
El Día de Muertos está cada vez más cerca y, como cada año, las familias mexicanas se preparan para recibir a sus seres queridos que ya no están. Esta tradición, llena de simbolismo, memoria y afecto, tiene como acto principal la colocación del altar u ofrenda, un espacio donde se honra a quienes han partido con elementos que representan vida, muerte, recuerdo y bienvenida.
Este día se pone el altar de muertos
Aunque no existe una fecha oficial establecida para montar el altar, se recomienda colocarlo antes de la noche del 27 de octubre. Muchas familias comienzan desde el 25 para asegurar que todo esté listo cuando, según la tradición, las almas comienzan a visitar los hogares. La intención es que la ofrenda ya esté preparada para recibirlas con respeto y cariño, especialmente en el caso de las ánimas solas o los difuntos sin familia.
¿Qué se pone en el altar de muertos?
El altar de muertos no se coloca al azar: cada elemento tiene un significado especial.
- El agua se pone para calmar la sed de las almas luego de su largo recorrido.
- Las velas o veladoras representan la luz que guía su camino de regreso.
- Las calaveritas simbolizan la muerte como parte de la vida y, junto a ellas, la sal y el mantel blanco aportan pureza y permiten que las almas transiten entre el mundo terrenal y el espiritual.
- El pan de muerto, quizás uno de los símbolos más reconocidos, refleja amor y fraternidad hacia quienes se recuerdan.
- El copal y el incienso se utilizan para limpiar el espacio de malas energías y facilitar el acceso de los espíritus al hogar.
- Las flores, especialmente la de cempasúchil, evocan el sol y marcan el camino con su color y aroma.
- El papel picado aporta movimiento y representa el aire, uno de los cuatro elementos fundamentales en la ofrenda.
Otros componentes tradicionales incluyen semillas, granos o aserrín, que evocan el ciclo de la vida con la frase “polvo eres y en polvo te convertirás”. La comida tiene un papel esencial: se preparan los platillos y bebidas favoritas de los difuntos como una forma de consentirlos en su visita anual.
Finalmente, las fotografías se colocan para recordar a cada persona homenajeada y mantener vivo su legado dentro de la memoria familiar.
Colocar un altar de muertos no solo es una tradición, es un acto de amor. Cada objeto, aroma, sabor y color contribuye a tender un puente simbólico entre los vivos y quienes se adelantaron en el camino.
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AS
Cortesía de El Informador
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