La guerra en Sinaloa y la guerra de EU: ¿Viene la tormenta?


Estados Unidos estornudó y al crimen organizado en México le dio gripe. Hay una reconfiguración de los grupos delictivos en México que terminará por afectarnos a todos, positiva o negativamente, dependiendo de si hacemos o no la tarea. A partir de la decisión del Gobierno estadounidense, todavía bajo la presidencia de Joe Biden, de intervenir en la política de seguridad de nuestro país con la captura sin avisar del “Mayo” Zambada, se dio una reconfiguración no solo de la política de combate al crimen organizado, sino de las bandas mismas.

La captura del “Mayo” fue la prueba final del fracaso de la política de “abrazos, no balazos”; de ahí el profundo enojo del ex presidente López Obrador. A lo mejor hay algo de convicción en el cambio de política, pero lo cierto es que el Gobierno de Claudia Sheinbaum no tenía más opción que entrarle de una manera distinta al combate contra crimen organizado. La guerra en Sinaloa es la evidencia de que el Estado mexicano perdió la capacidad de controlar a las bandas criminales, como alguna vez presumió -o quizá solo supuso- que lo tenía.

Después de un año de guerra en Sinaloa el conflicto no ha hecho sino agudizarse y extender sus brazos más allá de ese territorio. Los “chapitos” han recurrido a alianzas con grupos vinculados con el Cartel Jalisco Nueva Generación y los “mayitos” se están aliando con viejos integrantes de los Zetas, mientras las fuerzas federales esperan pacientemente que uno de los dos gane, como lo anticipó el general Leana.

Por si esto no fuera razón suficiente para preocuparse, el Gobierno de Donald Trump ha subido el tono y las acciones contra el crimen organizado. En principio no podemos sino aplaudir que se estén haciendo operativos importantes contra los carteles en territorio estadounidense (allá también fata que expliquen quiénes son los políticos y militares que conforman la red de protección). La notificación de Trump al Congreso de que Estados Unidos está en un “conflicto armado” contra los cárteles tiene que ver con la necesaria protección legal frente a los bombardeos a lanchas que supuestamente llevaban droga a Estados Unidos (hay que enfatizar el supuestamente, pues lo único que tenemos es el dicho del atacante) y es también un aviso de que lo mismo podría pasar en territorio o en aguas mexicanas. Se trata de una licencia para actuar extraterritorialmente.

La extensión de la guerra interna del Cártel de Sinaloa y la intervención unilateral del Gobierno estadounidense en el combate al crimen organizado en México pueden generar una tormenta perfecta que incentive la criminalidad.

La reducción de la renta del tráfico de drogas provocará que se incrementen otros delitos, como de hecho está sucediendo con la extorsión. 

Mientras, en medio de los nubarrones, el foco de la política de seguridad del Gobierno mexicano está en maquillar las cifras de homicidios y no en recuperar el territorio, controlar las cárceles y reducir la impunidad.

Aviso a los lectores: Tres Patadas se va de vacaciones por unos días y dejará de publicarse en este espacio por dos semanas. Nos vemos, y leemos, el martes 21. Gracias.

Cortesía de El Informador



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