¿Y si la clave para alcanzar las emisiones netas nulas estuviera bajo nuestros pies?

Es difícil imaginarse lo que no podemos ver. Esto nos ocurre con el subsuelo. Solo vemos la superficie de la Tierra, pero debajo de ella se esconde una gran cantidad de recursos que nos pueden ayudar a conseguir que dejemos de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera. La reducción de las emisiones de estos gases es crucial para mitigar la emergencia climática.

Para evitar un aumento de la temperatura media global superior a 2ºC con respecto a la temperatura preindustrial, deberíamos alcanzar las emisiones netas nulas a mediados de siglo. Las energías renovables más conocidas, como la solar o la eólica, están permitiendo reducir la dependencia de los combustibles fósiles para generar electricidad limpia. No obstante, estas renovables fluctúan por naturaleza, lo que complica garantizar que se cubrirá la demanda eléctrica en todo momento.

En este sentido, el subsuelo puede ser nuestro gran aliado. Por un lado, podemos generar de forma fiable electricidad limpia gracias a la energía geotérmica, produciendo de forma constante todos los días del año, lo que ayuda a estabilizar la red eléctrica. Por otro lado, el subsuelo nos ofrece una capacidad inmensa de almacenamiento de energía, como si fuera una pila de dimensiones descomunales. Para ello hay que adaptar el mercado eléctrico para que, en los momentos en los que la producción de energía renovable supere la demanda, se genere hidrógeno renovable, que se almacenaría en el subsuelo.

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El almacenamiento geológico de carbono permite inyectar CO₂ en formaciones rocosas profundas, donde queda atrapado de forma segura y permanente para reducir emisiones. Fuente: iStock (composición).

El hidrógeno es un vector energético que permite almacenar energía, y al no contener carbono, representa un combustible limpio. Y en los momentos en los que la producción de renovables no satisfaga la demanda, se recuperaría el hidrógeno almacenado para generar la electricidad necesaria para garantizar el suministro eléctrico. Finalmente, el subsuelo también ofrece una gran capacidad para deshacernos del CO2 de la industria de difícil descarbonización.

Hay industrias como la del cemento, el acero o los fertilizantes, que, aunque se suministren con energías renovables, seguirán emitiendo CO2 a la atmósfera. A pesar de que estas industrias están investigando cómo emitir menos CO2, no conseguirán eliminar sus emisiones, por lo que la única manera de evitarlas es capturando el CO2 antes de que se emita a la atmósfera e inyectarlo bajo tierra, donde quedará almacenado de forma permanente.

Recursos geológicos para alcanzar las emisiones netas nulas

Para acceder a los recursos geológicos que nos van a permitir alcanzar las emisiones netas nulas, necesitamos perforar pozos. Pueden ser pozos para aprovechar el calor del interior de la Tierra – un calor inagotable con el que no solo podemos climatizar nuestras casas sin emisiones de CO2, sino que también podemos producir electricidad limpia. También pueden ser pozos para deshacerse del CO2 que emiten las industrias de difícil descarbonización, como son la fabricación de cemento, acero y fertilizantes – industrias que, aunque se suministren completamente con energías renovables, seguirán emitiendo CO2 (del orden de 8 Gt al año, un 20 % de las emisiones totales) debido a las reacciones químicas que tienen lugar durante el proceso de producción.

Y en un futuro cercano empezaremos a ver también pozos para almacenar hidrógeno – debido a la gran variabilidad de las renovables, que a excepción de la energía geotérmica son fluctuantes, se plantea producir hidrógeno mediante hidrólisis del agua en periodos con excedente de producción, para utilizarlo posteriormente en periodos en los que la producción de renovables no satisfaga la demanda.

¿Y si la clave para alcanzar las emisiones netas nulas estuviera bajo nuestros pies?
El subsuelo ofrece soluciones clave para la transición energética: energía geotérmica, almacenamiento de hidrógeno y captura de CO₂ para alcanzar las emisiones netas nulas. Fuente: iStock (composición)

Nada que ver con el fracking

Ninguno de estos casos está relacionado con el fracking. Las tecnologías mencionadas pueden contribuir a reducir entre un 25 y un 40 % las emisiones de CO2, para así alcanzar las emisiones nulas y mitigar la emergencia climática. En algunos casos, es posible que, para aumentar la permeabilidad, se hagan operaciones para fracturar la roca en el entorno del pozo. Esto, que se conoce como fracturación hidráulica, tampoco sería fracking, ya que no se haría en rocas muy poco permeables que contengan gas natural, como es el caso del gas de esquisto en el que se realiza el controvertido fracking.

De hecho, los esquistos tienen poco interés en la transición energética, ya que las rocas de interés son, o bien porosas y de alta permeabilidad – como las areniscas y algunas rocas calcáreas –, o bien rocas fracturadas – como granitos – para facilitar la circulación de fluidos – principalmente agua – para así poder extraer el calor del interior de la Tierra, inyectar CO2 o inyectar y extraer hidrógeno. 

El gran reto de alcanzar las emisiones netas nulas o incluso conseguir una extracción neta de carbono de la atmósfera necesita los recursos del subsuelo. Por suerte, no todo es fracking, y la energía geotérmica, el almacenamiento geológico de carbono y el almacenamiento subterráneo de energía nos van a ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma significativa y que así las consecuencias del cambio climático sean las menores posible.

Referencias

  • Sciandra, D., Kivi, I.R., Makhnenko, R.Y. et al. Characterization of Hydraulic Rock Diffusivity Using Oscillatory Pore Pressure. Transp Porous Med 152, 41 (2025). doi: 10.1007/s11242-025-02176-2
  • Vaezi, I., Alcolea, A., Meier, P., Parisio, F., Carrera, J., Vilarrasa V. Numerical modeling of hydraulic stimulation of fractured crystalline rock at the Bedretto underground laboratory for geosciences and geoenergies. International Journal of Rock Mechanics and Mining Sciences, Volume 176 (2024). doi:  10.1016/j.ijrmms.2024.105689

Víctor Vilarrasa Riaño

Dr. Ingeniero de Caminos

Cortesía de Muy Interesante



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