
Estados Unidos ha estado reduciendo su liderazgo mundial en la solución de los problemas globales. No ha ratificado casi 50 tratados internacionales importantes que fueron realizados para resolver problemas. Ha pasado de ser una fuerza estabilizadora a otra de volatilidad.
Duro es el golpe por la eliminación de la agencia norteamericana de ayuda al desarrollo que canalizaba recursos a los países pobres de África, Asia y América Latina. Su efecto negativo se resiente.
También es lamentable la salida de Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud, de la Unesco, del nuevo Acuerdo de París sobre el cambio climático, del acuerdo comercial multilateral Asociación Transpacífico, de la Organización Mundial del Trabajo. Ha dificultado las reformas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, que son fundamentales en el diseño de políticas de desarrollo y el financiamiento a países con problemas de balanza de pagos. También ha bloqueado el funcionamiento del mecanismo de solución de controversias de la Organización Mundial del Comercio. Y al Tribunal Penal Internacional le quitó los dientes al retirar su ratificación.
Con Trump se afirma el unilateralismo y el aislacionismo. Afecta con aranceles a sus aliados y le pone niveles altos de ellos a China, India y Brasil. Pero también se atreve a declaraciones políticas imprudentes. En la ONU dijo: “Europa va a la destrucción por impulsar energías renovables”. Ignora a los científicos y al hecho reconocido de que las energías renovables pueden mitigar el cambio climático. También ahí dijo que “reconocer a Palestina es un premio a Hamás”. ¿Y el pueblo palestino no cuenta?
Trump es narcisista y prepotente. Al interior de su país no hay un frente político que lo cuestione. El Partido Demócrata ha demostrado falta de un activismo crítico y propositivo. Solo atiende a una élite estrecha y privilegiada.
El sur global, independientemente del tamaño de los países, está abandonado a su suerte. Las instituciones internacionales están débiles y los países que tienen liderazgo muestran prudencia para proteger intereses creados, y toman distancia de Trump y su debilidad ante Putin. La amenaza no es solo que Trump admire a Putin, sino que se vuelva como él.
China aprovecha el vacío que deja Trump y muestra su importancia económica. Además de establecer aranceles recíprocos sobre los productos estadounidenses, promueve una infraestructura en países a través de la Organización de Cooperación de Shanghái, del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y del nuevo banco de desarrollo de los BRICS. Este grupo de países representa 45% de la población mundial y 35% del PIB global. Tiene como propósito identificar complementaciones entre sectores y actividades estratégicas. Cuenta con decenas de bancos públicos de desarrollo con mandatos de inversión.
Mientras no exista una rectificación del unilateralismo estadounidense, el avance chino será cada vez mayor. Pero no garantiza un nuevo orden internacional.
Lo deseable es no imponer por parte de Estados Unidos aranceles sorpresivos, aunque ello, si bien afecta, no provocará un colapso mundial, debido a que Estados Unidos solo representa el 13% de las importaciones mundiales. También sería valiosa la rectificación de EU de su retirada de los acuerdos internacionales.
El sur global necesita redefinirse alrededor de un sistema internacional basado en reglas y una democracia más interactiva. Un mundo con tratados y organizaciones multilaterales es mejor que sin ellas.
Cortesía de El Economista
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