
En la construcción de una relación con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no funcionan la adulación ni la prepotencia. A él no le gustan las personas arrogantes ni las sumisas a quien pueda tratar como mascota, afirma enfático Carlos Díaz-Rosillo.
El asesor presidencial y director de Políticas Públicas de la Casa Blanca durante el primer periodo del hoy jefe del Ejecutivo estadounidense, asegura que el mandatario prefiere tratar con líderes que demuestren fuerza.
“A un líder sumiso que va y se le planta enfrente como si fuera mascota, no lo respeta. Todo lo contrario, él respeta la fuerza”.
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El también director del centro de pensamiento Adam Smith de la Universidad Internacional de la Florida (UIF), pone como ejemplo la relación que el magnate entabló con el entonces presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, con quien ideológicamente no estaba de acuerdo en nada, pero tenía una relación bastante cordial y eso se debió a que el mexicano mostraba fuerza.
En entrevista, subraya que la presidenta Claudia Sheinbaum ha manejado una relación bastante buena con el mandatario estadounidense, aunque no se han encontrado personalmente.
En su opinión, eso se debe a que la mandataria ha reaccionado bien a señalamientos y expresiones del vecino del norte, pues ha asumido una postura de respeto, alejada de la confrontación.
El T-MEC podría renegociarse no solo revisarse
Para el consultor en política internacional y estrategia política, tanto para México como para Estados Unidos la relación binacional es extraordinariamente importante y, por lo tanto, debe funcionar bien y ambas naciones deben poner de su parte, particularmente cuando hay una agenda enorme.
Un ejemplo de ello, dice, es la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la cual, advierte, puede convertirse en renegociación.
Recuerda que el republicano siempre ha dicho que prefiere los tratados bilaterales. Ante esa situación, menciona, todo va a depender de cómo maneja México su relación con esa nación en los próximos meses.
Subraya que para Estados Unidos y particularmente para su presidente, México no está cumpliendo con los términos del T-MEC, concretamente con las reglas de origen en las exportaciones, además de que el vecino del norte quiere asegurarse que lo que se exporte a esa nación como productos mexicanos, lo sean y no chinos.
Además, llama la atención en que la negociación del acuerdo comercial necesariamente tiene un contexto que va más allá del intercambio de mercancías.
En primera instancia se refiere a la entrada a territorio estadounidense de fentanilo elaborado con materias primas provenientes de China.
Eso quiere decir que esa nación va a exigir que se respeten todos los controles para que ese tipo de droga no llegue a su suelo desde México.
Junto con ello, continúa, el contexto tiene que ver también con migración, la operación de grupos de la delincuencia organizada y, en general, con los que tienen que ver con seguridad.
En ese tenor, recuerda que el presidente Trump ha sido muy claro en señalar que a él lo eligieron para defender los intereses de los estadounidenses. “Él va a defender los intereses de los americanos; a la que le corresponde proteger los intereses de los mexicanos es a la presidenta Sheinbaum”.
Se le plantea que, si bien, en una relación bilateral la aspiración en materia de seguridad sería a la cooperación, pero para muchos, lo que quiere Estados Unidos es sumisión.
Revira diciendo que actualmente hay mucha cooperación en distintos temas, la cual, asegura, va a continuar “aunque hay temas calientes”, como el narcotráfico y la migración, de interés para Estados Unidos y las armas, para México.
Entonces se le pregunta si, en materia de cooperación contra el narcotráfico, el mandatario se conformará con el envío de cabecillas de organizaciones criminales o exigirá políticos coludidos con ellos. Responde que Estados Unidos va a exigir a México haga todo lo humanamente posible para parar el flujo de droga y para parar al crimen organizado.
Luego menciona que la pregunta que tienen que hacerse los mexicanos es si actualmente el gobierno mexicano está haciendo todo lo posible para hacer eso.
Remarca que, al final, a los mexicanos les beneficiaría que el gobierno tuviera el control de todas las comunidades y que no haya cárteles que controlen ciertos lugares.
Estados Unidos ignoró por décadas a América Latina
Sobre América Latina, plantea que al gobierno estadounidense le queda claro que esa nación por décadas ignoró a la región, lo cual ha sido aprovechado por China para posicionarse en distintas zonas. Dice que Estados Unidos pretende remediar esa situación.
Lamenta que los chinos sean el primer socio comercial en algunas naciones, porque “no solo es un tema netamente comercial, sino que se trata de un tema de seguridad nacional”.
“Los chinos vienen no solamente a comerciar con América Latina, sino también a tomar control de puntos clave del comercio (…) y lo han hecho porque Estados Unidos se ha quedado dormido”.
Entonces hace alusión de la relocalización de empresas que forman parte de las cadenas de suministro de Estados Unidos, donde, asegura, México tiene muchas posibilidades.
Si esas empresas no llegan a Estados Unidos, lo ideal es que se quedaran en el vecindario, concretamente en México, enfatiza, pero, él mismo se ataja diciendo ese no ha sido el caso.
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En su opinión, eso se debe a que el gobierno del presidente, Andrés Manuel López Obrador, no aprovechó la oportunidad.
Sin embargo, asegura, “el gobierno de la presidenta Sheinbaum lo ha entendido bastante bien y ahora sí hay una política de nearshoring mucho más coherente”.
No obstante, recalca que, para aprovechar esa oportunidad, es necesario que México haga la tarea. Concretamente ofrecer seguridad jurídica, física, infraestructura adecuada e incentivos fiscales.
Cortesía de El Economista
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