso, una línea de negocio vital para el grupo. Los tres anteriores consejeros delegados de Nestlé se sucedieron durante un periodo de casi 50 años.

El gigante alimentario hablaba en junio de una transición “suave y ordenada” en su presidencia. La realidad ha enterrado estos términos, y la presidencia de Isla comienza con un consejero delegado de apenas un mes de experiencia y sobre un terreno resbaladizo en lo que tiene que ver con lo operativo.

El negocio, con dificultades

Porque los últimos tres años han puesto de relieve las dificultades de Nestlé para adaptarse a la crisis inflacionaria que se desencadenó en 2022 tras la invasión rusa sobre Ucrania. Desde entonces, su cotización bursátil se ha derrumbado más de un 40%, en una progresiva tendencia de reducción de márgenes y subidas de precios.

En 2024, Nestlé facturó un 5% más respecto a 2021, pero obtuvo un beneficio neto un 35% inferior. En el primer semestre de 2025 este se redujo un 10% frente al año anterior, con una contracción de ingresos del 1,8% y con los márgenes a la baja. Freixe debía ser quien diera la vuelta a la tortilla: inició un plan para ahorrar 2.500 millones de euros hasta 2027 y apostar por una revitalización de los volúmenes, debilitados por las subidas de precios. Está por ver si el tándem Isla-Navratil sigue esa receta.

El papel de Pablo Isla deberá ser el de un presidente no ejecutivo, aunque con fuerte influencia en el rumbo de la empresa. En concreto, es el máximo responsable de la gobernanza y el cumplimiento de la estrategia del grupo. Será quien deba relacionarse de cerca con los accionistas: Nestlé celebra durante el año diversas mesas redondas en diferentes partes del mundo en las que su presidente trata con inversores. Y, además, es quien debe proteger los intereses del grupo en L’Oreal.

La presidencia de Nestlé es el principal reto al que Pablo Isla, de 61 años, se enfrenta desde que dejó Inditex. Pese a haber sido un nombre recurrente en las quinielas para liderar alguno de los grandes grupos cotizados españoles, e incluso para embarcarse en aventuras políticas, Isla ha manejado un perfil profesional bajo en los últimos tres años. Los 23 millones de euros de indemnización que recibió de Inditex a su salida, acompañada de una cláusula de no competencia de dos años, tienen su influencia en ello.

Al poco de concluir su etapa en el gigante textil, fue fichado por IE University como presidente de su consejo rector. Todavía en 2022 se sumó al fondo de capital riesgo General Atlantic como asesor global independiente, para en 2023 sumarse al consejo de administración de Bertelsmann y fichar, a finales de ese año, por el fondo Cinven como asesor. Es patrono de la Fundación La Caixa y del Teatro Real de Madrid. Además, puso en marcha en 2023 la productora audiovisual Fonte Films, que en 2025 generó unos beneficios de 230.000 euros y unos ingresos de casi cinco millones de euros.

Designado mejor consejero delegado del mundo por la publicación Harvard Business Review en 2017 y 2018, Isla tiene la tarea de volver a endulzar el día a día de Nestlé.

Cortesía de El País



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