
La Glorieta de los Niños Héroes, mejor conocida como la Glorieta de las y los Desaparecidos, se erige como un espacio histórico, lleno de valor arquitectónico, cultural y que, a lo largo de sus 74 años de existencia, se ha convertido en un punto de encuentro y acompañamiento para colectivos y familiares de víctimas de desaparición.
Para hablar de esta emblemática rotonda, donde confluyen tres vialidades importantes de la ciudad, que son Mariano Otero, Niños Héroes y Chapultepec, es necesario remontarse a la década de 1950, cuando inició su construcción. El proyecto fue encargado al escultor guanajuatense Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig, autor de otras obras icónicas del país como la Diana Cazadora, la Fuente de Petróleos y el Monumento al Pípila; y al arquitecto Vicente Morales Mendiola, autor, entre otras obras, del Palacio Municipal de Guadalajara.
La construcción consta de una explanada circular, en cuyo centro se erigió la columna de 50 metros que honra la memoria de los seis cadetes mexicanos que murieron defendiendo el Castillo de Chapultepec en la Ciudad de México en 1847, durante la invasión de Estados Unidos a territorio nacional: Juan Escutia, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Agustín Melgar y el teniente Juan de la Barrera. En la base se encuentran las estatuas de cada uno de ellos con la leyenda “Murieron por la patria” en letras de bronce.
En la parte superior de la columna, en tanto, se construyó la estatua de una mujer, en cantera rosa, que simboliza la Madre Patria, sosteniendo una guirnalda en las manos. A sus pies se levanta el escudo nacional: un águila sobre un nopal devorando una serpiente. Así se recordaba uno de los eventos históricos más trascendentales en la formación de la identidad mexicana, además de que se daba una nueva imagen a la ciudad, en tiempos cuando Guadalajara comenzaba a convertirse en una metrópoli.
La Glorieta fue inaugurada en 1951 y desde entonces la escultura se convirtió en un patrimonio de la ciudad y de la historia mexicana. Gracias a su altura es visible desde distintos puntos de la urbe, además de que se ha transformado en un sitio de encuentro de manifestaciones, colectivos y marchas.
Pero la Glorieta no ha sido exenta del correr del tiempo y los daños que se derivan de ello. El año pasado, la Dirección de la Unidad de Gestión de Riesgos de la Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos de Guadalajara detectó daños en la Madre Patria, así como desprendimientos en la parte superior del obelisco. También se identificaron grietas, fracturas y pérdidas de material que fue cayendo con el tiempo.
En junio del año pasado, el Ayuntamiento tapatío emprendió la rehabilitación del monumento, de la mano con colectivos de personas desaparecidas, quienes vigilaron que no se retirara ninguna de las lonas colgadas en la estructura.
A 74 años de su inauguración, la Glorieta ha sido testigo del crecimiento de la ciudad, de las vialidades que comparte y de un sinfín de concentraciones por luchas sociales. Y continuará siendo un símbolo de la metrópoli, de los familiares y colectivos por muchos años más.
Emblema de la innovación
A la mitad del siglo XX, en plena industrialización del país, en los albores del llamado “Milagro Mexicano” o “Desarrollo Estabilizador”, las expresiones artísticas colocadas en espacios públicos en México viraban hacia una corriente nacionalista que exaltaba episodios “gloriosos” de la historia nacional. Guadalajara no fue la excepción, pues el entonces gobernador de Jalisco, Jesús González Gallo, ordenó la creación de distintas obras a fin de modernizar la ciudad en un contexto de crecimiento económico e industrial de la región.
A la par de la Glorieta, se modernizó el Centro Histórico, se inauguraron la Plaza de la Liberación y la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, además de que se amplió el paseo Alcalde para atender la alta demanda de vialidades ante el creciente parque vehicular de la ciudad, según recupera el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. Así, la rotonda de los Niños Héroes fue pensada en un contexto en que se ensalzaban las expresiones artísticas nacionalistas, al mismo tiempo que México experimentaba un crecimiento económico sin precedentes, que habría de durar las próximas dos décadas.
Espacio de memoria, búsqueda y clamor por justicia
Además de misas y manifestaciones por parte de colectivos y familiares para exigir la localización de sus seres queridos, la Glorieta también es el punto de encuentro de otras marchas sociales que se llevan a cabo en Guadalajara, como la LGBTQ+ y la del movimiento feminista del 8 de marzo, así como escenario de festejos deportivos y políticos.
Pero hace ocho años, la glorieta cambió de nombre para visibilizar la crisis que azota a México, y en particular a Jalisco, desde al menos 2008, de acuerdo con el portal Red Lupa del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia: la desaparición forzada. En 2018, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) renombró la obra como la Glorieta de las y los Desaparecidos, luego de la concentración en que un grupo de manifestantes exigía a las autoridades la localización de Javier Salomón Aceves, Jesús Daniel Díaz y Marco Francisco García, estudiantes de la Universidad de Medios Audiovisuales, y de César Arellano, alumno del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara.
Desde entonces, la Glorieta se ha convertido en un punto de encuentro para colectivos y familiares de personas desaparecidas, aseguró Guadalupe Aguilar, fundadora del colectivo Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos de Jalisco (FUNDEJ). “Ahí nos reunimos, nos juntamos, nos abrazamos, lloramos, rezamos. Es toda una referencia, es importantísimo tener una referencia de todos nuestros desaparecidos porque necesitamos dejar algo que se sepa de que existieron nuestros muchachos. Tengo casi 15 de buscar a mi hijo y para mí es un espacio de memoria, que nos nace de la mente y del corazón, y que nos obliga a contar lo que nos ha pasado para que algún día se sepa que existieron, que pasaron por este mundo”.
Guadalupe recordó que la Glorieta también es visitada por personas de otros estados de la República, quienes cuelgan las fotografías o las lonas de sus seres queridos desaparecidos. A lo largo de estos ocho años, dijo, la rotonda se ha convertido en un lugar de convivencia para quienes atraviesan por la misma situación.
“Aparte de Glorieta de los Niños Héroes, se le llamaba la Glorieta de la Madre porque la que está mero arriba es la madre patria, y las madres fuimos las que primero estábamos luchando por identificar y encontrar a nuestros hijos. Ahora ya hay hermanas, esposas, padres también buscando a sus hijos. Ya hay de todo, pero las madres siguen siendo la mayoría”, mencionó.
Cortesía de El Informador
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