Inviable

Más allá de preferencias políticas o económicas, para poder diseñar un proyecto de gobierno a mediano o largo plazo es indispensable calcular su viabilidad. Entendiendo por este término la certeza de contar con los recursos suficientes para su instrumentación y por supuesto para enfrentar imprevistos de todo tipo. Suponer que se puede improvisar a partir de la pureza y justicia de los objetivos a conseguir, es un espejismo que siempre termina estrellándose con la realidad.

Y no se trata únicamente de planificar cuánto dinero se requiere para llegar a la meta, sino también construir la fortaleza política necesaria para enfrentar los obstáculos propios de la lucha por el poder. Carlos Salinas de Gortari creyó que la modernización económica de México era suficiente como para mantener funcionando el régimen de partido único. Se equivocó y le costó la vida a Colosio y una crisis económica profunda que fue difícil de superar.

Una vez destruidas las instituciones de la transición democrática mexicana en los últimos años, nos encontramos de nuevo frente a un proyecto inviable en todo sentido. Desde la concentración absoluta del poder, hasta la puesta en práctica de un modelo económico dependiente del endeudamiento sistémico y del comercio con el “odiado enemigo norteamericano”, la posibilidad de sostener la transformación prometida por el caudillo es prácticamente nula.

Sin crecimiento, sin Poder Judicial profesional e independiente, y sin instituciones que procesen el conflicto más allá de la voluntad presidencial, no hay forma que el modelo resista. La lucha interna en Morena, las filtraciones sobre corrupción y enriquecimiento inexplicable, son la muestra patente de que este nuevo presidencialismo absoluto carece de la disciplina y subordinación de sus antecesores priistas. El control que ejerció AMLO durante su gobierno se terminó con su retiro formal, y ya no funciona más como un disuasivo.

Es cierto que la fórmula populista basada en el reparto de prebendas a los leales y dinero en efectivo a los pobres, garantiza su apoyo en todo momento. Pero salvo casos extremos como los de Cuba o Venezuela, no hay régimen que se sostenga por largo tiempo como en antaño sólo con la fuerza del caudillo y sin recursos económicos reales para mantener una nómina de pobres tan extensa.

A diferencia de otros populistas, tanto AMLO como Sheinbaum han conseguido mantener el equilibrio financiero a costa de la calidad de los servicios de salud, educativos, e infraestructura entre otros. Pero esto no es sostenible. Las presiones sociales y la carencia de recursos harán el proyecto inviable.

Cortesía de El Economista



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