Puede parecer extraño arrancar hablando de una de las directoras de La noche sin mí, siendo la protagonista excluyente de esta opera prima nada menos que Natalia Oreiro.
Es que María Laura Berch es, quizá, una de las mejores directoras de casting, y coach o entrenadora de actores (de Oreiro, por ejemplo) en producciones del cine independiente argentino y también en superproducciones mucho más costosas e internacionales. Va de series como El Eternauta y Máxima a películas como Me casé con un boludo o La sociedad de la nieve.
La protagonista de La noche sin mí es Eva (Oreiro). Ya en la primera escena, intuimos que algo no anda bien en su vida. Si para hacerse un test de embarazo se lo realiza sentada en el auto, es que dentro de su hogar las cosas no deben marchar del todo bien.
Al observar las dos rayitas del test, no se ve, aprecia o distingue ni un gesto de alegría.
De nuevo: todo lo contrario.
La noche sin mí seguirá a Eva prácticamente todo el tiempo, toda esa noche y el amanecer del día siguiente, en una locación casi única: su casa.
Al llegar con su auto, cree haber pisado a su gata. Y ya adentro advertimos por qué Eva está como está.
La relación con su marido (Pablo Cura) dista de ser amorosa. Está llena de recriminaciones constantes. El, músico, vive en su mundo y da la impresión, por los llamados desde su celular que está por engañar a su mujer con otra mucho más joven. Y sus dos hijos, una niña de 11 años con evidentes necesidades diferentes y un adolescente, le demandan más y más.
Más de lo que puede soportar Eva.
La noche sin mí es un filme que agobia porque llegamos a consustanciarnos con su protagonista, que vive agobiada. No para nunca. Cocina, ordena la casa y hasta prepara una torta para su sobrino (también descubriremos que con el resto de su familia no se lleva como debería).
Apelando a una edición sonora impecable, que aporta todo lo que se le puede pedir a una película (los registros sonoros no suelen tener el trabajo que aquí ofrece el experimentado Juan Vecchio), nunca el espectador siente que esté encerrado entre cuatro paredes.
La procesión interna de Eva cuenta con la complicidad del público, que sabe lo mismo que ella (el embarazo), pero más que el resto de los personajes. Esa es toda una decisión desde el mismo guion, como un filme de misterio que el espectador puede pensar que en algún momento se revelará.
Natalia Oreiro le pone toda su fuerza al rol protagónico, desde una actuación por momentos contenida y por otras no tan explosiva como la que tenía a veces en otro estreno reciente, La mujer de la fila. Da placer verla en la pantalla, aunque su personaje sufra como una condenada.
Drama. Argentina, 2025. 68’, SAM 13. De: María Laura Berch y Laura Chiabrando. Con: Natalia Oreiro, Pablo Cura, Matilde Creimer Chiabrando, Teo Inama Chiabrando. Salas: Hoyts Unicenter, Cinemark Puerto Madero, Cinépolis Avellaneda.
Cortesía de Clarín
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